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Parece que últimamente las historias reales y biopics
deportivos son del gusto de la industria del cine y más particularmente las
centradas es n el tenis- un deporte en donde las personalidades, historias y
egos de los tenistas dan mucho para sí cinematográficamente hablando- como así
lo atestigua este filme y el de próximo estreno Borg Vs McEnroe. Este nuevo filme de la en su día prometedora
pareja de directores Jonathan Dayton y Valerie Ferris (Little Miss Sunshine) -que en 11 años apenas ha dirigido tres
filmes- se centra en un curioso hecho que marcó un antes y in después en el
mundo del tenis y del deporte en general como fue el mítico partido amistoso
que se disputó en 1973 entre la número 1 femenina mundial, la gran Billie Jean
King y el controvertido extenista metido a showman y a provocador-agitador
Bobby Riggs, de 55 años, fruto de una apuesta en la que Riggs, misógino y
machista, aseguró ser capaz de ganar a la mejor mujer tenista profesional debido
a la según él innata superioridad biológica del hombre sobre la mujer. Emma
Stone interpreta con convicción a King, un icono feminista y LGTB (fue una de
las primeras deportistas en visibilizar su homosexualidad), pero su físico y
ciertos tics interpretativos le restan credibilidad mientras que de Riggs se
ocupa Steve Carell que también hace un buen trabajo dando vida de manera
bufonesca a este playboy bocazas y con problemas de ludopatía pero con el
encanto del entrañable caradura. Pese a un ritmo narrativo ágil y un afán por
contar los más curiosos detalles de una historia ya de por sí sugerente
remarcando toda la significación reivindicativa que supuso en términos de
igualdad de sexos. The Battle of the
Sexes no deja de ser una cinta previsible, más escorada a la crónica real
mainstream que al espíritu independiente e iconoclasta que parecían cultivar al
principio de su carrera sus directores y bastante poco sorprendente. Pese a
todo, la película cumple con su propósito de ensalzar la figura de Billie Jean
King y su papel como luchadora del reconocimiento de las mujeres tenistas y su
derecho a cobrar los mismos salarios que los tenistas masculinos aunque no sea
este el tema más central del filme.
Con una correcta ambientación de principios de los 70
y una buena recreación del ambiente tenístico de la época incluida la
reproducción del partido entre King y Riggs y otros encuentros (con tenistas
profesionales doblando a los actores en estas escenas), la película hace
algunas aguas cuando pisa terreno melodramático y sentimental – la relación de
King con la peluquera Marilyn Barnett (Andrea Riseborough, la crisis
matrimonial entre Billy King y su marido Larry (Austin Stowell), las tiranteces
entre el irresponsable Riggs y su
sufrida esposa (Elisabeth Shue)- y
tampoco resulta muy convincente cuando trata de ser una comedia servida por la
histriónica presencia de Alan Cumming (Ted Tinling, el diseñador oficial de
King y de las jugadoras del rebelde y escindido circuito femenino americano) o
Sarah Silverman (Gladys Heldman, representante de jugadoras de tenis) con lo
que el resultado final dista de ser consistente. No obstante, la película a
grandes rasgos logra entretener al espectador y sin que este tenga que ser
necesariamente aficionado al tenis, algo que es un logro. Tal vez Billie Jean
King merecía algo mejor, pero este tipo de películas tampoco desmerecen.