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La
resurrección de la franquicia Alien
con su creador Ridley Scott como abanderado del nuevo proyecto no está
resultando. Ya hace cinco años Prometheus,
sin ser un filme de ciencia ficción deficiente no alcanzó los niveles que se le
presuponían a una precuela de Alien, ahogada en una ridícula pretenciosidad
filosófica a veces metida con calzador que en esta continuación de aquella- y
de nuevo, otra precuela de la película original- curiosamente se diluye para
caer malamente en un filme de terror y acción más que si bien sabe homenajear con
todas sus concomitancias estilísticas, narrativas y mitológicas al siempre
sugerente concepto original de la bestia extraterrestre cuyo única vía de
expresión vital es la depredación, no consigue ser nada que haga justicia a
aquel gran clásico del cine de terror y fantástico que fue Alien El Octavo Pasajero. Por si fuera poco, gran parte de los
conceptos más originales y atractivos de Prometheus, los concernientes a los
alienígenas gigantes humanoides conocidos como Ingenieros aquí apenas pasan advertidos. Ridley Scott, hiperactivo
últimamente a sus 80 años, parece estar convencido de que filmando un filme
tras otro su prestigio se mantiene. Pues no. Mejor no hacer memoria para no
recapitular que películas de Scott de los últimos 15 años son grandes
películas.
Aunque
al igual que en Prometheus nos encontramos ante un descomunal esfuerzo de
diseño de producción y una estética que homenajea muy bien a la iconografía del
desaparecido H.R Giger, el creador visual del extraterrestre, otra vez la
historia echa mano del pastiche, el autoplagio y el remix y en ese sentido la sensación de deja vú es
constante. Aunque teóricamente esta historia debería enlazar directamente con
el primer Alien, da toda la sensación de que aún queda un eslabón por contar y
el fan de la saga se sentirá un tanto confuso. Pese a la espectacularidad de
los efectos especiales y el amplio muestrario de variaciones del alien
anteriores a su legendaria encarnación- muy bien resueltas y también curiosa
aunque un tanto vaga y contradictoria la ilustración de su proceso evolutivo –
un guión poco apasionante y sin verdadero factor sorpresa se encarga en hacer
caer a esta Alien: Covenant en la
mediocridad, algo a lo que contribuye un reparto que actúa de la manera más
rutinaria posible: si la tripulación del Nostromo levantase la cabeza. Solo
Michael Fassbender, el único que repite de la anterior entregajunto con el
fugaz Guy Pearce, se encuentra a la altura de las circunstancias esta vez como
auténtico protagonista de la historia en un más que logrado doble papel como
David, el androide que vimos sobrevivir en Prometheus, y Walter, una nueva
versión del mismo que capitanea el viaje de hibernación de la nave Covenant, en
donde 15 tripulantes, 2000 colonos de ambos sexos y varios millares de
embriones se encuentran realizando un viaje de varios años para colonizar el
planeta Origae-6. James Franco, Billy Crudup y Katherine Waterston como una
nueva heroína femenina hacen lo que pueden como algunas de las potenciales
víctimas de los xenomorfos, pero la credibilidad casi brilla por su ausencia.
Como en casi toda la película.