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Es el comentario cinéfilo de las últimas semanas: Hereditary es posiblemente el mejor
filme de terror en varios años. Personalmente, se suscribe esa opinión, aunque
el panorama actual del cine de horror por mucho que digan no sea como para
tirar cohetes casi siempre repitiendo el mismo esquema de sustos fáciles e
imágenes efectistas. Poco o nada de esto sin embargo ocurra en la ópera prima
del joven Ari Aster, que además de postularse como un director para tener en
cuenta en el futuro, ha sido capaz de firmar una magistral obra de terror centrada
en el elemento sobrenatural psicológico con un curioso y oportuno trasfondo de
crudo drama familiar que ofrece memorables momentos más allá de lo fantástico o
terrorífico. La yuxtaposición argumental entre un identificable drama de la
vida real y un relato paranormal e irreal altamente inquietante es la principal
virtud de este filme y una baza que se juega espectacularmente logrando que el
espectador se sienta abrumado entre las dos vertientes y sea partícipe de los
sentimientos de angustia a todos los niveles de sus protagonistas. Las
referencias expresas y confesas por el director son, entre otras, obras
maestras del terror como La Semilla del Diablo o Carrie además de dramas como Gente
Corriente, pero también se perciben elementos de clásicos como El Exorcista o Pesadilla en Elm Street, aunque el propósito de esta película sea
muy diferente al de estas últimas.
La historia
empieza con el fallecimiento de una anciana viuda, Ellen, que pasó enferma sus
últimos días junto con su hija Annie (Toni Collette), una artista abricante de
casas en miniatura y dioramas, su yerno Steve (Gabriel Byrne) y sus nietos Peter (Alex Wolff) y Charlie (Milly Saphiro),
de 16 y 13 años. Su demencia y extraño comportamiento previo a su muerte parece
haber afectado a su familia, especialmente a Annie que además vivió desde su
infancia una tortuosa e inquietante situación familiar. Annie, que además
padece de sonambulismo, comienza a percibir la presencia de su difunta made en
casa y advierte como el comportamiento de sus hijos, especialmente el de la
pequeña Charlie, se va tornando cada vez más extraño. Así, viendo todo con los
ojos de Annie dentro de una mente que cada vez se va tornando más inestable y
aterrorizada (¿es la realidad, es su imaginación?), somos testigos de
espeluznantes situaciones, tensiones familiares al límite, horrores
inexplicables y casi imposibles conexiones entre lo cotidiano y lo sobrenatural.
Cada escena y situación está insertada en la película de manera perfectamente
estratégica consiguiendo una sensación de puzzle perverso donde las razones de
lo que vemos van encontrando explicación por muy increíble que sea. Una
excelente fotografía en tonos lúgubres dentro del entorno de una vivienda unifamiliar
que parece perseguida por una maldición familiar realza el aspecto formal de la
película, a la que tal vez le sobra música típica de estas producciones en
determinados momentos. Puede que estemos ante una futura obra de culto, pero de
momento quedémonos con sus disfrutables excelencias y con su mensaje de que el
peso del legado familiar puede ser una carga letal y casi diabólica.
Excelente film que a pesar de pertenecer a un género que no es de mis favoritos (tal vez por el mucho bodrio que se nos ha intentado hacer tragar), pongo a las visitas cuando me piden si tengo "algo de terror", con lo que la he visto ya tres veces. Muy recomendable.
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