martes, junio 19, 2012

El aparatito Lumiere MOONRISE KINGDOM




 
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Wes Anderson es un director singular que nunca defrauda con sus curiosas películas en donde la comedia más tradicional adquiere extravagantes y bizarros tintes que no dejan indiferente al espectador, aplicando a la crítica y la ironía un aire estrafalario y muchas veces caricaturesco, casi de cómic, que deja como resultado películas tan deliciosas y divertidas como Los Temenbauns (2001), Life Acquatic (2004) o  Viaje a Darjeerling (2007). En este nuevo filme suyo, como suele ser habitual escrito por él mismo esta vez en compañía de Roman Coppola, se puede decir que Anderson ha firmado su obra maestra con una comedia excéntrica, surrealista y casi de cartoon  pero al mismo tiempo honesta, tierna e inteligente. Echando mano de actores fetiche del director como el veterano Bill Murray o Jason Schwartzman y recurriendo a un tono más o menos cándido y para todos los públicos (que no políticamente correcto), Wes Anderson construye un impagable teatro de marionetas, una especie de representación de fin de curso de preadolescentes gamberros que desde luego que divierte y entretiene y además deslumbra con su más que lograda iconografía, su look de cómic y su puesta en escena teatral, manierista y un tanto salida de madre con una historia que pese a su sencillez aparente esconde en medio de una maraña de homenajes cinéfilos, situaciones satíricas, chistes y gagas propios del slapstcik  e incontables referencias, un relato de espectacular y versátil alcance gracias a sus (deliberadamente) desdibujados límites y a la superposición de historias, anécdotas y guiños que al final trazan un peliculón con mayúsculas.

Ambientado en una isla de Nueva Inglaterra en 1965 y con divertido tono retro - palpable incluso en su fotografía de colorido “pop” y en sus chillones colores psicodélicos algo desgastados, eso si- la película cuenta básicamente la (tronchante) historia de amor de dos preadolescentes de 12 años, el boy scout huérfano y gafoso Sam (Jared Gilman), que se encuentra de paso en la isla con su campamento scout  y la solitaria pero inteligente Suzy (Kara Hayward), la hija de un anodino matrimonio de abogados (Bill Murray y Frances McDormand) que viven en una vivienda unifamiliar de manierista factura cerca de la costa de la isla. A Sam no se le ocurre otra cosa que fugarse de su campamento para buscar a su amada y allí empieza toda una concatenación de sucesos curiosos, diálogos impagables  y bastante mala uva por parte de unos guionistas que seguro que se lo han pasado como enanos con este curioso guiñol. Un buen reparto muy bien aprovechado que incluye también a Bruce Willis, Tilda Swinton, Edward Norton y Harvey Keitel sabe estar a la altura de las circunstancias por no hablar del nutrido reparto de chavales que está que se sale, incluidos los dos entrañables botarates de protagonistas, todo un retrato del caos total que ocurre cuando se acaba de llegar a la adolescencia. Un fotografía grandiosa a cargo Robert D. Yeoman en donde en una gama de chillones predomina el color amarillo y que no rechaza recursos demodé como el flou (usado en plan irónico, claro) refuerza una puesta en escena que parece una recreación burlesca del universo de la América feliz de Norman Rockwell. Entre los muchos homenajes que se pueden discernir (y que posiblemente me haya dejado alguno) están Melody de Waris Hussein-Alan Parker, MASH de Robert Altman (especialmente cuando se retrata el universo scout reflejado aquí como el mundo militar en miniatura), los cómics de Charlie Brown e incluso hay una broma muy friki y cinéfila en una línea de diálogo a cargo del narrador Bob Balaban relacionada con una escena mítica que protagonizó este actor en Encuentros en la Tercera Fase de Spielberg. Pero bueno, detalles y guiños rebuscados al margen esta es una película muy pero que muy disfrutable y si se va con chavales de entre 11 y 14 años se les puede enseñara a ver otro tipo de cine sin que dejen de divertirse.

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