lunes, mayo 09, 2016

TRUMBO




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En Estados Unidos de vez en cuando se lleva a cabo un tirón de orejas retroactivo a los episodios más oscuros e injustos de la historia norteamericana y a veces resultan bastante significativos cuando se imbuyen en acontecimientos de años en realidad no tan lejanos. Hollywood ha sido una de las principales vías para hacer eso y de si algo se caracteriza es de cumplir correctamente dicha función siempre que se ha puesto a ello, independientemente del grado de honestidad y sinceridad con el asunto en cuestión. La figura del guionista y escritor Dalton Trumbo (1905-1976) uno de los más brillantes libretistas de la historia de Hollywood (Treinta Segundos sobre Tokio, Vacaciones en Roma, Espartaco, Éxodo) siempre ha sido un interesante objeto de medición de los devenires de la historia americana del siglo XX posterior a la II Guerra Mundial y su irrefutable fobia a las ideas que se consideraban “antiamericanas”. Trumbo, miembro destacado del Partido Comunista norteamericano- como muchos de sus colegas de la industria del cine en aquellos años- sufrió la persecución, la cárcel y el ostracismo a causa de unas ideas no toleradas en EEUU y su trayectoria y su rocambolesca situación es lo que nos viene a contar esta interesente pero algo irregular biopic firmado por Jay Roach y que cuenta con una excelente ambientación histórica y un ritmo de narración nada moroso y muy efectivo, algo que suele echarse bastante en falta en no pocas biografías llevadas al cine. Bryan Cranston (serie de TV Breacking Bad), un actor no excesivamente conocido pero enormemente versátil da vida más que eficientemente a Trumbo, un hombre tan idealista como enamorado de su profesión y de sacar en adelante a su familia, aunque su contradictorio carácter no dejó de ocasionarle numerosos problemas en diferentes ámbitos, el familiar incluido. 



El Hollywood de los 40, 50, y 60 en plena Guerra Fría fue el campo de batalla en el que se movió Trumbo , incluido en la lista negra por sus supuestas simpatías filosoviéticas y marginado de la industria teniendo que firmar muchos de sus guiones con pseudónimo (algunos ganadores de Oscar) y perseguido por personajes ultraconservadores como la crítica  Hedda Hopper (Helen Mirren), el actor John Wayne (David James Elliot) y por supuesto por el gobierno de EEUU. El filme cumple en su doble función de crítica a una situación de injusticia histórica y en el de homenaje a Trumbo, así como triunfa en su propósito de retratar las miserias de la industria del cine nortemericano en su época dorada, en donde la corrección política consonante con la Guerra Fría y el American Way of Life llevó a situaciones tan estrambóticas como la que vivió uno de sus mejores guionistas de entonces. Con un reparto eficaz en donde los actores y actrices tratan de recrear con credibilidad personajes reales de dentro y fuera del mundo de cine indpendientemente del parecido físico (Michael Stuhlbarg como el primeramente comunista y después chivato contra los Diez de Hollywood  Edgard G. Robinson, Alan Tudyck como Ian McLellean Hunter, Dean O´Gorman como Kirk Douglas, o Diane Lane como Cleo, la esposa de Trumbo) y una trabajada puesta en escena la película flojea a causa de un exceso de situaciones y un estilo muchas veces demasiado previsible y televisivo. Se echa en falta tal vez mayor riesgo en un filme en donde no faltan escenas reales de cintas míticas o recreaciones de las mismas (y de rodajes) hechas con mimo cinéfilo. Con todo, una película honesta y que se deja ver bastante.