PROMESAS DEL ESTE ****
Con una historia sencilla, clara y directa pero nada simple, y un excelente ejercicio de austeridad cinematográfica, este thriller cautiva y entusiasma por méritos propios. Su responsable, David Cronemberg, es un director canadiense en los 80 se convirtió en todo un cineasta de culto cultivando un tipo de terror basado tanto en el delirio psíquico como en una extraña fijación mutaciones y degeneraciones del cuerpo humano y de organismos vivos, con títulos como Scanners, Videodrome, La Mosca o Inseparables. En los 90, menos activo, se volvió mas serio pero sin perder su capacidad de no dejar indiferente al público, con retorcidos dramas como M Butterfly, aunque también volvió a sus desagradables obsesiones en filmes como Crash (1997). Con filmes como este último que firma, Cronemberg deja claro que en esta década de 2000 quiere ser un director más mainstream (convencional), pero que no tiene voluntad de abandonar temas polémicos y turbios, como es el de la actuación de las mafias del este de Europa en la parte occidental de este continente. Ambientada y rodada en Londres y con un reparto internacional encabezado por un descomunal y efectivo Vigo Mortenssen – Que repite con Cronemberg tras la muy positiva experiencia de Una historia de violencia (2005)- , Promesas del Este es una película descomunal y muy convincente, que muestra sin ambages un submundo sórdido y siniestro en donde sus protagonistas son retratados como hijos de toda una serie de circunstancias políticas, sociales e históricas que les han metido en un abismo del que no existe escapatoria alguna pese a que incluso algunos momentos de redención hagan acto de presencia
Kirill, un sicario ruso, (Vincent Cassel) al servicio de la principal organización de al mafia de este país en Inglaterra que encabeza su padre (Armin Mueller-Stahl), y Nikolai (Vigo Mortenssen), el chofer de al organización y aspirante a entrar en las mas altas cotas de poder la misma intentan cumplir su trabajo del momento, que es vengarse de las mafias chechenias cuando de improvisto se ven envueltos en un caso que tiene como protagonista a una bebé ucraniana, hija de una prostituta adolescente muerta de sobredosis. La enfermera Anna (Naomi Watts), de origen casualmente ruso, trata de encontrar al ilegítimo padre de la criatura y esclarecer al muerte de la chica a través del diario de esta, lo que el llevará a entrar en contacto con el sórdido mundo de las mafias del Este. Una extraña atracción hacia Nikolai, uno de sus contactos en el caso, termina por difuminar la frontera entre el bien y el mal, y hará surgir la fascinación por lo oscuro, al tiempo que la necesidad de hacer el bien intenta abrirse paso desesperadamente en un entorno muy poco propicio. Espectacular dialéctica la mantenida entre estos dos personajes, en donde da continuamente la impresión de cualquier cosa puede pasar.
Muy estructurada alrededor de las relaciones personales y familiares, como en la mayoría de las grandes películas sobre el crimen organizado, la película incluya un reflexión no muy optimista sobre la condición humana, y no se corta a al hora de mostrar todos los métodos criminales de estos grupos, incluidas escenas de enorme violencia (algo habitual en el director). Perversamente oscura hasta en los momentos más cotidianos y familiares, la cinta no deja títere con cabeza. Se sigue con claridad y enorme interés aunque el sabor de boca que deja es algo agridulce. Un soplo de buen cine en una cartelera poco estimulante.
LAS 13 ROSAS
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Al igual que El orfanato, esta película compite por ser seleccionada como presentante española a las candidaturas al Oscar a la mejor película en lengua no inglesa, y la verdad es que, independientemente de lo que los miembros de la Academia Española decidan, este filme es mejor que el de Juan Antonio Bayona. Las 13 Rosas, remite a un crudo acontecimiento de la historia de España acaecido a principios de 1939 una vez terminada la Guerra Civil: el fusilamiento por el recién llegado régimen franquista de 13 chicas jóvenes -muchas de ellas aún adolescentes-, todas ellas militantes de las juventudes socialistas, bajo acusación de colaborar con diversas acciones armadas de una célula de resistencia socialista que entre otros actos planeaba un atentado contra Franco. En realidad, todas ellas se limitaron a repartir pasquines de propaganda suministrados por sus camaradas –dispuestos a combatir el régimen en la clandestinidad ante lo que se avecinaba- o simplemente, a militar en el partido. Conocidas por la historia como las 13 rosas, estas jóvenes fueron ejecutadas injusta y vilmente tras un simulacro de juicio, escribiendo uno de los primeros lamentables episodios del salvajismo del execrable régimen franquista, dispuesto en aquellos primeros años de dictadura a vengarse de los adversarios del bando contrario que aun quedaban vivos aunque no tuvieran delitos de sangre. Esta película, honesta y vibrante, reproduce aquellos últimos días de las muchachas en el Madrid de la recién terminada guerra, con una población civil dividida y un gran número de personas que lucharon o simpatizaron con la República temerosas por su futuro.
