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Una celebración de entretenimiento. Esto es lo que
ofrece ni más ni menos este suntuoso y un tanto manierístico musical inspirado
muy libremente en la biografía de un personaje singular, Phineas Taylor Barnum
(1810-1891) empresario del espectáculo padre del concepto del circo moderno (su
Barnum & Bailey Circus fue pionero) que encarna un enérgico Hugo Jackman.
Canciones con efecto y algunas realmente logradas, coreografías historiadas,
una ambientación del Nuez York del siglo XIX más de cuento de hadas que
realista y una historia de superación y con mensaje de tolerancia (aunque un
tanto simplista) envuelven a una película que cumple lo que promete, que no es
otra cosa que recordarnos que el mundo del espectáculo (representado aquí por
el incipiente negocio circense) es algo hecho para hacer feliz a la gente y
generar ilusión. Y es que este filme, pese a que no será un musical
excesivamente memorable consigue transmitir una enorme sensación de optimismo
gracias principalmente al excelente trabajo de Hugh Jackman (que se reivindica
en su faceta de cantante y con nota) y con un guión plácido y lineal que si
bien dulcifica y fantasea demasiado con la figura real de Barnum - en realidad
un oportunista y un explotador- no cae en un espectáculo excesivo ni engolado
gracias precisamente a que invita al espectador no tomarse demasiado en serio
este biopic ya que enseguida enseña sus cartas de cuento ilustrado y todos los
recursos habituales del cine – y el teatro- musical, que como ya se sabe precisan de la entrega del espectador, algo
que esta película consigue.
Asistimos a los primeros pasos de Barnum dentro del
mundo del espectáculo con su curioso American Museum, un local en donde primero
exhibía figuras de cera y rarezas disecadas y más tarde personas con
“características peculiares” (siameses, enanos, mujeres barbudas) y las
primeras tracciones circenses (trapecistas, acróbatas) y paralelamente su vida
familiar y sentimental, rasgo este demasiado tópico en este filme y presentado
junto a su condición de hombre hecho a si mismo conformando una parábola tal
vez demasiado vista. Aunque tengan poca correspondencia con la historia real y
algunos personajes sean inventados,la galería de secundarios, especialmente los
artistas del circo, es de recibo: la mujer barbuda Leite Lutz (Keale Settle),
el mítico enano General Tom Thumb (Pulgarcito) (Sam Humphrey) o la bella
trapecista Anne Wheeler (la cantante Zendaya) son algunos de los miembros más
prominentes de la troupe de Barnum y tienenn su momento en la película y en las
canciones. Michelle Williams se dedica a cumplir con convicción como la esposa
de Barnum, mientras que Rebecca Fergusson encarna demasiado rutinariamente a un
personaje esencial en la biografía de Barnum como fue la cantante lírica sueca
y protegida del empresario en su primera gira por EEUU Jenny Lind y Zac Efron
se mete en la piel de Philip Carlyle, jóven dramaturgo metido a socio de Barnum
-que es en realidad un trasunto del verdadero socio de Barnum, James Bailey- un
personaje que pone una poco convincente nota romántico-amorosa en el filme. Las
canciones y los números musicales del filme logran estar a la altura de las
circunstancias aunque suenen algo repetitivas (aparecen las mismas varias
veces), destacando alguna realmente sublime. Un homenaje al espectáculo, en
definitiva, eficaz y deslumbrante.
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