Belén o nacimiento, un must popular de la navidad presente
en todas partes: hogares, edificios y locales institucionales, centros de
trabajo, iglesias, sedes de organizaciones o empresas…en fechas navideñas
cualquier lugar que tenga (y no necesariamente) cuatro paredes y un techo.
Porque sin la representación plástica tridimensional del nacimiento de
Jesucristo, no nos engañemos, la navidad no sería lo que es. Las diversas
estatuillas y figuras que conforman ese popular conjunto figurativo (aunque de
calidad artística variable) no solo son de sobra conocidas en la cultura
cristiana, sino que se puede decir claramente que representan desde el punto de
vista estético e iconográfico, la esencia de la navidad. En este artículo nos proponemos
hacer un análisis divertido y desenfadado (aunque respetuoso en todo momento)
del Belén o Nacimiento desde la perspectiva de la cultura pop, tratando de
hacer un pequeño y modesto homenaje a este entrañable elemento que siempre esta
presente en nuestra vida durante estas fechas de Navidad, se sea más o menos
cristiano practicante o incluso creyente o no. Montemos el Belén.
Según la RAE, “Nacimiento” en la acepción que tratamos es
una “representación con figuras del nacimiento de de Jesucristo en el portal de
Belén”. Al nacimiento (término más o
menos oficial en castellano de esta representación) también se le conoce como belén -el término más popular en España-
pesebre o portal, estas últimas denominaciones mayormente usadas en
Hispanoamérica, lo mismo que nacimiento. Básicamente, todo belén que se precie
debe tener obligatoriamente las figuras básicas protagonistas principales del
nacimiento de Jesús de Nazaret en Belén según los evangelios: el niño Jesús
recién nacido en el pesebre de paja, San José y la Virgen María. Ese sería el
conjunto mínimo para cualquier belén (si no, no sería tal cosa) , aunque la
mayor parte de los que existen, claro está, tiene más figuras, personajes o
accesorios hasta completar auténticos dioramas entre el modelismo y el conjunto
escultórico y muchas veces con objetos y elementos complementarios como
paisajes (en tres dimensiones o pintados en una lámina a modo de fondo),
maquetas de casas o de ciudades palestinas enteras, reproducciones a escala de campos
y árboles con hierba o musgo reales en ocasiones o incluso de ríos y pozos con
agua real. Además de las tres figuras antes citadas, hay otras que pocas veces
faltan en un belén por minimalista que sea, como son los entrañables buey y
mula, dos animalillos que siempre se representan flanqueando a la sagrada
familia dentro del portal del Belén, generalmente tumbados ya que se supone
(erróneamente) que ambos se encontraban en la gruta de Belén donde Jesús nació
aunque nada de eso dice en ninguno de los cuatro evangelios aunque si en los
apócrifos. No obstante, pese a lo que digan ahora desde las más altas
instancias vaticanas sobre la conveniencia de prescindir de ambos personajes
para adecuar la tradicional y estandarizada culturalmente representación
figurativa del nacimiento de Cristo a la realidad, nada parece que vaya a
motivar al pueblo llano a eliminar a ambos cuadrúpedos de las representaciones
belenísticas, ya que su casi ancestral presencia en los nacimientos es la típica nota
entrañable que ponen los animales en cualquier representación plástica con
pretensiones de resultar simpática y atractiva para los más pequeños, es
decir, que tiene connotaciones casi Disney. Ya fuera del rango de los
personajes o figuras totalmente imprescindibles se encuentran los pastores (en
número variable), los tres Reyes Magos, campesinos adoradores o en su tarea,
ángeles, etc. Y como escenario principal
(al margen de otros secundarios en belenes más elaborados) el Portal de Belén,
aunque no se pueda decir que sea imprescindible debido a lo engorroso que
supone muchas veces el guardarlo año tras años sobre todo cuando el belén es
básico: las versiones pueden ser infinitas, además de la gruta minimal y
rústica existe el cobertizo de posada, el portal (propiamente dicho) de un
edificio modesto, la cuadra…en realidad todo lo que la imaginación pida ya que
no hay acuerdo entre los evangelistas en cual fue el tipo de lugar exacto en
donde nació Jesús. Y es que, el mundo de los belenes no es canónico en cuanto
las representaciones incluso en lo tocante a vestimentas, paisajes u objetos
existentes, la mayoría de las veces cometiendo incorrecciones históricas fruto de la influencia de la tradición ancestral cristiana en las
representaciones iconográficas religiosas que siempre tienden a plasmar a los
personajes de la época de Jesucristo con ropajes grecolatinos. A parte de esto,
está la costumbre en algunos lugares de añadir deliberadamente en los belenes
elementos folklóricos nacionales o regionales, aunque a veces el efecto que produce
es más bien ridículo.
