domingo, octubre 30, 2016

ELLE





**** y 1/2

El regreso a Europa de un veterano todoterreno como el holandés errante Paul Verhoeven ha resultado un acierto en tanto que, como ya demostró en sus anterior  El Libro Negro (2006) y en la no estrenada en España Steekspel (2008), el realizador de 78 años ha podido volver a sus orígenes de aquella mezcla de cine social y psicológico-humanista con cierto elemento provocador en forma de un erotismo bastante salido de madre y un cruel componente crítico con la sociedad occidental, algo que se apreciaba en su ya legendaria Delicias Turcas (1974) y en otras cintas de culto como El Cuarto Hombre (1983). Elle, basada en una novela del francés Philippe Dijan, resulta una película que además de ser bastante coherente en la mejor filmografía de Verhoeven bien puede ser considerada como el mejor filme del director holandés en mucho tiempo. Rodada en Francia en régimen de coproducción entre Francia, Alemania y Bélgica y con un reparto galo en su mayoría encabezado por esa grandísima actriz que es Isabelle Huppert, la película no pudo ser producida en Hollywood - donde Verhoeven ha rodado filmes como Robocop, Desafio Total o Instinto Básico- por lo crudo del material de partida, la película sin dejar de ser un drama apuesta por cierto elemento de comedia (negra) insertado en un contexto no solo bastante incómodo argumentalmente sino esquivo e inteligentemente tramposo en su afán de mostrar engañosas apariencias, lo que da un resultado tan desconcertante como enormemente fascinante. Un excelente trabajo de narración y estructura de guión que convierte lo que debía de ser un drama personal en toda regla en una extraña historia psicológica de superación, relaciones personales y familiares, búsqueda personal, venganza, amor-odio y fascinación por el mal (uno de los temas preferidos de Paul Verhoeven) todo con clave de thriller y que no deja indiferente a nadie.

Michéle (Isabelle Huppert) una exitosa y económicamente bien situada ejecutiva divorciada de unos sesenta años es víctima de una violación en su casa por parte de un enmascarado. Sin denunciar la agresión y esperando unos días para contárselo a unos pocos allegados, Michéle decide convivir con su calamidad tratando eso si de dar con el misterioso culpable cayendo cada vez más en una poderosa y perversa atracción hacia dicha situación vivida y hacia la persona del violador que la mujer vive en en silencio, al tiempo que sus relaciones personales con compañeros de trabajo, amigos, su ex esposo, su madre, su hijo recién casado y su nuera llegan a una nueva dimensión en la que Michéle ya no parece tenerle miedo a nada al tiempo que su sexualidad se sublima hasta llegar a lo prohibido y su cruel sinceridad hacia el hipócrita entorno que le rodea le va creando no pocos problemas formando en ella un todo que la sublima como un ser un tanto amoral y ambiguo marcado por cierto por un terrible y oscuro pasado que parece resurgir y que podría ser en realidad el causante de la irrupción de la nueva Michéle. Ni que decir que Huppert es dueña y señora de la función como una mujer inteligente y aterradoramente cuerda y racional en contexto que volvería loco a cualquiera, dentro de un trabajo actoral en general más que eficaz. Un película tensa, perversamente arrebatadora y brillante que se queda a poco de ser una obra maestra y que pone en relieve lo buena que puede ser una película cuando hay una gran historia que contar

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