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Pese a que parece que la
II Guerra Mundial y más concretamente su
transcurso en la Alemania
nazi no pueden ya sorprender en el mundo de la ficción- ya bien sea a partir de
historias reales o inventadas- se puede decir que aún el filón es inagotable. Y
es que aquel fue un contexto en donde se siguen descubriendo historias tan
atroces como increíbles, como el caso de Willi Herold, un cabo de las SS que en
1945 en las postrimerías de la guerra y con Alemania a punto de perderla, se
hizo con un uniforme de capitán y se hizo pasar unos días por tal cometiendo
todo tipo de atrocidades (asesinatos de desertores, escuadrones de la muerte,
matanzas de prisioneros en campos de concentración). Una historia truculenta y
escalofriante que el realizador teutón afincado en EEUU Robert Schwenke,
responsable de olvidables productos de thriller-acción en Hollywood como dos
entregas de la serie Divergente-
dirige en blanco y negro con clase, tesón y un enorme talento cinematográfico
en lo que es su feliz regreso al cine alemán reivindicándose como el prometedor
director que era en sus inicios tratando de dejar atrás sus bodrios
estadounidenses. El joven actor suizo Max Hurbacher es quien encarna a la
siniestra figura de Herold, un muchacho al que la excitación por encontrarse
repentina y fraudulentamente en un rango de autoridad mayor junto con la
confusión de los últimos días de contienda en Alemania y por supuesto la
fascinación por el mal influida por todo lo que contemplaba convirtieron en un
auténtico monstruo aunque al fin de cuentas como criminal de guerra hizo
básicamente lo mismo que muchos de sus camaradas.
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