El mundo del belenismo (el arte de configurar y construir
belenes) es la verdad enormemente rico, variado y complejo como para abarcarlo
en unas cuantas líneas. Toda una ciencia
para sus cultivadores, que siempre tratan de dar al nacimiento distinción
artística, el belenismo nos enseña que los tipos y categorías de belenes son
sencillamente infinitos ya que son muchos los ítems que conforman las
diferentes clases de belenes: según su calidad artística, según su adscripción
o no a temas locales, según su montaje sea
más o menos elaborado, según su perspectiva, etc. Los materiales de las figuras del belén (que
castizamente en la península ibérica se denominan “figuritas”) pueden ser
también muy variados: porcelana, yeso, barro, terracota, escayola, plástico,
madera, metal…prácticamente cualquier material que pueda ser moldeado o
trabajado. Ojo, que las figuras del belén no tiene por que ser artificiales ya
que también existe el concepto de “Belén viviente”, entendido como una
representación estática de la escena del nacimiento con personas reales
haciendo de “figuritas”, una cosa que la mayor parte de las veces queda
bastante patética cuando los trajes de los personajes están hechos con cuatro
trapos.
Se atribuye a San Francisco de Asís la invención del belén
en el siglo XIII, aunque desde los comienzos del cristianismo existieron
representaciones pictóricas del nacimiento de Jesucristo con todos los
elementos típicos: la sagrada familia, la mula, el buey, la estrella de Belén,
los adoradores e incluso los Reyes Magos. La tradición dice que en la nochebuena de 1225
en Greccio (Italia), Francesco de Assisi tuvo la genial idea de conmemorar el
nacimiento del Salvador oficiando una misa junto a un pesebre vacío (el lugar
donde supuestamente había nacido Jesús) custodiado por un buey y una mula tal y
como figuraba en los evangelios apócrifos y en diversos cuadros y
representaciones del nacimientos que se venían haciendo desde la edad antigua;
en otras palabras, pretendía representar las condiciones del nacimiento de Cristo aunque esto difícilmente pueda ser
considerado como un belén, pero lo cierto es que fueron los franciscanos los encargados a
partir del siglo XIV de introducir el belén figurativo (hecho con figuras de
madera o barro) en la liturgia de sus órdenes y en extenderlo por todas las
iglesias primero de Italia y mas tarde del resto de Europa, siendo al principio
una práctica que tan solo se daba en el ámbito eclesiástico que más tarde
pasaría a la nobleza, a la aristocracia y finalmente el pueblo llano. Desde el
siglo XVIII, época en la cual el belén se popularizó enormemente, el belenismo
se instaura en todo el mundo con diferentes variantes y atribuciones pero con
su esencia inmutable. España desde el siglo XVIII es uno de los países
belenistas por excelencia junto a otros europeos como Italia, Francia,
Alemania, Austria, Chequia o Polonia o casi toda Sudamérica.
No cabe duda que en navidad los belenes son algo tan
habitual y tradicional año tras año que se puede decir que forman parte de
nuestras existencia, pero pocas veces nos hemos parado a pensar seriamente en todo
su significado iconográfico. ¿Los conocemos realmente? ¿Qué es lo que tienen
los belenes? ¿Qué es lo que suponen para la gente en general las diferentes
figuras? ¿Resulta conveniente llamar Belén a un intento de representación
parcial de dicha localidad palestina? (ya que con ese nombre esperaríamos
encontrarnos con una maqueta a escala de todo Belén, pese a los intentos de
hacer belenes que reproducen casi una aldea entera) Es lo que trataremos de abordar a
continuación repasando sus principales figuras, escenarios y elementos
San José, la Virgen y
el Niño
Como hemos dicho antes,son los elementos indispensables de los
belenes y los que le dan razón de ser; de hecho su imagen es la esencia misma
de la navidad (la Natividad) El Niño Jesús, siempre en el medio en su
cuna-pesebre flanqueado por José y María. El que ambos personajes estén a la
izquierda o la derecha del Niño es algo que resulta variable. El Niño puede
estar dormido, despierto, acurrucado o incluso bendiciendo con la mano, una
modalidad bastante extendida en los belenes españoles cuando se trata
especialmente de un Jesús de rubios cabellos que el Niño no parece un recién
nacido ni de palo.
