*y 1/2
Esta espectacular pero tremendamente plana superproducción fantástica se ha estrenado con vistas a ser la película de la navidad. Basada en la novela homónima del joven norteamericano Christopher Paolini, publicada en 2003 cuando contaba solo con ¡19 años!, Eragon ha supuesto un gran éxito de ventas que ha propiciado toda un trilogía de la que por el momento ya hay dos volúmenes (toda la saga será llevada a la pantalla). En realidad, la historia, enmarcada en el género de la Fantasía Épica (o sea, tipo ESDLA) no aporta nada nuevo, todo que tópicos y más tópicos (espadas, magos, tribus y pueblos inventados, el bien contra el mal, seres fantásticos). Centrada en los dragones y su mundo, la película carece de interés real, de épica e incluso de aventuras. Esta adaptación dirigida por el debutante Stefen Fagmeier es aburrida y previsible hasta decir basta, aunque no falta espectacularidad, buenos efectos especiales y un fotografía excelente con alguna imagen bastante bella.
La acción se desarrolla en el ficticio reino de Alagaësia donde un joven granjeroEragon (Edward Speelers) descubre un zafiro que en realidad es un huevo de dragón del que nace la dragona Aspira, quien le revela que su destino es ser un jinete de dragones, estirpe desaprecida junto con los dragones en un guerra que tuvo lugar años atrás y en la que venció el actual rey, el tirano Galbatorix (John Malchovich). Con la ayuda de un antiguo jinete, Brom (Jeremy Irons) y la princesa Airya (Sienna Guillory), Eragon y su dragona se prepararán para luchar contra los ejercitos de Galbatorix mientras aprten en la búsqueda de un heroico pueblo proscrito, los vardenos. Los efectos especiales son de recibo, pero vistos cientos y cientos de veces. El diseño de producción y el vestuario no dicen nada, y las interpretaciones, pese al competente reparto en el que también se encuentra Robert Carlyle (Full Monty) como un pérfido brujo son de lo más acartonadas, con un jovenzuelo Edward Speelers que es mas soso que ni se.
La acción por momentos es tedioso y los diálogos maniqueos a tope, pero sería injusto negar algún momento de lucidez formal, sobre todo en los que respecta a la fotografía o al personaje de al dragona Aspira, muy bien diseñado y animado por ordenador pero con poco carisma. En fin, que con Tolkien esto no pasaba.
Esta espectacular pero tremendamente plana superproducción fantástica se ha estrenado con vistas a ser la película de la navidad. Basada en la novela homónima del joven norteamericano Christopher Paolini, publicada en 2003 cuando contaba solo con ¡19 años!, Eragon ha supuesto un gran éxito de ventas que ha propiciado toda un trilogía de la que por el momento ya hay dos volúmenes (toda la saga será llevada a la pantalla). En realidad, la historia, enmarcada en el género de la Fantasía Épica (o sea, tipo ESDLA) no aporta nada nuevo, todo que tópicos y más tópicos (espadas, magos, tribus y pueblos inventados, el bien contra el mal, seres fantásticos). Centrada en los dragones y su mundo, la película carece de interés real, de épica e incluso de aventuras. Esta adaptación dirigida por el debutante Stefen Fagmeier es aburrida y previsible hasta decir basta, aunque no falta espectacularidad, buenos efectos especiales y un fotografía excelente con alguna imagen bastante bella.
La acción se desarrolla en el ficticio reino de Alagaësia donde un joven granjeroEragon (Edward Speelers) descubre un zafiro que en realidad es un huevo de dragón del que nace la dragona Aspira, quien le revela que su destino es ser un jinete de dragones, estirpe desaprecida junto con los dragones en un guerra que tuvo lugar años atrás y en la que venció el actual rey, el tirano Galbatorix (John Malchovich). Con la ayuda de un antiguo jinete, Brom (Jeremy Irons) y la princesa Airya (Sienna Guillory), Eragon y su dragona se prepararán para luchar contra los ejercitos de Galbatorix mientras aprten en la búsqueda de un heroico pueblo proscrito, los vardenos. Los efectos especiales son de recibo, pero vistos cientos y cientos de veces. El diseño de producción y el vestuario no dicen nada, y las interpretaciones, pese al competente reparto en el que también se encuentra Robert Carlyle (Full Monty) como un pérfido brujo son de lo más acartonadas, con un jovenzuelo Edward Speelers que es mas soso que ni se.
La acción por momentos es tedioso y los diálogos maniqueos a tope, pero sería injusto negar algún momento de lucidez formal, sobre todo en los que respecta a la fotografía o al personaje de al dragona Aspira, muy bien diseñado y animado por ordenador pero con poco carisma. En fin, que con Tolkien esto no pasaba.
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