domingo, noviembre 29, 2015

TRUMAN




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Es complicado hacer un drama centrado en una temática tan tremenda como de la muerte y la vivencia de alguien que sabe que su fin está cerca, pero películas como esta esforzada y sublime Truman demuestran que este es material para historias de altísimo y muy profundo nivel tanto humano como psicológico y que cuidadosamente manejadas por narradores tan excepcionales como Cesc Gay, el resultado no puede ser otro que el de casi una obra maestra. Con los personajes justos y una total credibilidad en todo lo que se cuenta reforzado por una naturalidad costumbrista en diálogos, caracterización de los personajes y planteamiento de las situaciones que huye del sensacionalismo y del sentimentalismo barato e impostado, Truman es una historia con mayúsculas, un sincero y emotivo canto a la vida, la esperanza y la amistad que lejos de buscar la lágrima fácil busca la implicación del espectador para validar emocionalmente un relato sin un planteamiento de historia propiamente dicho y en donde el trato sin cortapisas de las tribulaciones, vivencias y reflexiones de un enfermo de cáncer terminal que sabe que en poco tiempo va a morir y que trata de dejarlo todo atado con la ayuda de su mejor amigo resulta una epopeya vivencial fascinante y con muchos matices.

Ricardo Darín interpreta a Julián, un actor argentino residente en Madrid que decide dejar su tratamiento de quimioterapia para poder finalizar su agonía en menos tiempo de lo previsto. Su amigo Tomás (Javier Cámara) un profesor de matemáticas que reside en Canadá, viaja a Madrid con la intención de apoyar emocionalmente a su amigo- aunque no está del todo de acuerdo con su decisión- y, posiblemente, despedirse de él. La reunión  no resulta del todo fácil en parte por algún inoportuno reencuentro con el pasado pro parte de Tomás pero sobre todo por las un tanto desconcertantes decisiones de Julián en los últimos compases de su vida (la principal obsesión de Julián es buscar un nuevo dueño para su perro boxer, Truman). Ricardo Darín da un auténtico recital interpretativo como un hombre completamente entero ante su muerte y extremadamente preocupado ante el destino posterior de sus seres queridos aunque literalmente ya no le quede casi nada después de una vida de deudas económicas e infidelidades. Sólo un actor como Darín podía dar vida con tal convicción a un personaje tan difícil y contradictorio y ante un situación de tal magnitud, mientras que Javier Cámara no se queda atrás como un fiel y racional testigo de comportamientos inesperados ante una situación al límite, tratando de aportar una sensatez algo impostada en un caos de sensaciones, sentimientos y vivencias que también le afectan a él y de manera poderosa. Diferentes personajes se cruzan con el dúo de manera casi fugaz a lo largo de la historia, aportando cada uno la representación de su lugar y rol en todo el asunto: el médico, el veterinario del perro, la exmujer, el hijo de Erasmus, el examigo engañado, el jefe y mentor, el empleado de la funeraria…actores como Eduard Fernández, Alex Brendemühl, Javier Gutiérrez, Natalie Poza, Elvira Mínguez, Silvia Abascál o el veterano José Luís Gómez realizan cuasi cameos cada uno con su sugerente significación...pero es el perro Truman el que con su relación especial de fidelidad con Julián cataliza el sentido último de la historia. Gestos, miradas, palabras, matizan las sensaciones de los personajes en una película que sale triunfante de su difícil propósito de resultar contenida, inteligente, sensible y emotiva.    

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