** y 1/2
Con una premisa argumental tan inusual para una película gestada creativamente en EEUU como la del Camino de Santiago, este filme ya de primeras despierta poderosamente la curiosidad del público ibérico por aquello de saber como ven por ahí fuera algo tan genuinamente hispano (pero al mismo tiempo internacional), como es la ruta jacobea. Al final, ha sido necesaria la participación de una productora española, Filmax, que junto con una pequeña compañía norteamericana y el patrocinio de la Xunta de Galicia han llevado a buen puerto esta curiosa pero irregular película rodada en escenarios reales del camino de Santiago, en Francia, Navarra, la Rioja, Castilla, Asturias y Galicia, incluido Santiago de Compostela y su catedral, donde por cierto por vez primera se rodó una película de ficción. Los promotores de la idea no son otros que la ilustre familia actoral estadounidense de origen gallego Sheen-Estevez, con Emilio Estévez como director de la cinta (además de actor) y su padre Martin Sheen como intérprete protagonista. Del mítico protagonista de Malas Tierras y Apocalipse Now (de verdadero nombre Ramón Estévez e hijo de un inmigrante gallego) partió la iniciativa de rodar un filme sobre el Camino de Santiago, después de haberlo realizado hace casi 10 años en compañía de su nieto Taylor, hijo de Emilio y también involucrado en la producción de la película. El resultado es el de un filme bonito de ver, aunque con altibajos y un poco viciado por los un tanto tópicos retratos de ciudadanos de diversos países de Europa y de diversos aspectos de la cultura española, aunque sin caer en lo simple. Por el contrario si que esta logrado el interesante guión de Emilio Estévez que demuestra haberse documentado al máximo para al realización de la película (también hizo el camino una vez aceptó el proyecto) y en donde ha acertado en la premisa de dar a al historia un cierto tono inspirado en El Mago de Oz con cuatro personajes principales siguiendo el “camino de baldosas amarillas” y buscando cada uno aquello que ansía, le falta o desea hacer una vez llegue al final de la ruta. Estévez ha intentado trasladar plasmar espíritu que guía a personas de todo el mundo ha realizar la ruta, propósito nada sencillo y que cumple solo a medias, pero siempre mostrando buen hacer como director pese a que este filme sea de calidad inferior a su anterior película como realizador Bobby (2006). Emilio Estévez se está consolidando pese a todo como mejor director que actor, faceta en la que ha sido siempre una mediocridad (no le llega a la suela de los zapatos de su padre, ni tan siquiera a su hermano Charlie Sheen, que tampoco es ninguna maravilla).
Martin Sheen interpreta a Tom Avery, un oftalmólogo californiano de más de 60 años y posición económica acomodada que un buen se entera de la muerte en Francia de su hijo Daniel (Emilio Estévez), del que no tenía noticia durante un tiempo y del que estaba distanciado desde hace tiempo. En el país galo, Tom se enterará de que Daniel había empezado a hacer el Camino de Santiago, y entonces el oftalmólogo decide hacer él el Camino con los restos incinerados de su retoño introducidos en una caja de metal. En el camino conocerá a Joost, un holandés que quiere adelgazar (Jorick Van Wenningen), Sarah, una canadiense que aparentemente quiere dejar de fumar (Deborah Kara Unger), y Jack, un escritor irlandés que busca inspiración (James Nesbitt), este último un personaje de inspiración real: en sus anécdotas sobre el camino escritas en su libro se ha tomado gran parte del material de esta película, a cambio se ha tenido la deferencia de incluirle como personaje de ficción con una historia prácticamente idéntica a la suya real cuando realizo el camino. El propósito de Tom de terminar lo que su hijo no pudo hacer guía su motivación principal, pero no le será nada fácil encontrar una constancia en su espíritu y ánimo ya que él pronto se desvelará como desbordado por la importancia de su finalidad.
Buenas intenciones y resultado desigual en una película con demasiada tendencia a la idealización y a lo banalmente positivo que además no atina con lo un tanto autotrascendente de su propósito y al final se nota horrores que se toma demasiado en serio a si misma. El reparto internacional cumple y el hecho de rodar prácticamente cámara al hombro haciendo todo el camino de manera real es más que elogiable, pero se echa algo, tal vez mayor épica. La credibilidad del ambiente del camino esta bien conseguida, pero sobran momentos un tanto tópicos como el del encuentro con los gitanos y el retrato de los holandeses como obsesionados por las drogas. Por el contrario, si que cumple con todas las premisas de una buena road movie, pero esta claro que la película trata de aspirar a ser algo más que eso. Un experimento interesante que agrada pero no entusiasma en absoluto.
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