Con respecto a José y María, su plasmación suele ser
variable: de pie, sentados, arrodillados, en posición orante. El báculo de José
es casi consustancial a la figura. Pocas veces veremos a estas dos figuras
vestidas a la usanza israelí del siglo I - aunque en los últimos tiempos esto
está cambiando- ya que por ejemplo José suele ir con túnicas romanas. Esta escenografía básica de la natividad
(complementada por el Buey y la Mula que comentaremos a continuación) casi
siempre va inserta en el Portal de Belén (sea cual sea su versión, como hemos
visto antes) el cual en bastantes ocasiones esta coronado por la “Estrella de
Belén”, el astro errante que según la tradición guió a los Magos de Oriente hasta
Belén deteniéndose justo sobre la gruta (¿era en realidad el cometa Halley?) Hay
que decir que la estrella como elemento belenístico hoy en día está un poco
demodé
El Buey y la Mula,
especies en peligro de extinción
Se puede prescindir de ellos cuando la representación de la
natividad trata de ser minimalista y no pasar absolutamente nada, pero eso
ocasionaría el berrinche de los más pequeños.
Efectivamente, la importancia que han adquirido el toro castrado y el
híbrido hembra entre caballo y asno (aunque siempre parece más esto último) en
la representación belenística y en general en la iconografía navideña es
sencillamente monumental. Estos bichos en el Nacimiento tienen su impronta
simbólica conectada con la historia de Israel según la Biblia (Profeta Isaías),
pero no han faltado quienes lo consideran el símbolo de la pobreza y humildad en
el portal de Belén. Sea como fuere, por su carácter entrañable, por lo bien que
quedan en el conjunto o simplemente por que nos da la gana, la mula y el buey,
que aparecen desde las primeras representaciones pictóricas paleocristianas de la natividad, no deben ser
nunca eliminados del belén pese a las últimas recomendaciones pontificias.
¡Podíamos llegar!
Los Reyes Magos (y sus
camellos y pajes)
Los Magos de Oriente son tal vez las figuras no esenciales
más recurridas en el belenismo. Los regaladores de oro, incienso y mirra
hicieron su acto de aparición en la iconografía cristiana desde el crepúsculo de la edad antigua, cuando
se les empezó a representar en número de tres y bajo los nombres de Melchor,
Gaspar y Baltasar, aunque nada se dice ni de su nombre ni de su número en el
Evangelio: es más, ni siquiera fueron reyes, se les empezó a considerar así en
la edad moderna en concordancia con la riqueza de sus regalos a Jesús, propios
de monarcas o nobles. Se sabe también que los Magos no acudieron a Belén
inmediatamente después del nacimiento de
Cristo sino después de varios días, pero el concepto tiempo en los belenes
sencillamente no existe.
Existen diferentes formas de representar a los tres Reyes
Magos en un belén, la más extendida es a manera ecuestre sobre camellos
dirigiéndose al portal situados a unos palmos de este (nótese que aquí
aplicamos el concepto escala, lógicamente, cuando en realidad estaríamos
hablando de metros o de kilómetros). En esta representación, los Magos muchas
veces van acompañados de pajes (inherentes a su naturaleza real) que van
andando tirando del camello produciéndose en un entorno tan poco propio para
ello como es el navideño y cristiano la desagradable dualidad amo-criado. Otra
representación común es los tres Reyes Magos de pie o arrodillados (sin
camellos ni nada) adorando al Niño con sus tres regalos en mano. Hay que decir
que muchas veces la cabalgadura de estos personajes no es el camélido sino el
caballo (aunque en realidad el camello sea más bien un dromedario). Los magos
de Oriente, con sus capas, coronas, tocados exóticos y demás aportan glamour al
belén y por ello siempre son figuras bastante preciadas y “fan favourites”
entre los belenistas
Pastores y sus ovejas,
que no falten
Los Pastores con sus pellizas de lana, sus bastones y sus
ovejas son también unas figuras bastante habituales en los nacimientos. En los
belenes hispánicos muchas veces se parecen por su indumentaria a los pastores
de un pueblo de Castilla o Extremadura, pero siguen resultando igual de
entrañables. Su número no es fijo en las representaciones belenísticas y muchas
veces son el gremio con mayor representación en los belenes-diorama. Pueden aparecer
adorando al Niño (la adoración de los pastores), en sus quehaceres pastoriles o
reproduciendo en una esquina del nacimiento la aparición del ángel a los
pastores, donde se les coloca alrededor de la hoguera adoptando manieristas
aspavientos de asombro o terror dignos del peor alumno de la escuela de arte dramático. Las ovejitas
suelen ser figuras a parte, pero muchas veces el pastor o la pastora en
cuestión los lleva en sus hombros (con lo fácil que sería llevarlos atados con
una cuerda cual canes). También puede aparecer otro tipo de animales como
vacas, gallinas, cerdos, asnos, en fin, toda una granja.
