Increíble pero cierto. En esta década del 2000 estamos asistiendo a un redescubrimiento de la figura de Dante Alighieri (1265-1321) que va mas allá del magisterio literario que el notable autor florentino ha impartido durante siglos en la literatura universal, y que se sitúa en variados ámbitos de la cultura, incluso de la llamada cultura popular: libros best-seller, música, cine y hasta videojuegos se han alimentado en los últimos años de la obra del gran poeta italiano, generalmente de su Divina Comedia. Era impensable hace unos años que dicho autor y dicha obra llegaran a convertirse en iconos de la cultura pop, pero esta ocurriendo ahora. Dante superstar.
En mitad del camino de la vida…
Tal vez sea un ciclo que se va cumpliendo en el tiempo: algo del pasado adquiere notoriedad y reconocimiento popular según las características de tal o cual época. Ya disfrutó la obra de Dante en la segunda mitad del siglo XIX de una revalorización que acercó la Divina Comedia a las masas lectoras en plena revolución industrial y con un aumento del poder adquisitivo del pueblo y una mayor extensión de la cultura, como antes, en el Renacimiento y en la Ilustración, la lectura y el estudio de Dante fueron fundamentales en la historiografía
literaria y en el desarrollo cultural occidental. Pero en una época como es la nuestra, donde la lectura parece estar siendo arrinconada por la cultura de la imagen, la “literatura” sms y la pereza intelectual, la figura de Dante y su obra están llegando a un culto, si no popular y masivo, si lo suficientemente extendido como para penetrar en los ámbitos y espacios mas insospechados. La cumbre de la literatura medieval, otrora admirada y degustada casi exclusivamente por seguidores de las letras clásicas, devotos de la poesía, profesores y académicos y amantes en cualquier grado de la gran literatura universal, hoy parece haberse convertido en un objeto de referencia intelectual, cultural, personal e incluso social de bandas de rock, autores de cómics, diseñadores gráficos, programadores de videojuegos, guionistas destajistas de Hollywood, fabricantes de camisetas, etc.
Es cierto que la influencia de Dante en la cultura universal ha sido tal que hablar del influjo del autor de la Commedia y Il Convivio en nuestra sociedad actual, aunque no seamos conscientes de el, resulta una obviedad. Durante más de setecientos años la sobra del florentino ha estado planeando en todos los saberes de la humanidad: la poesía, la filosofía, la teología. La concepción del infierno, la imagen del paraíso, la representación poética del amor y de la mujer, la idea del pecado, lo deben todo a Dante y su Commedia. Pero no vivimos precisamente en unos años en que la cultura y la literatura con mayúsculas sean altamente populares y debidamente protegidas, y sin embargo el nombre de Dante y tanto el imaginario como el relato que el creó para su obra maestra se multiplican por doquier en novelas, cómics, películas, webs de Internet que analizan la obra de Alighieri. En el siglo XX jamás se dio tal nivel en el culto popular a Dante. ¿A que se debe esta Dantemanía que esta viviendo la cultura occidental? ¿Es realmente este momento tan poco propicio o es que no hemos advertido que existen elementos suficientes para que esto ocurra?
Descubrimiento de un enorme potencial atractivo
La sociedad de consumo resucita personajes, objetos y productos del pasado cuando le apetece o cuando le conviene. Ejemplos hay a montones. El caso es que en esta década de 2000 el redescubrimiento del potencial literario y dramático de la Divina Comedia (y por extensión de la figura de Dante Alighieri) es una total evidencia. El auge de la literatura fantástico-histórica ha convertido en best-seller a todo libro relacionado con fantasiosas especulaciones sobre diferentes enigmas o aspectos poco conocidos de la Historia (siempre en conexión con imposibles tramas histórico-conspiratorias), y la Commedia dantesca es un texto que por su simbolismo y profundo contenido poético, místico y filosófico se presta bastante bien a estos fregados. Por no hablar de lo concerniente a religión cristiana, como muy bien saben los fabricantes de literatura superventas (¿verdad, Mr. Brown?). Primero fue la alicantina Matilde Asensi, quien en lengua castellana describía una trama policiaco-religiosa ambientada en el Vaticano con el Purgatorio de Dante como McGuffin en forma de manual de claves secretas en su El Último Catón, novela en donde el poeta florentino y su mundo quedaban reducidos a un mero mapa para aventuras Indianajonesianas.
Otra novela en la estela del género literario puesto en boga últimamente por El Código Da Vinci y que utiliza el supuesto tirón comercial del nombre de Dante es La Ecuación Dante de Jane Jensen, otro thriller fantahistórico con connotaciones esotéricas y conspiratorias que se escora mas al terreno de la ciencia ficción. Aunque no he leído el libro de marras, las sinopsis de la obra a las que he podido acceder no mencionan en ningún momento al vate italiano, por lo que es presumible que su presencia en la trama y espíritu de la novela sea similar que la de Leonardo en El Código Da Vinci; es decir, nula, pese a dar el nombre al libro. Un ejercicio de discutible marketing esotérico-intelectual, visible en los clónicos títulos de los libros del ínclito subgénero.
