Bruce demostró que su buena forma física es la calve de su energía escénica y de su longevidad en la primera división de la música popular. Esas carreras a alo largo del escenario y su tenacidad para mantener viva la entrega del público durante tres horas es algo que solo él puedo conseguirlo en el mundo musical actualmente, y eso teniendo en cuenta que estamos hablando de un músico de casi 60 años. Una noche inolvidable, en definitiva, y eso que el sonido no estuvo a al altura de las circunstancias, con varios altibajos, acoples, algún que otro pitido y una sensación de que no se llegaba a registros mas altos cuando se podía perfectamente. Estas deficiencias no empañaron el concierto, aunque tal vez dejaron una sensación de “podía haber sido aún mejor…”; pero, ¿alguien pensó en algún momento de la velada que eso sería posible? A las 10 y cuarto, un cuarto de hora mas tarde de lo estipulado, aparecieron sobre el escenario Bruce Sprigsteen y los nueve miembros actuales de
Se abrió el fuego con Tunnel Of Love, un comienzo AOR, mediotempista en crescendo y nocturno, perfecto para ir ambientando una velada de pasión rockista y fuertes sensaciones. Y es que en esta segunda fase de su Magic Tour, el de New Jersey ha preferido relegar el repertorio procedente de su último LP, Magic, a favor de una selección de temas fundamentales de toda su discografía. Cuatro fueron en total los temas interpretados de su último álbum, tan bien recibidos como los temas más emblemáticos y explotados. Variando muy poco los temas clásicos, estaba claro que Springsteen y su banda desean que todo el público reciba sus temas favoritos prácticamente tal y como los conocieron, aún mucho más enriquecidos con la interpretación de más instrumentos que en las grabaciones originales y con sitio también para jams e improvisaciones instrumentales varias resueltas con profesionalidad y solvencia. Tras el preludio con el Bruce tecladista de finales de los 80 post-Born In The USA, regreso al presente con el estimulante primer single de Magic, Radio Nowhere que puso la primera gran traca explota estadios e insufló las dosis de adrenalina al público necesarias para afrontar el vendabal que se avecinaba. Luego, No Surrender, la declaración de principios del americano de clase baja con ansias de ascenso social convertida en canción-himno del partido Demócrata, sirvió para mostrar la pericia de los miembros de
Tras los temas iniciales, Bruce desató definitivamente su rol de comunicador nato y en la pasarela al efecto, comenzó se “mezcló” con el público a lo largo de dicha plataforma, la cual ocupaba la longitud del escenario. Apretones de manos, palmadas, y recolección de carteles hechos a mano por el público, en donde en algunos figuraba el título de algunos temas del músico que la gente deseaba que interpretase, terminaron de establecer la comunión absoluta entre el intérprete y su público. Sin separarse de sus guitarras en los primeros compases del recital (y de las que mas tarde iría prescindiendo), el Boss echó el resto con The Promised Land o Prove It All Night, el rock desengañado, proletario y loser del LP Darkness On The Edge Of The Town, con abundantes solos de Van Zandt y Lofgren, cada uno en su magistral estilo guitarrístico. Se echaron en falta mayores duelos instrumentales por parte de Bruce y los miembros de su banda, tan solo el impromptu final entre Springsteen y Little Steven de Prove It All Night sirvió la catarsis de diálogo virtuosista que muchos del público esperaban, aunque los problemas en las torres de sonido no ayudaron mucho. Por el contrario, cuando el de New Jersey se largó unos espectaculares solos en otros temas, afortunadamente no hubo ningún inconveniente y se pudo disfrutar de los punteos de un guitarrista voluntarioso pero menos brillante que los dos acompañantes antes citados, quienes tuvieron también sus abundantes momentos de protagonismo a lo largo de la noche. Una aguerrida versión de Summertime Blues de Chuck Berry puso descaro y energía teenager a la experimentada banda, en general como un reloj en el escenario. El saxo de Clarence Clemons (fenomenal showman) sonó imponente en todo momento, Max Weimberg demostró ser un batería fuera de serie, Nils Lofgren puso la cadencia country rock (esa distorsión steel guitar), Van Zandt la sureña (y su complicidad escénica con el jefe) y Roy Bittan y Garry Tallent, siempre más discretos, el inconfundible colchón sonoro y ambiental que siempre ha acompañado a Bruce en disco y en directo durante más de 30 años.
