Esta claro que el tema del aborto en la historia no es más que una contextualización para mostrar y denunciar las miserias de un régimen que llevaba a sus habitantes a situaciones extremas que rozaban lo kafkiano, al tiempo que hacía instalarse una miseria moral en gran parte de los ciudadanos, los cuales tuvieron que subsistir a la situación con una inhumana indolencia. Cristian Mungiu cumple con creces tanto su propósito denunciante como su intención de mostrar fielmente y sin ningún cortapisas los aspectos más sórdidos de la vida cotidiana en Rumania en los últimos años del régimen comunista. El guión esta centrado en las tribulaciones de dos universitarias que comparten piso en una residencia de estudiantes, una de ellas, Gabita (Laura Vasiliu) embarazada según sus propios cálculos de dos meses, y su amiga Otilia (Anamaria Marinca), quien decide ayudarla en su propósito de abortar facilitándola un abortista ilegal, un tal Bebe (Vlad Ivanov). Toda la acción se sucede en un día, desde la mañana a la noche, y tenemos la ocasión de contemplar todas las contradicciones morales y todo el sufrimiento interno de ambas jóvenes, quienes tratan de llevar a cabo tal desesperada acción de la manera lo mas perfecta posible, aunque esto, debido a la ingenuidad de Gabita y a diversas situaciones que nos revelan la escalofriantemente absurda realidad rumana de aquellos años, es cualquier cosa menos una tarea sencilla. Todo en la película se sucede de manera tan desesperada como problemática y desagradable, y en ese sentido se logra transmitir el mismo sentimiento de indefensión ante la situación de las dos protagonistas, una, decidida e íntegra pero al final totalmente superada por la situación, y otra, cándida e inmadura, que pese a ser la que propicia el desencadenante de la historia no es más que un sujeto pasivo que casi no sabe valerse por si misma. El principal problema será, sin embargo, un abortista sin escrúpulos, sinvergüenza y amoral, que refleja en que estaba convirtiendo el régimen de Ceaucescu a muchos de los ciudadanos de Rumania.
Realista hasta el más último detalle, la película es de una crudeza casi atroz que sin embargo sabe atrapar y hacer cómplice al espectador, el cual en no pocas ocasiones termina sufriendo la agonía de las protagonistas. Hay que advertir que la película, intensa y sin remilgos, no es nada agradable y no se corta en mostrar imágenes impactantes. El proceso abortivo, auque algo light en este caso, es descrito con detalle y hay algún momento impresionante. Abstenerse gente hipersensible. No obstante, es una película que merece la pena ver. Es importante que el cien de países donde no hay una industria cinematográfica muy fuerte pero si estupendos cineastas se abra cada vez más paso. Y si es con películas tan valientes, claras y honestas como esta, mucho mejor.
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