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La
asociación de Ridley Scott con el reputado escritor Cormac McCarthy (No es País para Viejos, La
Carretera) ha resultado una pequeña decepción aunque
vista la trayectoria en los últimos años del mítico director británico tampoco
cabía ninguna una maravilla fílmica y sí una película que pese a sus buenas
intenciones no pasa de ser un producto del montón. Un narco-thriller con
connotaciones filosóficas y humanistas del que Scott no logra sacar demasiado a
causa principalmente de una historia irregular y no muy bien contada con
multitud de personajes que a veces pululan sin tom ni son y por un innecesario
constreñimiento en los esquemas maniqueos
y artificiosos del thriller contemporáneo, algo en lo que Scott cae con
demasiada frecuencia. Cierto es que el veterano realizador no ha hecho el
canelo como otros directores de trayectoria contrastada (véase Oliver Stone)
tratando de jugar a ser Tarantino y mostrando todos los tópicos habidos y por a
ver del mundo del narcotráfico en la frontera de Estados Unidos-México, pero
realmente este The Conseulor es un
trabajo menor que bien podía ser firmado por su malogrado hermano Tony, el
“mediocre” de los dos.
El
consejero del título es un joven y hábil abogado (del que no conocemos el
nombre) interpretado con mucha convicción por el cada vez más en alza Michael
Fassbender, que empeñado en meterse en los turbios negocios de tráfico de armas
y estupefacientes para mejorar su calidad de vida y sin que hasta el momento
haya tenido ningún problema gracias a su amistad con hampones, pronto se verá
envuelto en un enorme problemón que amenaza su vida y la de su mujer, Laura
(Penélope Cruz, mucho más convincente que otras veces). Reiner, un rico magnate
y capo delincuente encubierto (Javier Bardem), la novia de este, la intrigante
Malkina (Cameron Diaz) y Wenstray, un traficante canadiense (Brad Pitt) se
mueven alrededor de las tribulaciones de este “consejero” de narcos en esta
suerte de western contemporáneo con unas falsas tierras desérticas de la
frontera mexicana (en realidad las Bardenas de Navarra, no te lo pierdas) y una
en definitiva artificiosidad bastante cansina. Es cierto que la segunda parte
del filme se muestra más dinámica, interesante y con más variedad de registros
tras unos torpes inicios y aquí es donde la película muestra (por fin) sus
intenciones y exhibe su mensaje de manera correcta y segura principalmente por
el estupendo trabajo de Fassbender como un supuesto titán con pies de barro que
comprenderá tarde su error en un mundo que él creía dominar pero que le ha
sobrepasado. El resto del reparto “estelar” realmente es un pegote: cansa ya
bastante ver a Cameron Díaz haciendo el mismo papel una y otra vez y película
tras película, lo mismo que un Javier Bardem al que Hollywood le ha encasillado
definitivamente como un villano bizarro y sin carisma y a un Brad Pitt en un
papel meramente testimonial. Desfilan como secundarios (a veces casi cameos) nombres
internacionales como Bruno Ganz, John Leguizamo, Goran Visnjnic, Rosie Perez o
Rubén Blades en uno de los escasos momentos memorables del filme con homenaje a
Antonio Machado incluido. De todas formas, da pena que Ridley Scott este
terminando así.