Llegaron los momentos de emoción: a petición de uno de los carteles que portaba alguien del público, Bruce regresó a sus comienzos de canción de autor rescatando su 4th of July, Asbury Park (Sandy) de The Wild, The Innocent And The E Street Shuffle, amarga baladita folkie que Springsteen reinterpretó con suma sensibilidad con el apoyo del acordeón de Bittan mientras el escenario se quedaba a media luz y la pantalla grande ofrecía imágenes de un desierto parque de atracciones. Con la carne de gallina tras el interludio intimista, la banda recupera energía pero en dosis moderadas ofreciendo la enérgica versión eléctrica de uno de los temas acústicos mas conocidos de la carrera de Bruce, Atlantic City, batería imponente de Weimberg, pianos poderosos, espectaculares cambios de ritmo y la voz de Springsteen echando el resto con al complicidad de un coreante público. Livin In The Future y Long Walk Home fueron, a parte de Radio Nowhere, las canciones del ultimo álbum de las que el boss echó mano fuera de los bises y fueron bastante bien recibidas y mucho mejor interpretadas, con esa mixtura soul y folk en la primera, y el tono rabioso y reivindicativo de la segunda. Ninguno de los temas de Magic parecía desentonar en un repertorio mayormente de clásicos. Con mensajes concienciados en esforzado castellano Bruce trató de crear la atmósfera anímica anti-bush previa a Long Walk Home, pero esta claro que es más efectivo el lenguaje internacional de la música ante las dificultades idiomáticas.
Temas del primerísimo Springsteen como Growin´ Up parecen tener sitio en el repertorio en directo del músico en esta década tras haberlos arrinconado durante años, y la verdad es que la oportunidad de su recuperación es total: rock de cantoautor intenso y afectado reivindicable y efectivo en estadios a más no poder. Los momentos más intimistas se combinaron magistralmente con los más callejeros y canallas como Darlington Country (otro tema adueñado por el público), y surgieron sorpresas como la versión de Because The Night, el clásico que Bruce escribió a pachas con Patti Smith y que esta interpretó en 1978, logrando hacer saltar y bailar al público al son de su enérgico y pegadizo estribillo (sensación la que se hizo sentir al oír los primeros compases de piano de la canción). La emoción fue en crescendo con la envolvente balada Tougher Than The Rest , interpretada con alta intensidad junto con Patti Scialfa en uno de los momentos cumbre del recital. Había que terminar el concierto antes de los bises y era momento de alargar los temas y buscar el delirio del respetable: Prove It All Night tuvo varios falsos finales, She´s The One sonó tan negra, arrebatadora y bluesrockera como su original del 1975 y Mary´s Place puso al público de pie con su alegría entre sureña y de Rythm and Blues.
Tras hacer el mutis de rigor, Bruce y los suyos reaparecieron a lo grande concatenando temas de alto voltaje: Badlands , inmortal tema en el repertorio springsteeniano volvió a hacer revivir la época de la crisis del petróleo y sus consecuencias en el campo estadounidense, con su inolvidable riff teclístico y su palmeable y pegadizo estribillo que hizo enloquecer al público. The Last To Die devolvió al Springsteen más políticamente comprometido de los últimos años a través de un rock americano afectado e intenso que no hizo decaer la fiesta final que se estaba viviendo. The Rising, otra vez el Springsteen más maduro de los 2000 en impecable medio tiempo rock para grandes audiencias, fue uno de los temas que precedió a al traca final: el inmortal Born To Run, la pieza por la que jamás pasará el tiempo y que seguirá entusiasmando e inspirando a rockers de diferentes generaciones (porque vagabundos como nosotros, nena, hemos nacido para correr…) dejó definitivamente en pie a la audiencia que aún permanecía postrada en sus asientos, mientras se coreaba su ooooh!...Otro clásico mítico, Dancing In The Dark, el brillante primer single de Born In The USA (1984), el disco que convirtió al boss en un fenómeno de masas, se presentó tan encantador, urbano y ochenteno como le conocidos, aunque su conocidísimo riff de sintetizador fue interpretado por varios instrumentos, y coreado compulsivamente por un público enloquecido, mientras Bruce aún mantenía su chorro de voz pese al largo tiempo que llevaba cantando (se alquila esta pistola, incluso cuando estamos bailando en la oscuridad…). El cierre vino de la mano de American Land, el himno de folk céltico que el boss dedica a todos los inmigrantes de todas partes del mundo que contribuyeron a forjar el pueblo y la nación americana, con toda la banda en primera línea de fuego y el público enfervorizando. Parecía que este iba a ser el último tema, pero no: la propina inesperada llegó con una versión del Twist And Shout fusionado con
Aunque suene cursi, fue una noche mágica. Una fiesta plena con un anfitrión de lujo, una leyenda de la música al que alguna vez en la vida, hay que haberle visto. Trabajo, pasión, honestidad, profesionalidad, buen hacer. Todo lo que toca el Boss se vuelve grande. Y todos los que de alguna manera hemos conectado con su música, también sentimos haber hecho algo grande. Todos queremos ser como Bruce.