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El boxeo es un deporte que será todo lo bruto que tú quieras pero nunca ha dejado de dar buenos momentos cinematográficos, tal vez se trate y sin exagerar del deporte más cinéfilo de cuantos existen. The Fighter, efectivo e inteligente filme biográfico dirigido con clase por David O. Russell (Tres Reyes) es una buena muestra de lo bien que se leva el pugilismo con el cine ya que tenemos esta vez a un sólido drama de superación con un devenir algo sinuoso e irregular pero que a la larga consigue ser una película muy gratificante. La premisa es la historia real de dos hermanos boxeadores, Mickey Ward y Dicky Eklund (de padres diferentes). El mayor, Dicky (Cristian Bale), fue un joven campeón de Nueva Inglaterra a finales de los 70 que pocos años después se convirtió en el típico juguete roto por su adicción a las drogas, mientras que Mickey (Mark Wahlberg), fue una joven promesa que tardó varios años en explotar y que tras breve retirada y animado por su problemático hermano se convirtió en campeón del mundo de los pesos welter. Ambientada entre finales de los 80 y principios de los 2000, la película es un hábil retrato de ciertas clases bajas de EEUU y su lucha por tratar de mejorar su condición, ilustrado con la historia de la familia Ward-Eklund, un tanto desestructurado y extravagante clan familiar de Massachusetts liderado por una matriarca histriónica y codiciosa, Alice, excéntrica madre y manager de Dicky y Mickey excelentemente interpretada por Melissa Leo.
Pero para interpretaciones de bandera las que hacen Bale y Wahlberg, especialmente el primero, metido en la piel de un sujeto botarate, inconsciente e inmaduro que a lo largo de la historia va madurando y descubriendo el verdadero sentido de su vida gracias a la ayuda que termina prestando a su hermano, cuya relación con él no fue nunca demasiado fácil. Es precisamente esta extraña relación entre ambos hermanos lo que mejor refleja esta película, la cual cumple con creces el propósito de mostrar una doble y simbiótica historia de superación en donde hay momentos de todo tipo: drama, ternura, crudeza, comedia, visceralidad, con el doble telón de fondo del mundo del boxeo y de la crónica social de carácter hiperrealista. Una cuidada ambientación y vestuario y un cierto tono de docudrama consiguen hacer totalmente creíble esta película nominada a siete oscars, entre ellos a los de mejor actor secundario (Cristian Bale), mejor actriz secundaria (Amy Adams, que interpreta a la novia de Mickey) mejor guión original y mejor película. No se trata de una película redonda ni de una obra maestra, pero merece la pena.
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