***
Inteligente
aunque algo irregular aproximación cinematográfica a la figura de Pablo Escobar
(1949-1993) el millonario capo del narcotráfico colombiano que mantuvo en jaque
a su país durante los años 80 con sus acciones delictivas de crimen organizado
y sus delitos de sangre combinadas con su influencia en la esfera política,
social y económica de su país que le convirtieron increíblemente en una especie
de ídolo para muchos de sus compatriotas. Un interesante debut como director el
del actor italiano de vocación internacional Andrea Di Stefano (secundario en Antes que anochezca o La vida de Pí) que además firma el guión
en esta coproducción entre Francia, Bélgica y España. Benicio del Toro se mete
muy convincentemente en la piel de Escobar (aunque tal vez se vaya repitiendo
demasiado en papeles de hampón relacionado con el mundo de la droga) y logra
una interpretación intensa y matizada que consigue llevar a buen puerto la
finalidad del filme que no es otra que mostrar la compleja personalidad y el
inquietante mundo moral de aquel gran capo de la droga aunque la película no esté centrada en su punto de vista. El filme se
vertebra una historia ficticia que se inicia a mediados de los 80 y que
está protagonizada por Nick (Josh
Hutcherson) un joven canadiense que llega a Colombia junto con su hermano Dylan
(Brady Corbet) con la idea a de abrir una academia de surf y que termina
enamorándose de María (Claudia Traisac), la sobrina de Escobar. Fascinado al principio
por la lujosa vida de Escobar y su familia y por la personalidad de este,
pronto conocerá la verdadera ocupación de su futuro pariente político, pero sus
sentimientos hacia María frenarán cualquier intento de alejarse del clan
familiar y aunque esto le cueste meterse de lleno en el “negocio” contra su
voluntad y principios morales.
Todo
el sórdido mundo de sicarios, venganzas, asesinatos y corruptelas aparece
presentado de un modo áspero y sin concesiones. No hay violencia visual
demasiado explícita pero sí una continua atmósfera de mal que entabla una
encarnizada dialéctica con la búsqueda de felicidad del joven Nick quien no
entiende como puede haber tan escasa distancia entre la belleza que representa
la mujer que ama y la siniestra podredumbre moral del mundo de Escobar, que son
embargo ha sido capaz de producir lujo, riqueza e incluso ayuda a los más
necesitados. Rodada como película de personajes y drama personal más que como
un filme de acción o un thriller, la película cumple aunque un guión demasiado
forzado y una poca claridad en algunas situaciones no consiguen hacer despegar a Escobar: Paradise Lost hacia la
excelencia. Hay momentos tensos muy bien conseguidos y otros no tanto y en
general la película hace bien en no abusar de la historia de amor (aunque a
veces hace algún amago) lo que la haría caer en el pasteloso “Síndrome Titánic”
y eso sería caótico. Un filme que gustará sobre todo a los amantes de la
historia reciente y de personajes controvertidos y repletos de aristas.