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Sigue
40 años después facturando una pasta gansa la franquicia Star Wars -desde la
adquisición por parte de Disney de Lucasfilm más producto de mercadotecnia que
nunca, si es que alguna vez lo ha dejado de ser- y convocando a multitud de
espectadores de diferentes generaciones incluso en películas fuera de la saga
oficial como es el caso de esta Rogue One, el primero de los tres spin off con
respecto a la serie con la historia principal que se estrenarán alternamente
con las entregas de dicha serie en los próximos años. Ya no hay que rasgarse
las vestiduras y lamentar lo mucho que se está explotando la gallina de los
huevos de oro galáctica, esto es algo que ya se veía venir e incluso las salas
de cine que parecían territorio exclusivo solo para las entregas oficiales de
la serie han terminado por acoger productos más o menos secundarios y a priori
con menos pretensiones que sin embargo aspiran a colmar las ansias de los
seguidores de Star Wars y de paso seguir haciendo caja. En esta ocasión, y una
vez más con George Lucas totalmente fuera del proyecto, se ha querido hacer un
guiño al devenir de la serie original y su historia- en especial a la primera
entrega de 1977, algo que ya hizo en plan pastiche y algo torpemente Star Wars VII: El Despertar de la Fuerza (2015)- y se nos
ofrece un relato inmediatamente anterior al inmortal episodio IV aunque eso si
con nuevos personajes como protagonistas y dejando a un lado al héroe Luke
Skywalker y a otros personajes fundamentales aunque eso sí recuperando como
secundarios a otros no menos carismáticos de anteriores entregas. Dirige el
británico Gareth Edwards (Monsters)
quien sabe llevar a relativo buen puerto un espectáculo basado en la omnipresencia
de los efectos especiales en un conjunto que aspira a ser la película más
bélica de la franquicia Star Wars consiguiéndose eso de una manera tan
previsible y rutinaria como visualmente espectacular y sacrificando los
momentos dramáticos y el desarrollo de personajes -en otras entregas sin ser
los personajes ningún arquetipo shakeasperiano precisamante resultaban más
interesantes- por un desarrollo muy precipitado y a veces forzado marcado por
un guión que pese a algunas luces en forma de emocionalidad e inteligentes
guiños-homenaje y un tono más adulto
resulta vago y una vez más, repetitivo.
Uno
de los escasos aciertos del filme es la curiosa traslación que se hace de los
conflictos bélicos basados en la sublevación popular frente a un poder tiránico
establecido, algo que como bien es sabido es el leiv motiv de la saga-
especialmente en la trilogía original- pero que nunca había aparecido de manera
tan contundente. Rogue One, un escuadrón de la Alianza Rebelde formado por
varios miembros de la misma con motivaciones diferentes y dispuestos incluso a
desobedecer a las autoridades de la
Alianza, se lanzan a la búsqueda de los planos de la
mismísima Estrella de la Muerta,
el arma destruyeplanetas recién construida por el siniestro Imperio. La joven
Jyn Erso (Felicity Jones, muy forzada) cabeza visible del escuadrón, tiene el
handicap emocional de que su padre, el científico Galen Erso (Mads
Mikkelsen)fue contra su voluntad el ingeniero principal de la Estrella de la Muerte, algo que pocos en la Alianza conocen, entre
ellos el capitán Cassian Andor (Diego Luna). A partir de allí hay buenas
escenas de acción y de combates espaciales, momentos de enorme carga
adrenalinítica, pero en general no mucho destacable como filme de aventuras y
ciencia ficción, algo a lo que no ayudan personajes tan poco claros como el de
Saw Guerrera, interpretado por un despistadísimo Forrest Withaker. Es curioso
como se ha querido dar un tono étnico al filme con personajes interpretados por
actores de varias etnias (asiáticos, árabes, aforamericanos, europeos,
hispanoamericanos), aunque al final la
mayor parte de los nuevos personajes sean de chichinabo. Pero como era de
esperar, lo que más interesará al seguidor de Star Wars es la presencia de
personajes anteriores como Bail Organa (de nuevo Jimmy Smits), la senadora Mon
Mothma (Genevieve O´Really) o los cameos de otros, además de la icónica
presencia de Darth Vader en una intervención reducida y en un papel más
extenso, del Gobernador Moff Tarkin, con un Peter Cushing revivido genialmente
gracias al CGI con los movimientos y la voz de Guy Henry: unos villanos que
siguen fascinando, algo que no se puede decir de Orson Krennic, interpretado
por Ben Mendelson. La vida sigue igual y Star Wars también, aunque ya ni
oigamos penas los épicos acordes de John Williamns en este filme estamos
claramente ante una nueva vuelta de tuerca de la saga que convencerá a muy
pocos y no entusiasmará a casi nadie.
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