Curioso thriller tragicómico británico que partiendo de una premisa casual y fortuita va formando una sórdida y patética historia protagonizada por dos asesinos a sueldo de nacionalidad irlandesa que tras haber perpetrado algunos “trabajos”, se encuentran en la bella ciudad belga de Brujas a la espera de noticias. Con un estilo directo, muy cotidiano y sin concesiones al efectismo narrativo, asistimos a una historia de dudas, remordimientos de conciencia, traiciones y violencia muy explícita que cayendo a veces en lo caricaturesco trata de mostrarnos lo absurdo de la violencia irracional.
Los dos sicarios que se nos presentan en este filme son dos personajes tan patéticos como desagradables: Ken (Brendan Gleeson) un veterano asesino dispuesto a todo con tal de agradar a sus superiores, y Ray (Colin Farell), un joven inseguro y lleno de remordimientos por una acción pasada. Situar a estos dos personajes al límite y llenos de ansiedad en un entorno totalmente ajeno a ellos supone un interesante ejercicio de desarrollo psicológico de personajes que la película aprovecha al máximo. El encuentro de los protagonistas en al ciudad con curiosos personajes, como Jimmy (Jordan Prentice), un actor norteamericano enano de oscuro comportamiento, el desastroso amago de relación de Ray con la belga Chloë (Clémence Poesy) y la concatenación de situaciones absurdas dan al filme un tono un tanto excéntrico y marciano, en donde el homenaje al cine de acción europeo de los 70 (francés, principalmente), es una constante. Como también lo es Quentin Tarantino, en la manera de tratar la violencia y en el recurso de diálogos rebuscados, ingeniosos y frikis, destacando el de la reflexión sobre el trágico destino de muchos actores con enanismo. No obstante, la película se pierde muchas veces por culpa de lo excéntrico de su guión y la pretenciosidad de algunos momentos, como algunas rebuscadas secuencias de homenaje al Bosco que tratan de jugar con el concepto de realidad/sueños. Eso si, el estupendo reparto, que incluye también a Ralph Fiennes, cumple con creces.
SUPERAGENTE 86 (GET SMART)
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El enfrentamiento entre la agencia Control, a la que pertenecen 86 y 99 y la organización criminal Kaos, que en este filme, como era de suponer quiere atacar EEUU vendiendo misiles a diferentes dictadores del mundo hostiles a USA, centra la historia, en parte desarrollada y rodada en Rusia, país al que acuden Maxwell y 99 en su primera misión juntos. La química entre Steve Carrell y Anne Hathaway es muy deficiente y verdaderamente decepcionará a los fans de la serie ya que además, al menos inicialmente, la relación de estos dos personajes es diferente a al que se podía ver en la pequeña pantalla. Carrell, eso sí, se esfuerza en dotar de comicidad y autenticidad a su personaje, imitando, tal vez demasiado a Dom Adams, en tics y presencia ante al cámara. En ese sentido, los seguidores del personaje pueden estar tranquilos ya que además el filme recupera algunos gags o recursos antológicos (el cono del silencio, el zapatófono, la coletilla de Maxwell Smart de “el viejo truco de…”). De todos modos, como película, Superagente 86 no resulta nada del otro jueves, y en ocasiones llega a echarse en falta la premisa básica de un filme de estas características: más humor.
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