martes, enero 25, 2011

El aparatito de Lumiere - MÁS ALLÁ DE LA VIDA (HEREAFTER)




*** y 1/2

En los últimos años, un estreno de Clint Eastwood se convierte en todo un acontecimiento entre cinéfilos. Con un ritmo de rodaje endiablado, del viejo director y actor (semirretirado en esta última faceta) ya no cabe duda de que vive en su madurez su mejor momento como realizador con obras maestras del calibre de Mistic River (2003), Million Dollar Baby (2004) o Gran Torino (2008) y es por ello que cada nueva película suya estrenada cause expectación. En esta ocasión, Eastwood vuelve a estar ayudado por el ínclito Steven Spielberg en calidad de productor, como ya lo hiciera en su díptico sobre la II Guerra Mundial Banderas de nuestros padres-Cartas desde Iwo Jima y los millones del presupuesto se hacen notar en una película muy interesante aunque por debajo del nivel exhibido por el director en sus mejores películas de la década de 2000. En esta ocasión, Clint Eastwood filma una superproducción de corte más o menos fantástico -aunque el drama se impone en todo momento- que de primeras plantea algo tan sugerente y atractivo como el vislumbrar que hay más allá de la vida, es decir, el más allá. Pero al igual que ocurriese con Million Dollar Baby al final la premisa argumental es tan solo un despiste y la película versa principalmente sobre otros temas y termina yéndose por otros derroteros. Este efecto no esta tan bien conseguido como en la película antes citada, y lo que durante todo el metraje va presentándose como una historia sólida, arrebatadora y muy bien contada termina de manera rápida e inadecuada aunque el final no puede ser más acertado a al hora de mostrar el mensaje real de la película. Verdaderamente, Eastwood sabe tratar grandes tremas humanos y en esta película vuelve a demostrarlo aunque tal vez la resolución final tenga deficiencias, y sabe como engañar inteligentemente al espectador y ofrecerle momentos temáticos variadísimos dentro de una misma historia, que en este caso son tres que se entrecruzan. Sin su guionista habitual en los últimos tiempos Paul Haggis, ahora es Peter Morgan quien filma el logrado guión de este filme.

Más allá de la vida se desarrolla en tres países diferentes y con tres personajes principales que viven en cada uno de ellos y tres historias diferentes que convergen finalmente, con el tema de la comunicación con el después de la muerte como nexo común. Por una parte, Marie (Cécile De France) una joven y famosa periodista francesa que tras vivir en carne viva el pavoroso tsunami del Índico de 2004, experimenta un contacto con el más allá al estar unos instantes clínicamente muerta, Marcus (los gemelos Frankie y George McClaren), un niño británico de extracción social baja que desea comunicarse con Jason, su hermano gemelo recientemente muerto (los gemelos Frankie y George McClaren, otra vez), y finalmente George Lonegan (Matt Damon), un americano con la facultad de poder comunicarse con difuntos una vez entra en contacto físico con sus familiares. La obsesión de Marie por plasmar su experiencia en un libro y su afán por conocer todo lo relacionado con la vida después de la muerte y la obsesión del pequeño Marcus por hablar con su hermano muerto contrastan con la frustración de Lonnegan con su don, del que una vez vivió y ahora solo quiere desprenderse de él y vivir su propia vida. Más allá (valga la redundancia) de el McGuffin  del tema de lo que se encuentra después de la muerte y de algunos tímidos coqueteos con la resolución final del enigma planteado (que no llega a producirse en ningún momento) mediante fugaces imágenes turbadoras, esta claro que Estawood ha pretendido dirigir un drama entre existencial y cotidiano que de alguna manera ilustra la preocupación del ser humano de cualquier edad, sexo, país, religión y clase social con la muerte, y que se resuelve de manera amable y lógica, aunque el devenir final del filme pueda resultar impostado e incluso algo pasteloso. Ese es el gran fallo de la película, el resolverse de una manera un tanto obvia y que puede no ser correctamente interpretada, ya que se nota que el mensaje final trata de ser definitivo y claro, y un servidor no ve que esto se haya cumplido de manera nítida.  

Por otra parte, que vamos a decir a estas alturas de las habilidades de Clint Eastwood como director: que clase, versatilidad en registros, habilidad con el trabajo de actores, gusto, y dominio del lenguaje cinematográfico, además de mostrarse como un narrador fuera de serie. Las escenas iniciales del tsunami son verosímiles y totalmente sobrecogedoras, con un muy buen uso de los efectos especiales informáticos. Tal vez, de lo mejor de la película. Una película que sin ser una obra maestra, tiene clase de sobra para gustar al espectador más exigente.  

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