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Con
una gran expectación ha llegado la segunda parte de Los Guardianes de la
Galaxia (2014), tal vez la mejor película hasta la fecha
de Marvel Studios y singularmente, ya que el cómic en que se basaba esta
película y la continuación que nos ocupa no se adscriben directamente al género
de superhéroes propiamente dicho- santo y seña de Marvel Comics - sino en el de
la ciencia ficción en su vertiente espacial aunque eso si con todos los elementos
consabidos de acción desbordante. Esta segunda entrega, pese a seguir el tono
más o menos iconoclasta, políticamente incorrecto y levemente gamberro de la
anterior película, ha pinchado bastante y es que es posible que la fórmula ya
de poco más de sí, aunque se siga agradeciendo ese curioso tono de homenaje a
la cultura pop, que puede resultar a veces un tanto metido con calzador. El
director James Gunn repite, así como el elenco de actores que da vida al
peculiar grupo de héroes errantes espaciales dispuestos a proteger la galaxia
de todo tipo de amenazas. Chris Pratt, Zoe Saldana, Dave Bautista, Michael
Rooker, Karen Gillan y las voces de Bradley Cooper y Vin Diesel dan vida de
nuevo a los miembros (oficiales y no oficiales) de los Guardianes que en esta
ocasión deben hacer frente a la amenaza que supone el propio padre del guardián
semiterrestre Peter Quill alias Starlord (Chris Pratt), un ser de la especie
casi divina de los celestiales que es en si un planeta paradisíaco, Ego, que
puede tomar la apariencia corpórea de un ser humano, que aquí lleva los rasgos
de un retornado Kurt Russell, del que se incluye una versión rejuvenecida por
ordenador en algunas escenas del filme.
Hay el consabido tono de comedia, interesantes
insertos de aventura apocalíptica, ramalazos de western y aventura tradicional,
personajes bizarros y muy atractivos en la línea de la mejor y más imaginativa
ciencia ficción espacial y divertidos guiños de cultura popular de nuevo
aderezados con la banda sonora de clásicos de los 60, 70 y 80 del walkman de
Quill que esta vez incluyen a gente como Cat Stevens, Fleetwood Mac, Sweet o
George Harrison; pero ya no hay apenas factor sorpresa y ni si quiera
personajes hechos para meterse al público en el bolsillo como la versión bebé
del árbol humano Groot llegan a cumplir al cien por cien su función. Al reparto
no obstante se le nota entregado y divertido en una producción de lujo con
efectos especiales deslumbrantes y un guión simple pero muy inteligentemente
dispuesto y lleno de pasión por la acción que tras un comienzo algo flojo
comienza a cobrar interés en la segunda mitad del metraje. Sylvester Stallone
realiza un cameo como el mercenario Stakard Ogord, cuyo papel puede ampliarse
en sucesivas entregas, y por supuesto vemos de nuevo al inefable Stan Lee en
una de sus cada vez más absurdas intervenciones. Una película para los amantes
de la evasión inteligente.
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