***
Se
agradece que exista cine de verano de buena calidad con una buena combinación
de calidad y comercialidad, tal es el caso de esta entretenido filme que bajo
las premisas del cine espectáculo realiza un trabajado homenaje al mundo del
ilusionismo y de pasó nos advierte de los excesos del mesianismo mediático de
algunas celebridades poniendo como ejemplo un atractivo “what if” sobre que
ocurriría si un grupo de ilusionistas se convirtiesen en líderes de masas embaucando
a un enorme número de personas con sorprendentes trucos más allá del
espectáculo y que de alguna manera pretenden revolucionar el orden establecido
y hacer a su modo un tipo de justicia ante situaciones límite, aunque
saltándose las fronteras de la legalidad y cayendo en el delito. Cuatro magos (Woody
Harrelson, Isla Fisher, Jesse Eisenberg y Dave Franco) que de la noche a la
mañana deciden unir sus fuerzas en un espectáculo común gracias a un misterioso
benefactor ponen en jaque al FBI y la Interpol a causa de un espectacular truco en el
cual atracan un banco en París desde Las Vegas: este es el detonante a partir
del cual se empieza a fraguar una interesante (y algo tramposa) historia con un
trasfondo de intriga e investigaciones policiales y aliento hitchckoniano salpicada
con espectacular pirotecnia servida por los trucos de los cuatro magos de turno
y más que interesantes efectos especiales. No obstante, a la película le falta
credibilidad, un guión más sólido y le sobran personajes tópicos y cansinos (la
policía francesa interpretada por Mélanie Laurent), aunque no por todo esto
deja de ser muy un inteligente entretenimiento.
Pese
a que parece que lo más destacable es su estética urbana nocturna con unos
sublimados (y algo engolados) Las Vegas y NY y la sugerente puesta en escena en
las secuencias en las que los ilusionistas ejecutan sus espectaculares trucos,
no debería caer en saco roto el buen trabajo de su cuarteto protagonista, unos
personajes que pese a estar esbozados con cuatro líneas cumplen su función de
engatusar al espectador para ponerlo de su parte y hacerle partícipe de su
enrevesado juego basado en las apariencias: aquí es en donde resida la
principal virtud del filme, que traslada todo el efectismo y trampantojo del
ilusionismo más allá de la pantalla haciendo disfrutar al espectador como un
enano ante tal despliegue de falsas apariencias y juegos de engaños. Por el
contrario, la intervención de ilustres veteranos como Michael Caine o Morgan
Freeman se antoja desdibujada y dispuesta únicamente para dar más empaque a la
historia, pero esto no se consigue. Como tampoco el papel de Mark Ruffallo como
implacable agente del FBI logra transmitir convicción, algo que se pierde
definitivamente con una resolución de la película bastante floja en lo que
atañe a dicho personaje. Puede que no sea plato para todos los gustos pero uno
se lo paso bien con esta película
No hay comentarios:
Publicar un comentario