Correctamente ambientada y con una escenografía que a tratado de reproducir al pie de la letra fotografías y situaciones descritas en documentos de al época, la película destaca por su amplia documentación y por su afán de tratar de trasladar al espectador al Madrid posbélico de 1939, y no solamente en lo físico, sino también en lo emocional, consiguiendo que nos metamos en el pellejo de los protagonistas, tanto de las muchachas y sus familias como del resto de represaliados republicanos o de izquierdas que en esos primeros meses de la dictadura “los tenían de corbata”. Lo consigue, así como también hacer vivir la angustia de las jóvenes una vez sabida su sentencia. Un vendaval de emociones recorre esta película de principio a fin (sobre todo en la segunda mitad) y es imposible que el espectador se quede indiferente. Un ramillete de estupendas y jóvenes actrices encabezan el reparto, siendo las principales Verónica Sánchez como Carmen, el personaje central, una militante socialista decidida e indignada con la nueva situación que ella y sus seres queridos puede vivir en el régimen fascista, Marta Etura como Virtudes, una joven luchadora y esperanzada, Pilar Lopez de Ayala incorporando a Blanca, la mayor de todas, mujer casada y madre de un crío, republicana de derechas y ferviente católica cuyo único delito fue ser fiel a la republica, la italiana Gabriella Pession como Adelina, trabajadora de un asilo de huérfanos y Barbara Lennie en el papel de Dionisia, a la que conocen las otras cuatro (todas ellas conocidas) en la prisión. El resto de las 13 ejecutadas restantes, que eran menores de edad, están interpretadas por jovencísimas actrices cuyo protagonismo en la película es menor que el quinteto protagonista, sobresaliendo especialmente Teresa Hurtado de Ory. La película se ha esforzado por contar con algunas de las mejores actrices jóvenes españolas del momento, pertenecientes a varias generaciones, como las pretreintañeras Sánchez, Atura o Lopez de Ayala, la veinteañera Lennie o las postadolescentes o adolescentes Hurtado y Nadia de Santiago, que interpreta a la mejor amiga de Virtudes. Todas ellas llevan a cabo un auténtico recital interpretativo que revela mucho trabajo previo de preparación de tan dificiles personajes. El resto del largo reparto esta a la altura de las circunstancias: Alberto Ferreiro, Fran Perea, Enrico Lo Verso, Luisa Martín, Jose Luis Cervino, Félix Gómez, Asier Etxandia, Goya Toledo…en general todos muy bien, aunque a mi el Perea me sigue cayendo gordo.
La película es cruda, cruel y en ocasiones produce un nudo en la garganta. Ilustra muy bien el proceso degenerativo de la existencia de unas chicas esperanzadas ante el final de al guerra aunque escépticas ante la derrota de su bando y la mala pinta que tenía el nuevo régimen; su felicidad y vitalidad se va deteriorando a medida que sienten el acoso de las fuerzas del franquismo dispuestas a usarlas como chivos expiatorios de su venganza y humillación a los derrotados. La amistad y camaradería entre ellas será uno de lo clavos ardiendo a los que se agarrarán, mientras que a su alrededor la resistencia antifranquista de sus camaradas se lanzará a una lucha desesperada y también cruel en un entorno en el que la traición hará acto de presencia. Hay escenas brutales de torturas en las comisarías muy bien rodadas y las secuencias en la prisión están perfectamente conseguidas. La película es honesta y también muestra brutalidades del bando izquierdista, perfectamente contextualizadas con la historia. Triste y dura de seguir, no resulta incómoda en ningún momento ya que el melodrama esta perfectamente equilibrado; si bien es verdad que en algún momento entramos innecesariamente en ñoñolandia, esto no repercute en el conjunto final. En definitiva, todo un peliculón dirigido con mano sabia por Emilio Martinez-Lázaro, veterano director de comedias comerciales como la saga de El otro lado de la cama que con este trabajo firma su mejor película, que estaría bien que al vieran muchos políticos carcas y muermos de estos que tanto les molesta la Ley de Memoria Histórica.