Claro que no todo ha sido aspirantes a best-seller de intriga pseudohistórica en la prolífica incursión de Alighieri en la literatura de los últimos años. Autores como Piers Anthony (Incarnations of Inmorality) o Stephen Spignesi (Dialogues II) han recurrido a la estructura de la Comedia en sus obras actualizando el texto y personajes dantescos demostrando la transtemporalidad de la obra y la total adecuación del espíritu de Dante en nuestros días, mas allá del uso esotérico de la simbología de la Divina Comedia, bastante devaluada en las novelas que han acometido tal empresa. Pero lo no cabe duda es que mas allá del recurso de la utilización de la Divina Comedia en la literatura culta de hoy (algo que en la historia de la humanidad ha sido constante) es que la obra cumbre dantesca ha llegado hasta la literatura popular en forma de referencias en el mundo del cómic o proyectos tan curiosos como una versión de la Divina Comedia que en 2005 acometieron dos surfistas californianos metidos a escritores en donde el escenario y los personajes de la obra se trasladaban a la América contemporánea, adaptando también el tipo de lenguaje utilizado.
Y dentro de esta Dantemanía hay que citar sin lugar a dudas el excelente thriller del joven Mathew Pearl El Club Dante (2003), en donde dejando de lado la fantasía policíaca y ocultista, se nos ofrece una inteligente trama ambientada en el Boston de 1865 con el poeta Henry Wadsworth Longfellow, el primer traductor de Dante en inglés americano, y su círculo de poetas y profesores de Harvard enamorados de la obra dantesca como protagonistas. La historia cuenta como el autodenominado “Club Dante” de Longfellow, Lowell y compañía mientras trataba de acometer la traducción de la Comedia en medio de la oposición de Harvard por tratarse de un autor en lengua no clásica (acontecimientos reales históricos), es testigo de una serie de asesinatos que tienen lugar en Boston basados en los tormentos del Inferno (acontecimientos ficticios) que les lleva a pensar que alguien esta muy interesado en que dicha traducción no se lleve a cabo. Matthew Pearl (1975), un licenciado en literatura por Harvard, ganador del premio Dante de la Dante Society of America y responsable de una última edición estadounidense del Inferno, demuestra ser un enamorado y verdadero conocedor del autor, además del ambiente literario nortemericano de la época posterior a la Guerra Civil. El merecido éxito editorial y de crítica de esta novela ha terminado de consolidar el auge popular del gran poeta florentino en todo el mundo, esta vez sin recurrir a lo fácil (lo ocultista y religioso) y consiguiendo además que el nombre de Dante se popularice en un entorno tan poco propicio a las letras medievales como Estados Unidos, país que, no obstante, supera a Europa en cuanto al auge del autor en la cultura popular del momento.
Mathew Pearl
Esta popularización de Dante, como jamás se dio en el siglo XX, por obra y gracia de la sociedad de la comunicación, tiene como vemos variadas causas. Y es que se esta descubriendo que la Divina Comedia es una obra que, bien pulida y, por desgracia, desnaturalizada y simplificada, es todo un filón. Esta llena de personajes mitológicos y fantásticos (centauros, arpías, gigantes), demonios y tormentos, y conecta perfectamente con la Fantasía Épica de la saga El Señor de Los Anillos y sucedáneos. Su simbología poética es tan sugerente y perfecta que es muy difícil no resistirse a encontrar significados ocultos en muchos de sus pasajes, y si no se encuentran, se inventan: conexión con la literatura histórico-fantástica que hablamos antes. Su tono teológico y su carácter de obra cristiana son otro elemento de “comercialidad” de la obra, ahora que esta tan de moda la conspiración religiosa y todo lo relacionado con las verdades ocultas de la Iglesia. El Infierno dantesco, que ha inspirado a la humanidad durante siglos, es tan atractivo, sugerente y bien descrito (y cargado de detallitos gore) que su incursión en novelas, cómics o videojuegos supone un plus a la hora de presentar un Averno convincente y atrayente para estos medios. Un redescubrimiento tardío, si; y meramente utilitarista, también. La globalidad de información brindada por internet ha dispuesto la figura de Dante a nuevos creadores y a las masas, algo así tendría que ocurrir en una época como esta.
¿Dante vive?
