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El debut del donostiarra Borja Cobeaga en el largo no ha respondido a las expectativas, ni tan siquiera en la empresa de hacer un filme mínimamente pasable. El responsable de cortometrajes tan interesantes como Éramos pocos (nominado al Oscar de mejor cortometraje) y antiguo realizador televisivo de Gran Hermano y Vaya Semanita, ha optado por la comedia costumbrista en una historietilla rodada en Bilbao con el que fuera actor de Vaya semanita y (amigo del director), Gorka Otxoa, en el papel estelar. Tomando como punto de partida la comedia de enredos sentimentales, Cobeaga trata de contar las tribulaciones y penurias de aquellos jóvenes varones conocidos por algunos foros de internet (según palabras del propio director), como “pagafantas”, enamorados de chicas que les consideran su mejor amigo, pero nada más, aunque el pagafantas en cuestión desearía algo más. Otxoa interpreta a Txema, un chico enamorado de Claudia (Sabrina Graciarena) una atractiva y simpática argentina que reside en la capital vizcaína sin papeles, y que, por supuesto, solo le considera amigo. El espectador, con un elenco de personajes simpáticos y botarates como el que nos presenta el filme (además de los dos protagonistas, una madre viuda sobreprotectora y su novio, un perdedor con ínfulas; un amigo friki y patético; y una exnovia de armas tomar), esperaría al menos una película divertida y entretenida, pero la risa es con ganas en muy contadas ocasiones y la historia hace aguas por todas partes, algo que ya es lamentable en una comedia mas o menos alocada.
Cobeaga no sabe que tono dar a esta comedia: si surrealista, caricaturesco, cotidiano, crítico, juvenil… El recurso a la metáfora burlesca (escenas fuera de la historia que reproducen un falso documental “zoológico” sobre los pagafantas), suena como algo ya muy visto (propio de Vaya Semanita, vaya), y ni tan siquiera alguna audacia puntual (las escenas que preceden a las elipsis temporales provocadas por los desmanes etílicos de Txema), logra salvar de la más absoluta mediocridad a una película solo entretenida y divertida en puntualísimos momentos. Los protagonistas ponen empeño, aunque Gorka Otxoa es un actor muy limitado y casi se ve superado en protagonismo por la encantadora presencia de Sabrina Graciarena, una preciosidad. El hecho de que lapelícula tome de referencia (torpemente) a la comedia madrileña de los 80 es sin duda la razón de la presencia de los veteranos Kity Manver y Oscar Ladoire (curiosamente el personaje que encarna Gorka Otxoa recuerda algunos de los que interpretó el actor madrileño a principios de los 80). En fin, esperemos que para la próxima Cobeaga haya aprendido de los errores.
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