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Es
un hecho que el cine a lo largo de su dilatada historia se ha aproximado de una
manera un tanto tópica y turística a la India y su legado histórico (el cine de fuera de la India, claro) y que rara vez
este país haya tenido un retrato fidedigno y no idealizado en la gran pantalla
ni incluso en la propia industria cinematográfica india, la más potente del
mundo. No obstante, de vez en cuando surgen esforzados intentos con logros
desiguales que ofrecen interesantes aproximaciones a los ricos matices de la
compleja sociedad hindú así como a su enrevesada historia, tal es el caso de la
obra de la directora Deepa Mehta, una cineasta india afincada en Canadá que
firma un nuevo filme que como de costumbre en ella no ha resultado
decepcionante aunque sí algo irregular.
Esta
coproducción británico-canadiense con la mayor parte del reparto hindú tiene
como principal atractivo apriorístico el estar basada en una de las mejores
novelas del popular literato Salman Rushdie, quien además ha colaborado con la
propia Mehta en el guión adaptado y ejerce de narrador en off de la película,
algo que se pierde en la versión doblada en donde Salvador Vidal (Mel Gibson,
Liam Neeson, Michael Douglas) pone su voz al escritor anglo-indio. Y el
resultado aunque sin alardes es satisfactorio, con una cuidada producción
excelentemente ambientada en diferentes momentos históricos entre 1917 y 1977 y
una luminosa y cromada fotografía que refuerza varios efectos dramáticos a lo
largo del filme. Midnight´s Children
es un fresco histórico de la historia de la India desde su condición de colonia privilegiada
del imperio británico a principios del siglo XX hasta su decadencia económica,
política y territorial como consecuencia de continuas guerras a finales de
dicho siglo, pasando por el momento crucial de su independencia en 1947. Con un
tanto engolados e insuficientemente explotados elementos de realismo mágico
como impulso de la historia, el guión se centra en la vida y circunstancias de
su protagonista y narrador en al ficción, Saleem (Satya Bhabha) un joven nacido
el mismo día de la independencia de la
India hijo de una pareja humilde que es cambiado al nacer por
una enfermera de ideas revolucionarios por el bebé hijo de un rico matrimonio,
con el fin de subvertir el destino de ricos y pobres en el nuevo país
independiente. Aunque Saleem se sentirá pese a todo estrechamente unido la que
el cree su auténtica familia (y cuya historia es la que él cuenta) no tardará
en darse cuenta que en su país el concepto de riqueza y pobreza es algo
inestable y en experimentar en su propia carne ascensos y descensos personales,
espirituales y sociales íntimamente ligados a la trayectoria histórica de la
India. Su Némesis, el niño por el que fue
cambiado, Shiva (Siddarth) también experimentará continuos cambios personales
servidos por la evolución de la propia India, porque Saleem y Shiva son además
“hijos de la medianoche”, personas nacidas al filo de la medianoche con poderes
y facultades extraordinarias que no dudan en utilizar para cualquier fin, noble
o impuro.
Aunque
el tono fantástico-realista de la película está muy bien conseguido, se ve que
el filme busca un tono de epopeya y de saga histórica que no termina de cuajar
y por ello el drama es lo que prevalece más en la película (aunque eso sí con
una emotividad bastante fallida), trufado de cierto componente de comedia: en
ese sentido puede que decepcione algo a espectadores que busquen un retrato
convincente de la historia de la
India en el siglo XX, así como a los que esperen un fresco
social realista y certero (que aparece aunque de una manera muy básica). El
tono que preside el filme es de del cuento simbólico y el de la magia y en esa
tesitura hay que quedarse para no exigirle más de lo que ofrece. Así es como mejor se peude degustar una
película amable y muy bien contada.
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