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El antiguo guionista de al serie de culto de ETB Vaya semanita sabe sacar tajada de una historia fantasiosa enmarcada en un contexto realista, a lo M. Night Shyamalan, aunque sin las pretensiones trascendentales del director hinduamericano, y escorándose más la aventura, el thriller y el entretenimiento. Hay que aclarar que pese a lo que la gente puede pensar, la peli tiene poco de comedia, inclinándose a veces por el drama. Los Cronocrímenes tiene como principal referencia la trilogía Regreso al futuro, en lo que respecta sobre todo a los mejunjes temporales y la aparición de paradojas que ponen en peligro a los protagonistas, los cuales se ven en una lucha incesante contra el tiempo para cambiar ciertos acontecimientos. Todo el planteamiento de traslado temporal, que en realidad solo supone unas cuantas horas de adelanto para los personajes, esta muy bien presentado, conformando un puzzle en el que todo encaja sin fisuras pero que muchas veces puede resultar complejo, por ello es importante prestar la máxima atención durante toda al película, pese a que, como historia, el guión en realidad no puede ser más simple.
Solo hay cuatro personajes en esta película. El protagonista, Héctor (un eficaz Karra Elejalde), es un cuarentón del que apenas sabemos nada a parte de que acaba de trasladarse junto con su mujer (Candela Fernández), de la ciudad al campo. Desde su nueva casa, Héctor contempla lo que parece un intento de violación o agresión a una joven (Barbara Goenaga) por parte de un inquietante personaje con el rostro cubierto de vendas con una extraña tonalidad rosácea. Héctor, huyendo del individuo, llega a parar accidentalmente a una especia de centro de investigación en pleno campo regentado por un joven científico (Nacho Vigalondo), quien le ofrece esconderse en una cápsula rellena de líquido blanco que es en realidad una máquina del tiempo, con la cual Héctor viajará a principios de ese mismo día. Una serie de acontecimientos alucinantes y de digresiones temporales se sucederán en una trama tan apasionante como descabellada. Poco importa que no sepamos que pinta un laboratorio y una máquina del tiempo (de la que tampoco sabemos casi nada) en pleno paisaje rural cántabro o cual es la intención de los personajes en ciertas acciones. La magistralidad narrativa es tal, que lo simple de al historia y la falta de detalles resultan irrelevantes, como el hecho de que prácticamente todo el filme se desarrolle en dos o tres escenarios muy próximos espacialmente entre ellos.
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