BERNIE
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y 1/2
Se
agradece mucho que se haya estrenado por fin en estos lares esta curiosa
comedia negra rodada hace cuatro años obra del prolífico Richard Linklater cuyo
Boyhood resultó para muchos la mejor
película de 2014 y cuya filmografía solo ha sido estrenada en España de modo
parcial. Una nueva muestra de la nada desdeñable faceta comediática del
realizador y guionista, Bernie se basa en una rocambolesca y truculenta
historia real que Linklater ha tomado con un curioso estudio de los engranajes
sociales y comportamentales de la
América profunda y en concreto del Oeste USA y sus
habitantes, todo ello con cierto atisbo de crítica y con mucho cinismo y
risotada gamberra aunque el mensaje humano que deja es claramente desolador. El
caso de Berni Tiede, un peculiar, polifacético y supuestamente carismático
enterrador y predicador vocacional que en 1996 asesinó a su “prometida” la
anciana viuda Marjorie Nugent en un pueblecito de Texas llamado Carthage, tenía
elementos esperpénticos y tragicómicos por un tubo y así lo entendió el
director, que ha hecho de este oscuro pero estrafalario relato una comedia
original y muy degustable que fluctúa
magistralmente entre la ficción y el documental vez para mostrar como la
realidad resulta a veces devastadoramente ridícula y más propia de la
fabulación.
El
otras veces excesivo Jack Black en su papel de Bernie se muestra muy convincente
en su papel de un hipócrita caradura convertido en una especie de ídolo de
provincias en un pueblo de rednecks
tejanos poco proclives al escándalo y al alboroto que al final terminaron
rendidos ante el encanto de un hombre con demasiados secretos en sus
intenciones y acostumbrado a aparentar lo que no es: se nota que Black preparó
el personaje con el verdadero Tiede, en la actualidad en prisión, ya que se
nota enormemente el mimetismo con el personaje. Por su parte, un mito viviente
como Shirley McLaine encarna a las mil maravillas a la vieja gruñona Marjorie,
una mujer entregada pese a todo a los beneficios de una relación con un hombre
más de 40 años mas joven que ella. Aunque la película pierde fuelle en los
últimos 20 minutos hasta entonces se disfruta
con un curioso formato cinematográfico en el que con muy pocos actores
profesionales la historia dramatizada transcurre hilarante y muy bien narrada
alternándose con testimonios reales de habitantes de Carthage que conocieron a
Bernie y a Marge y que nos dan su punto de vista sobre todos los aspectos del
caso, además de las intervenciones (en falsa entrevista esta vez) de algunos
actores y actrices interpretando a otros lugareños que cumplieron un papel
relevante en la historia y que aparecen ligeramente caricaturizados: aquí nos
encontramos con Matthew McConaughey en el papel del fiscal el distrito,
interpretado demasiado a la manera de otros personajes suyos en otros filmes. Entre
el rigor del documental y la caricatura esperpéntica y con influencias
estéticas que van desde los hermanos Coen a los comics de Robert Crumb, Bernie
es una película inusual y deliciosa que una vez más muestra la enorme
versatilidad de Richard Linklater.
MR. HOLMES
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Han
pasado 138 años desde su creación por parte de Arthur Conan Doyle pero aún
sigue inspirando la imaginación popular y dando origen a nuevas obras de
ficción como es el caso de este filme, enésima aproximación cinematográfica a
la figura de Sherlock Holmes, uno de los personajes de ficción más conocidos de
la historia. En esta ocasión nos encontramos ante un filme que como otros
muchos sobre el personaje no toma como punto de partida ningún relato o novela
de Doyle sino una historia apócrifa: en este caso la novela de Mitch Cullin en
donde se fantasea con la vejez del detective de ficción más famoso de todos los
tiempos. No es frecuente- al menos en el cine- la caracterización de un
Sherlock Holmes anciano y retirado y por ello este filme parte con un plus de
innegable atractivo sobre todo para los seguidores de Holmes. Bill Condon, un
director de carrera intermitente con algún título reseñable (Dioses y Monstruos, 1998) y otros
eminentemente comerciales (los primeros filmes de la saga Crepúsculo) dirige con tino un filme más que interesante y con
varios niveles de lectura que logra humanizar al inmortal detective sin llegar
a la desmitificación en un curioso y logrado pastiche what if del universo
holmesiano tan sugerente y seguro a
veces como falto de gancho en otras. Ian McKellen, que ya trabajó con Condon en
Dioses y Monstruos da vida a un Holmes de 93 años (McKellen tiene
76) que en 1947 ya jubilado de sus quehaceres detectivescos vive en una granja
de sussex al cuidado de su ama de llaves la Señora Munro (Laura
Linney) y del hijo de esta, el preadolescente Roger (Milo Parker). Una muy
buena interpretación la de McKellen que logra transmitir ternura y respeto por
este nonagenario Sherlock que lucha contra la perdida de facultades físicas y
mentales (pérdida de memoria, principalmente) y que se esfuerza en todo momento
por recuperar las habilidades y la grandeza que una vez tuvo en un entorno para
él cada vez más limitado por su decrepitud. Una inesperada situación le hará de
nuevo reencontrarse con un antiguo caso que marcó el devenir de sus últimos
años.
Sherlock
Holmes se nos presenta aquí como un personaje real que inspiró todas las obras
que conocemos sobre el investigador – y sus adaptaciones a diferentes medios- aunque
escritas en esta adaptación no por Conan Doyle sino por su fiel ayudante y
narrador de la mayor parte de sus aventuras el Doctor John H. Watson. El retiro
de Holmes y la estrecha relación con el joven Roger con quien establece una
vinculación de maestro-discípulo con rasgos también paternofiliales, le
llevarán a recordar un caso también
novelado por Watson (inventado en esta historia) cuya feliz resolución
literaria no se correspondía con su desgraciado final real. Atormentado por un
inmenso sentimiento de culpa y una sensación de fracaso, Holmes tiene una
oportunidad de descubrir la verdad sobre dicho caso mientras convive con sus
recuerdos y sus miedos de vejez. Una curiosa parábola sobre el paso del tiempo
y la redención que trata con suma delicadeza y merecido tributo a su
protagonista y su universo y que deja el siempre necesario mensaje de la
validez de la experiencia y del triunfo de la razón y el amor sobre cualquier
mal. Buena ambientación situada en dos épocas de postguerra (1919 y 1947) y una
historia dinámica que combina sabiamente ficción detectivesca y melodrama que
sin embargo puede resultar irregular y fallida en algunas ocasiones. Algún
curioso guiño (El protagonista visiona una película con un Sherlock Holmes
cinematográfico interpretado por Nicholas Rowe, el joven Sherlock de El Secreto de la Pirámide (1986)) y
bastantes referencias a los personajes creados por Arthur Conan Doyle refuerzan
el carácter de homenaje de este filme, que pese a no ser nada del otro jueves
sabe como ganarse al espectador.