** y 1/2
Una película biográfica sobre un gran escritor puede resultar atractiva y comercialmente viable hoy en día pese a que las preferencias del gran público anden por otros derroteros: esto es lo que viene a demostrar este esforzado aunque irregular filme centrado en los últimos días del gran Lev Tolstoi(1828-1910), el gran maestro de las letras rusas. Pero lo malo de esta cuidada coproducción entre el Reino Unido, Alemania y Rusia y dirigida por Michael Hoffman basándose en una novela de Jay Parini es que no consigue evadirse de una cierta rigidez y de unas innecesarias dosis de frialdad y esto termina por debilitar el resultado final de una película que podía haber dado mucho más de sí. Todo esta además muy supeditado al trabajo de los actores, que si bien cumplen con creces (el reparto es más que interesante), es inevitable echar de menos una historia de fondo mucho más presente en el devenir de una trama sustentada en los vaivenes psicológicos y motivacionales de los personajes, algo que por otra parte no esta desarrollado en la película todo lo deseable. El personaje del anciano Tolstoi, magníficamente encarnado esa leyenda viva que es Cristopher Plummer, es, como fácil es suponerse, el carácter que más carisma desprende de toda la cinta: un escritor amado por su país que retirado de la literatura, de la vida pública y de los lujos que le hubiesen reportado su fama, su fortuna y su título nobiliario, se dedicó en sus últimos años (principios del siglo XX) a vivir en una comunidad de campesinos que el mismo había fundado en Yásayna Poliana, en donde inventó una especie de movimiento libertario pre-comunero, naturista, ascético y de cierto carácter anticipatorio del comunismo basado según el en los principios del amor y de la renuncia a las posesiones. Claro que una cosa era la teoría y otra muy distinta la práctica, como muy bien refleja este filme: su matrimonio con Sofya Tosltoya (una eficaz aunque un tanto forzada Helen Mirren), una mujer desquiciada por los efectos del Tolstoianismo en su vida sentimental, se resquebrajaba por momentos.
Aunque las intenciones de esta película son loables, varios errores la lastran. Primero, el manido recurso de una historia real vista a los ojos de una tercera persona, algo que hace aguas si el personaje en cuestión no está todo lo dibujado que se precisa: en ese sentido, Valentin Bulgarkov, el joven secretario de Tosltoi que encarna James McAvoy (protagonista de Expiación y frustrado Bilbo Bolsón de El Hobbit de Guillermo Del Toro), no transmite el carisma suficiente para conseguir que el espectador se identifique con él; y segundo, un tratamiento más de miniserie o de telefilme de amplio presupuesto que de película como Dios manda. Es cierto que al ambientación de época esta cuidada y que el clímax final de la muerte del escritor en la estación esta perfectamente logrado en todos sus aspectos, pero el sabor final que deja esta cinta es de algo que esta decididamente incompleto. No obstante, que nadie deje de ir a verla; se aprende mucho sobre el personaje y su entorno y desde luego que sabe transmitir de forma magistral sentimientos contradictorios, frustraciones, hipocresías y en definitiva, todo un amplio catálogo de imperfecciones humanas que ni el propio Tolstoi, pese a su empeño, pudo hacer frente. Y atentos a los títulos de crédito finales, aparecen filmaciones reales del propio Tolstoi.