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Que
Hollywood anda totalmente falto de ideas no es ninguna novedad y que se ha
sumado al carro de la explotación del negocio de la nostalgia- algo que resulta
últimamente más que cansino en los múltiples contextos en los que esto está
sucediendo en todo el mundo- es evidente. Por ello a nadie a estas alturas le
ha extrañado que se recupere el clásico de la comedia fantástica de los 80
Ghostbusters (1984) para hacer un remake después de marear la perdiz con una
nueva entrega (sería la tercera) y con la verdadera naturaleza de este nuevo
filme que finalmente no es más que una nueva versión con elementos que lo
adecuen al cine de entretenimiento de hoy y con un significativo cambio en su
planteamiento ya que los Cazafantasmas esta vez son cuatro mujeres en lugar de
aquellos muchachos del Saturday Night Live que lograron como actores,
guionistas y productores un inesperado taquillaza fusionando la comedia yanki
gamberra de los 80 con el cine fantástico y de efectos especiales para el
público de todas las edades que tan en boga estaba hace tres décadas. Con el
también actor Paul Feig como director y Ivan Reitman- director de los
Ghostbusters de los 80- y Dan Aykroyd- actor y guionista de los Cazafantasmas
originales- en el staff de productores no es de extrañar que este remake sea un
continuo homenaje al filme original con un guión prácticamente idéntico- un
grupo de científicos (as) frikis y más bien torpes que repentinamente unen sus
fuerzas para aplacar una oleada de apariciones fantasmales en Nueva York
provocadas en realidad por un inesperado e inquietante acontecimiento
sobrenatural (que esta vez es diferente al del film original)- imágenes
calcadas de la película de 1984, situaciones más o menos equivalentes a las de
aquel filme, y cameos de prácticamente todo el reparto principal del la peli de
Reitman en nuevos papeles: Bill Murray (en un papel algo más largo y
significativo que el resto), Sigourney Weaver, Dan Aykroyd, Ernie Hudson y
Annie Potts se dejan ver por allí, solo faltan el fallecido Harold Ramis (que
aparece en forma de busto) y el retirado Rick Moranis
Un acierto de la nueva Ghostbusters es que sus
nuevas protagonistas asumen roles que no son equivalentes a los de los cuatro
cazafantasmas de los 80. Así, Melissa McCarthy como la un tanto alocada pero
meticulosa simpática lideresa del equipo de exterminadoras de fantasmas Abby
Yates, Kristen Wiig como la aparentemente escéptica y remilgada Erin Gilbert,
Kate McKinnon como la experta en gadgets parpasicológicos Jillian Holtzmann y
Leslie Jones como la taquillera de metro metida a cazadora de ectoplasmas Patty
Tolan, componen nuevos personajes con momentos desiguales en cada uno de ellos
que si bien a nivel individual funcionan la relación entre ellos en esta historia
se antoja totalmente incompleta, en especial la relación de amor-odio entre
Abby y Erin que en realidad funciona como elemento de relleno. Con unos efectos
especiales obviamente mejores que los de la fuente original- sustituyendo a los
fantasmas marionetas y animatrónicos por espectros creados por ordenador- y una
presencia de escenas de acción y lucha más del gusto del público juvenil actual
que la primera versión carecía y que muchas veces sobran, el filme solo resulta
verdaderamente disfrutable en su primera parte con la presentación de los
personajes y el planteamiento de la premisa desencadenante -bastante poco
estimulante y con el error de mostrarla prácticamente en los primeros compases
del metraje además de estar sustentada en un villano nada carismático- ya en la
segunda parte nos encontramos con un reiterativo festival-homenaje con
referencias por un tubo y la aparición de personajes y momentos reconocibles
por los fans de Cazafantasmas. Si el repartod e protagonistas se limita a
cumplir el casting de secundarios esta bastante perdido con un Chrish
Hermsworth que trata de explotar malamente su vena cómica como Kevin, el
apolíneo recepcionista de las Cazafantasmas y algunas caras de prestigio como
Charles Dance y Andy García que se limitan a pasar el rato. Parece ser que
vendrá una secuela, y es que en el cine como negocio la nostalgia no es un
error.
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