Lavanderas
Seguimos con los oficios del pueblo llano en el Belén del
año 0. Es curioso que cuando se trata de representar a personajes femeninos en
los belenes, la lavandera sea el más estandarizado, por así decirlo, auque haya
también pastoras, hilanderas, etc. La lavandera ha terminado por convertirse en
un personaje imprescindible en todo belén que se precie, casi siempre
representada arrodillada a la orilla del río ejerciendo así su labor. El
personaje en sí ve aumentada su importancia cuando el río es de agua real y la
figura se mueve mediante procedimientos mecánicos, convirtiéndose entonces en
el centro de atención.
Carpinteros, herreros
y oficios diversos
En los belenes panorámicos podemos encontrar figuras que
representan diversas ocupaciones por aquello de reproducir “fielmente” el día
a día de Belén en el nacimiento de Cristo. Huelga decir que las estatuillas en
cuestión están muy afanadas en sus oficios: el herrero martillando, el
carpintero serrando, la campesina cavando, el leñador talando, el alfarero
modelando. No suelen ser muy habituales estos personajes ya que son genuinos de
los belenes panorámicos, artísticos, en diorama o mecánicos (es decir, los que
salen más caros) y su función en los mismos es más o menos el equivalente a los
extras de las superproducciones en el cine: hacer bulto y dar espectáculo
visual. No nos engañemos, los belenes con movimiento existen principalmente
para justificar la inclusión de estas figuras o viceversa, ya que son casi
siempre las únicas dotadas de movimiento… aunque a decir verdad con esto
consiguen robar protagonismo a la escena de la natividad.
Soldados romanos y
Herodes (los malos malosos)
En toda representación con sustrato más o menos dramático no
podían faltar los villanos. Es cierto que no es muy común en los nacimientos la
presencia de los soldados romanos, pero tampoco son escasos los que los
incluyen. A decir verdad no pintan nada en los belenes al aparecer casi siempre
al margen de todo lo que se representa en ellos incluido el nacimiento, pero su presencia es requerida por la gente
mayor por aquello de que da cierto tono peplum (muchos belenes historiados al
final terminan siéndolo) que les recuerda a su infancia de matinés
cinematográficas con cosas como Ben-Hur
o Quo Vadis, donde los romanos eran
los feroces enemigos de los cristianos. Lo de la exactitud histórica de las
indumentarias de los soldados sería para hablar largo y tendido, pero no lo
vamos a hacer. En algunos nacimientos también se llega a incluir la figura del
Rey Herodes, el malo oficial de la navidad, en su palacio (ya cuando hablamos
de belenes-mamotreto) u ordenando la matanza de los inocentes, que a veces
también se escenifica.
Ángeles
En épocas pasadas era muy común incluir a ángeles en el
belén (en la visita a los pastores o coronando el portal de Belén), pero
curiosamente esta figura tiende a disminuir en importancia al menos en los
belenes españoles. Queda bien cuando la figura es para colocar de pie, pero el
efecto super héroe que provoca cuando hay que colocarlo mediante alambres para
que parezca que está volando es algo kirsch.
Chozas y casas: modelismo
para el belén
Los belenes más elaborados se suelen prodigar en todo tipo
de maquetas: casas, talleres, chozas, castillos (el de Herodes, generalmente)
en perspectiva. Aquí entra en juego el modalismo aplicado al belenismo y muchas
veces se consiguen auténticas obras de arte. Esto es propio de los belenes de
asociaciones, organizaciones, empresas, iglesias o instituciones públicas; en belenes
hogareños es más difícil hacer esto, pero hay quienes invierten horas y horas
en esto con inmejorables resultados.
Ríos y pozos, cuando
el agua fluye.
Es señal de distinción belenística el incluir agua real (en
circuitos cerrados) ya que es un recurso que suele dejar con la boca abierta a
la concurrencia cuando esta bien puesto, aunque últimamente esté ya muy visto.
Los pozos son ya todo un clásico, si tienen agua dentro, mejor todavía y ya si
el cubo sube y baja mecánicamente, ni te cuento. En los ríos otro tanto de
obtención de categoría puede darse, si bien resulta más económico el socorrido
papel albal (o cualquier material plástico) haciendo las veces de agua.
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