jueves, noviembre 29, 2007

El aparatito de Lumiere - ADIOS PEQUEÑA ADIOS (GONE BAY GONE)


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El sobradamente conocido actor y guionista Ben Affleck debuta en la dirección con muy buen pie, con este más que interesante mezcla de thriller policial y drama mas o menos existencial, exento, eso si de cualquier atisbo de pedantería. Su protagonista es pro cierto su hermano pequeño Casey, que en estos momentos tiene también en cartelera El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford: no hace tan buen trabajo como en aquella película pero demuestra que es un actor bastante completo, bastante mejor que su brother. Y dicho sea de paso, la película propiamente dicha, es una de las mejores opciones posibles de entre lo que ahora se encuentra en cartelera, en donde Ben Affleck demuestra su talento como guionista y se revela como un director muy competente.

Este filme saltó a la palestra hace unos meses cuando estando previsto su estreno en el Reino Unido dicho estreno fue pospuesto por que ciertas suyas similitudes con el célebre “Caso Madelaine” podían herir sensibilidades. Falacia total: cualquier parecido del argumento de esta película con el cada vez mas estrambótico caso mediático no es que sea mera coincidencia, es que es inexistente. En realidad, al caso parece que va más por el parecido físico de la niña de la peli con Madelaine (discutible, por cierto), así como que la historia gira en torno a secuestro de una cría de cuatro años y la pequeña actriz que da vida a la chiquilla se llama también Madelaine. Una simple coincidencia, esta última, que dio lugar a algunas descabelladas teorías por parte de los enteradillos de turno y que además parece que ha producido un efecto despistante, ya que mucha gente piensa que va a ver el típico dramón lacrimógeno telefilmero, y luego se encuentra con una cosa totalmente diferente, por fortuna. Gone Baby Gone es un filme policial atípico, centrado en la figura de un joven detective privado de Boston, Patrick Kenzie (Casey Affleck) que junto con su socia Angie (Michelle Monaghan) son contratados para buscar a una niñita desaparecida, Amanda, por parte de los tíos de la pequeña, mientras que su madre, una yonqui que se mueve en ambientes marginales, parece importarle el tema solamente lo justo. Patrick, pese a las reservas de Angie, que se irá descolgando de al investigación, se introducirá en los ambientes mas marginales de Boston poniendo a prueba sus convicciones morales (el uso de la violencia) y reencontrándose con restos enigmáticos de su pasado, al tiempo que deciden colaborar con la policía de Boston, quien parece conocer extrañas claves del caso. La película gira pues en torno a la lucha psicológica de un personaje del que muy poco sabemos, ya que el excelente guión apenas nos dice nada del detective Patrik Kenzie y cuando lo hace es en forma de inquietantes detalles que muestran, entre otras cosas, la lucha interna de Kevin contra si mismo, condicionado por sus convicciones católicas. En realidad, el caso del secuestro infantil es una excusa, un McGuffin (elemento iniciador de la trama de una historia) despistante que sirve para hacernos llegar a un drama humano y psicológico tan desasosegante como magistralmente trazado, no exento de sesudos razonamientos metafísicos (la fina línea entre el bien y el mal, principalmente).

El ritmo de la película esta muy bien conseguido y la utilización de los falshbacks no es la típica y convencional en las películas de intriga. Las relaciones entre los personajes y los discursos de cada uno se antojan fundamentales para comprender la trama en su plenitud. Están muy conseguidos los de los detectives de la policía de Boston, Remy Bressant (Ed Harris) y Nick Poole ( John Ashton), dos individuos de múltiples caras. La película es extraña y hermosamente áspera e inquietante, sin ninguna concesión a la blandura y al tópico. Tal vez la falta mas intensidad y mas concreción, a parte de lo poco explícita que es, y entonces hubiese sido una grandísima película.

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