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Ya
no es suficiente. No basta con espectaculares efectos especiales, guiños más
bien forzados a otros géneros más allá del fantástico por aquello de ganar
credibilidad o intérpretes reputados a los que en ocasiones se une algún
director de prestigio bastante despistado: las adaptaciones al cine de los
supehéroes de Marvel Comics siguen siendo más de lo mismo y siguen cayendo la
mayor parte de sus películas (salvo honrosas excepciones) en los mismos
defectos, léase una supeditación al los efectos y al espectáculo puro y duro,
guiones hechos con el piloto automático, un bajón considerable en el nudo de la
historia con respecto al planteamiento y cada vez mayor sensación apatía a la
hora de plantear las adaptaciones de los célebres cómics, y aunque en cada
película se trate de insertar algún concepto nuevo que al principio podía
resultar pero ahora ya no. En el caso de este Dr. Strange (conocido por aquí
como Dr. Extraño) se ha querido de imbuir el mismo espíritu un tanto alejado de
los comics Marvel de la historieta original creada por el gran capo Stan Lee y
uno de sus secuaces más brillantes a los pinceles, el no menos grande Steve
Ditko: una estética psicodélica (el personaje fue creado en 1963) y onírica con
inquietantes escenarios fantásticos y un aire espiritual-místico-oriental mágico
con elementos de ocultismo que hizo de Dr. Strange una curiosa rara avis dentro del mundo de los
superhéroes USA y un favorito de muchos de los seguidores del género
superheróico aunque el personaje no ha adquirido tanta popularidad como otras
creaciones Marvel. Esta esforzada pero rutinaria adaptación que dirige un
director efectista pero del montón como es Scott Derrickson (Sinester) puede resultar a ratos
entretenida y muy atrayente visualmente gracias a unos efectos digitales de
puro lujo y unos escenarios y una estética diferente muy elaborada que captan
fenomenalmente todo el universo trascendental y cosmogónico del personaje, pero
pese a un inicio prometedor que parece más bien de un drama convencional y un
engañoso escoraje hacia caminos temáticos no transitados por Marvel Studios, la
película termina cayendo en lo de siempre, leches a mansalva incluidas.
El
hecho de reunir en este filme a intérpretes más que eficaces como Benedict
Cumberbatch (en la piel de un correcto Dr. Stephen Strange), Tilda Swinton,
Chiwetel Ejiofor o Mads Mikkelsen como Kaecilius, el villano de turno, no ha
aportado nada al filme salvo tal vez el trabajo del protagonista en un papel
que le va estupendamente. Y es que Cumberbatch se esfuerza en aplicar cierta
hondura al superhéroe-mago, inicialmente un prestigioso neurocirujano que
buscando en Nepal una cura para sus manos dañadas en un accidente da con una
extraña sociedad mística que le entrena para convertirse en un viajero interdimensional
y con espectaculares poderes psíquicos
que deberá usar junto a sus nuevos camaradas para luchar contra el mal
representado por un peligroso ente cósmico que quiere acabar con el universo conocido.
Por el contrario la intervención de Tilda Swinton, como el gurú El Anciano
(cambiado de sexo y origen étnico en este filme y llamado La Anciana) resulta a veces cargante. En definitiva, entretenimiento con
ciertas ínfulas pero poca chicha que sin embargo parece que será la tónica con
la que siga Marvel Studios en su próximos proyectos.
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