Tal vez estas razones sean bastante simplistas y traicionen el espíritu de Dante, pero que duda cabe, le han colocado en la cultura popular. En una época donde la lectura y el estudio de la poesía son poco más que residuales y en donde lo intelectual se encuentra en la más ínfima de las consideraciones por parte de la sociedad, parece increíble que un autor y una obra de estas magnitudes y naturaleza haya encontrado un hueco tan preeminente en la mente de escritores de todo tipo, músicos y otros creadores. Es cierto que en nuestra sociedad de hoy, entre las muchas cosas que le faltan, se encuentran el idealismo y la búsqueda del amor y lo sublime que empapan la Divina Comedia, la búsqueda de la luz en un mundo que parece hundirse en las tinieblas de la destrucción, la injusticia, la deshumanización y el horror. Escritores como Pearl y otros, o músicos tan diferentes como Lorena McKennit, Sepultura o Mike Watt, admiradores del autor, son conscientes de que ante la mediocridad de este mundo un buen bálsamo es la Divina Comedia, y con ella la obra de Dante en extensión. En eses sentido, parece estar funcionando correctamente el influjo mutuo entre los creadores y se puede decir que todo artista, escritor o publicitario que se precie tiene que utilizar algún elemento de la Comedia, aunque, eso si, la mayor parte de las veces en el sentido lúdico y/o tremendista exaltador de lo fantástico y tenebroso al que antes aludíamos. Pero, por fortuna, no todo esta siendo así, y en las múltiples utilizaciones del mito dantesco que se están llevando a cabo de los últimos años se percibe no poca voluntad de tratar de elevar libros, discos, juegos o películas a una categoría superior artística y literariamente hablando rindiendo tributo al maestro de las letras italianas y al cautivador poder de las imágenes descritas en la Divina Comedia.
Es evidente, sin embargo, que la poderosa atracción y los múltiples niveles de lectura y comprensión de la Commedia no han sido explotados todo lo que se debiera. Tal vez, esto no se llegue a hacer nunca, porque, se quiera o no, nuestra sociedad esta aún muy lejos de poder aceptar la obra dantesca en su plenitud: no vivimos en el renacimiento, la última vez que esto ocurrió. Sin ir mas lejos, aún no se ha tocado como debiera en esta Dantemanía uno de los temas centrales de la Divina Comedia, como es el del amor, “que mueve el sol y las estrellas”, que Dante encarnaría en Beatriz. Habrá que esperar que al lumbreras de turno se le encienda la bombilla y entonces Beatrice ocupe el lugar en la cultura popular que, por significación en la obra dantesca y en la historia del pensamiento, se merece, casi parejo al de Dante.
La última edición norteamericana del Inferno, cuyo coordinador es Mathew Pearl se ha convertido en un best seller en EEUU por el influjo del éxito de The Dante Club y ha situado al autor en el mundo editorial estadounidense, cumpliéndose con casi siglo y medio de retraso el sueño de Longfellow de que la obra maestra de Dante se convirtiese en una obra popular en USA.
Si nos detenemos en las referencias a Dante Alighieri en los últimos años vemos que la lista es abrumadora. En literatura, a parte de los ejemplos citados en párrafos anteriores, nos encontramos con fantasías históricas sobre la vida y obra del personaje como In The Hand of Dante (2002) de Nick Tosches; la revisión feminista radical de Monique Witting en Virgil, Non o el infierno dantesco en la vida de los afroamericanos en Linden Hills de Gloria Naylor. El cómic Sandman de Neil Gaiman recurre al infierno de Dante con fidelidad. En música, discos que intentan reproducir la estructura trípleta de la Comedia y el espíiritu de la obra, como The Secondman´s Middle Stand (2004) de Mike Watt, The Seven Circles (2004) de Tea Party o Dante XXI (2006) de los brasileños Sepultura; por no citar canciones como Dante´s Inferno de la banda de Heavy Metal Iced Earth, o The divine wings of tragedy de los progresivos Symphony X, y sin olvidar que The Divine Comedy fue el título del primer disco de la actriz y modelo Milla Jovovich y el nombre de una de las bandas de Rock Independiente mas influyentes de los últimos años. Se pueden encontrar ilustraciones y grabados inspirados en la Divina Comedia (como las de Gustave Doré) en multitud de discos.
En el mundo del cine y la imagen, en los últimos 15 años el espíritu de Dante ha estado presente en trabajos de Peter Greenaway (una adaptación de los primeros ocho Cantos de la Comedia para la BBC en 1990); el proyecto, llevado a cabo por otros cineastas en los 2000, de Kristoph Kieslowski de realizar una trilogía basada en la Divina Comedia; o en referencias evidentes en films tan comerciales como Seven (1995) o de culto indie como Clerks (1995). En el mundo de los videojuegos, las referencias dantescas son múltiples; tan solo citar juegos como Doom, Final Fantasy o Davil May Cray como popularizadores de la obra dantiana entre la chavalería.
¿Influirá el redescubrimiento de Dante en la sociedad occidental actual en una mejora del ser humano? Parece ingenuo incluso el plantearse eso. ¿La figura de Dante se ha mercantilizado al descubrir ciertas cabezas pensantes un cierto y rebuscado tirón comercial en su obra? Es posible, pero todo lo concerniente a Dante siempre se resistirá a convertirse en un mero objeto de consumo por mucho que se intente tal cosa. Lo mejor de todo esto, sin embargo, es comprobar que Dante Alighieri vive y que siempre que le necesitemos a él, a Virgilio, a Beatriz, a los Siete Círculos y al Empíreo Fijo, siempre estarán allí.
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