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Oliver
Stone fue en otro tiempo un cineasta que mantenía un nivel de regularidad en su
filmografía con interesantes películas entre la denuncia sociopolítica y la
crónica histórica todo contado con un enorme componente de realismo y de
habilidad cinematográfica, pero a menudo se notaban carencias, concesiones e
irregularidades que crítica y público pasaban por alto ya que entre otras
cosas, Stone tenía un halo de director estrella que hacía que se le perdonase
bastante. Desde mediados los 90, sin embargo, sus películas comenzaron a
flojear y aunque siempre ha sido un cineasta con una enorme variedad temática
en su cine, su empeño en “modernizar” su cine siguiendo cánones de cineastas
más jóvenes y de tan variado pelaje como David Fincher, Quentin Tarantino o los
hermanos Coen ah terminado de hacer de él un director hábil pero relegado a
películas sencillamente aceptables (o mediocres) sin ninguno de los destellos
de antaño (Platoon, Wall Street, JFK). En este caso, Savages,
un thriller apasionante y muy bien filmado pero que no resulta en ningún
momento excesivamente novedoso dentro del subgénero del thriller de
narcotráfico es una muestra de la relajación del Stone de los últimos años, que
en su madurez va dejando patente que en realidad siempre has ido más un
cineasta comercial que un autor. Un filme muy interesante y con algún momento excelente pero sin aspavientos
Saveges muestra a la perfección la situación de degradación
total de un negocio y situación personal inicialmente prósperos merced a los inescrutables caminos
del destino con la enseñanza (o evidencia) que cuando se comete el mal o se
transgreden los límites de la ética las cosas no pueden salir bien del todo.
Las vicisitudes de dos jóvenes y enriquecidos empresarios del cánnabis que
gracias a su lucrativo negocio ilegal han podido vivir a todo tren en los
soleados paisajes de la costa del sur de California, es lo que se nos cuenta en
esta película, una situación que se torna un auténtico infierno cuando en el
negocio quiere tomar parte un peligroso cartel del narcotráfico mexicano. Chon
(Taylor Kitsch) y Ben (Aaron Johnson), dos jóvenes atrapados en una espiral de
codicia, hedonismo y dinero fácil con una chica casi compartida por ambos,
Ophelia (Blake Lively), que es casi la razón de ser para los dos, se
encontrarán con una realidad atroz cuando el cartel dirigido por Elena Sánchez
(Salma Hayek) les declara literalmente la guerra introduciendo un espiral de
violencia y destrucción acosados por la siniestra figura de Lado (Benicio del
Toro) el hombre de confianza de Sánchez, pese a contar con la esquiva ayuda de
Dennis (John Travolta), el agente del FBI que ha encubierto a los muchachos
durante su actividad delictiva. Un guión dinámico y muy bien estructurado consigue
retener la atención del espectador en todo momento pero a la película le sobra
algún que otro golpe de efecto, un tratamiento de la (abundante) violencia
bastante tremendista y maniqueo y una estética a lo MTV de la que no es ajena
el indisimulado afán de la película por cautivar al público joven mediante
algún que otro cliché verdaderamente ramplón para un cineasta como Oliver
Stone. Con todo, el sórdido y tenebroso mundo del narcotráfico mexicano aparece
reflejado de una manera imponente y desde luego perturbadora no dejando
indiferente al espectador, sea exagerado o no lo que se no se muestra con
respecto a este universo. Con altibajos, la película sabe ofrecer buenos
momentos y va creciendo en interés conforma avanza al trama aunque el final es
verdaderamente impostado. Sobra totalmente la voz en off del personaje de “O”
Ophelia como narradora y se agradece ese tono realista, crudo y a veces
desagradable de las escenas de violencia, bien filmadas y sin tremendismo
barato aunque eso sí, un poco gore. Un thriller más que correcto, sí, pero da la impresión de que Oliver Stone está
envejeciendo muy mal.
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