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De
los cineastas españoles con clara vocación internacional surgidos en los
últimos diez años Juan Antonio Bayona resultó ser con una sola película -El Orfanato (2005)- uno de los más
interesantes y tras aquella pequeña joya del fantástico de gran éxito
internacional de crítica y público, Hollywood no tardó en llamar a su puerta
aunque ninguno de los varios proyectos que el realizador catalán barajó en lo
que debía de ser su debut en la meca del cine llegó a buen puerto. Continuar
(al menos de momento) en el cine español podía parecer una decisión
desacertada, pero visto el tono internacional y casi hollywoodiense que están
adquiriendo muchas producciones españolas con ambiciones (de taquilla), la cosa
no debía de resultar tan extraña y así
ha visto la luz el filme que nos ocupa, una ambiciosa superproducción con
estrellas internacionales del calibre del reciente Premio Donostia Ewan
McGregor y Naomi Watts y una casi total apariencia firmal de lujosa producción
USA. Rodada en gran parte en Valencia, esta es una mixtura de drama,
supervivencia y cine de catástrofes que no oculta sus ambiciosas pretensiones
comerciales gracias a una feroz campaña de promoción y de hecho ya está
haciendo unas taquillas espectaculares (ala, se cuadran en 2012 las cuentas del
cine español) con el siempre oportuno reclamo de que se trata de un filme
basado en un hecho real. La historia nos lleva al tristemente célebre tsunami
devastador que tuvo lugar en Tailandia en diciembre de 2004 y que dejó un gran
reguero de muertes e irreparables daños materiales, centrándose en la
desesperada vivencia de una familia formada por el matrimonio y tres hijos
varones de corta edad en lo que pretende ser un canto al poder del amor y los
lazos familiares frente a la tragedia. La historia en la que se basa el guión
fue vivida por una familia española residente en Tailandia por motivos de
trabajo, pero en el film es anglosajona (cuestiones de marketing). Buenas
intenciones, si; un punto de partida ambicioso desde el aspecto discursivo como
desde el técnico y de puesta en escena, también, pero la película no resulta
nada sólida y es un continuo quiero y no puedo en gran parte por un guión
irregular y excesivamente sentimental. No se trata de un filme deficiente ya
que el esfuerzo técnico, eso sí, es de chapó con unos espectaculares efectos
especiales (donde hay muy poco de informática y eso es una buena noticia) y una
escenografía impactante en donde destacan los paisajes anegados tras el tsunami
y la escenografía de la devastación que literalmente pone los pelos como
escarpias
Si
tiene un acierto Lo Imposible, a
parte de su poderoso aspecto formal, ese es el centrarse en las consecuencias,
tanto físicas como emocionales, del “día después de la tragedia” en lugar de
mostrarnos el transcurrir de la catástrofe (que por otra parte duró un suspiro)
y sus consecuencias inmediatas. Pero tomando a los Barnes como elemento
catalizador de la trama a Bayona se le va claramente la mano a la hora de
administrar correctamente el drama: si que es cierto que el elemento humano de
la historia esta correctamente reflejado y probablemente sea fiel a lo que la
familia en la que se basan los protagonistas vivió en cuanto al plano
sentimental (otro acierto), pero no se atina a combinar correctamente el elemento
psicológico (la reacción desesperada ante la búsqueda de seres queridos en un
entorno de desconcierto y destrucción) con la crónica realista, apareciendo
esta última desdibujada y a veces algo impostada llegando a hacer tambalear en
algunos momentos la credibilidad de lo que se nos narra. Algún momento
brillante en donde se presenta muy bien el elemento anecdótico y naturalista no
exento de emotividad hace subir enteros a la narración, pero enseguida hay algo
que lo fastidia. Tampoco resulta muy efectivo el incluir un elemento
supuestamente poético vago y tópico. Las interpretaciones son excelentes: Ewan
McGregor está que se sale con unas cuantas escenas para recordar, Naomi Watts
consigue transmitir auténtico sufrimiento y el jovencísimo Tom Holland como el
valiente hijo mayor de la pareja es todo un descubrimiento. Pero a parte de los
protagonistas, prácticamente ningún otro actor tiene relevancia en la historia,
sobrando entre otras cosas la breve intervención de Geraldine Chaplin que no se
sabe que puñetas aporta su personaje a parte de su ridículo discurso
espiritual-metafísico que desde luego que no pinta nada. Lastrada por su exceso
de pretensiones, Lo Imposible no es
una gran película, pero podía haber dado mucho más si su director no hubiese tomado
tantas concesiones al melodrama más predecible. Una pena.
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