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El
pasado de un país en la actualidad tan peculiar como es China no es algo que a
los propios chinos les sea especialmente cómodo, es por ello que esta nueva
cinta de Zhang Yimou solo hurgue de manera un tanto superficial pero clara y
evocadora en las miserias del pasado régimen comunista de la Revolución Cultural
china, concretamente en sus últimos y tumultuosos años en la década de los 80
del siglo XX. Basada en una novela de Geling Yan, Regreso a Casa habla de forma metafórica de la imposibilidad de
afrontar los dolorosos recuerdos de una injusticia, en un país que queriendo
alcanzar la libertad individual para sus habitantes y la justicia social llegó
al fanatismo y a la opresión cebándose en los disidentes al Partido Comunista,
muchos encarcelados en los años 60 y 70. Así, lo que en un principio podría
considerarse como un drama familiar es en realidad una historia política con
una evidente denuncia a la política represiva en la China maoísta que trajo
entre otras muchas consecuencias la indefinición moral de muchos de sus
habitantes, el miedo, y la imposibilidad de establecer unas relaciones
personales normales incluso en el seno de una familia. Esto es lo que le ocurre
a mediados-finales de los 80 a
la joven bailarina Dan Dan (Huiwen Zhang) y a su madre la profesora Feng Wanyu
(Gong Li) cuando el padre, Lu Yanshi (Chen Daoming), después de huir de la
cárcel donde se encontraba por “delito político” y tras un breve encuentro con
su familia es detenido es puesto en libertad pocos años después tras el fin del
régimen revolucionario y no es reconocido por su esposa, quien padece un
extraño tipo de amnesia selectiva. Dan Dan, desconcertada ante el hecho de
tener que volver a convivir con un padre ausente que el régimen parecía insistir
que olvidase y por lidiar con un madre enferma que también parece rechazarle a
ella por motivos que ella no entiende, es el símbolo de la proyección de futuro
de un país que trataba de superar una injusticias difícilmente superables y que
terminaron lastrando a sus habitantes inevitablemente.
Zhang
Yimou se esfuerza esta vez por dar un estilo realista y conciso a una historia
ciertamente amarga en el que el espectador parece sufrir con la joven
protagonista y con su padre, un hombre empeñado en recuperar a su mujer en una
misión que se va antojando desesperadamente imposible. El equilibrio entre la
calidez humana y la denuncia política es el pilar en el que se sustenta un
filme sobrio pero muy sugerente que no da tregua emocional al espectador. Gong
Li está impresionante como una mujer que va deteriorándose física y mentalmente
esperando algo que en realidad ya pasó, que no es otra cosa que el regreso de
su marido, símbolo del tibio cambio de una situación desesperante. Otro nuevo
acierto del mejor director asiático vivo.
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