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Aunque gestada desde hacia varios años, no ha podido
ser más oportuno en el tiempo el estreno de la película biográfica de Sir Elton
John, una de las figuras vivas más legendarias de la historia del rock: el
estar aún caldeando el éxito de Bohemain Rhapsody ha terminado impulsando al
público a ver una nueva película basada en una estrella de la música popular.
Pero es que este biopic, aunque al igual que la película sobre Queen también
producido por una major de Hollywood (Paramount en este caso) y también con la
supervisión del biografiado (que ejerce además de productor ejecutivo al tiempo
que su marido David Furnish es uno de los productores del filme) avanza muchos
metros por delante que aquella a la hora de ofrecer una obra original, bastante
valiosa desde el punto de vista cinematográfico y en definitiva una gran
película. Es cierto que no se desdeñan las trampas del cine más comercial y
algunos recursos bastante explotados dentro del cine biográfico, pero Rocketman se ha esforzado por vestirse y
presentarse como un biopic diferente, no ya sólo enmarcándose decididamente
dentro del género musical- esto es, con canciones entonadas por los
protagonistas en el devenir de la narración- sino adoptando una pose
manierística, unas veces verista y otras caricaturesca, pero sin dejar de ser
en ningún momento una historia real y que verdaderamente cuenta algo, una gran
historia, y por ello da que pensar y
conmueve al espectador más allá de que se sea o no fan de Elton John.
Presentada precisamente como una fantasía que trata de
hacer una inmersión en la música de un grandísimo cantante y compositor, la
película se beneficia de una excelente puesta en escena en donde se combina
magistralmente el realismo y la ambientación en diferentes épocas (los 50, 60,
70, 80 y principios de los 90 del siglo XX) con la teatralidad y artificiosidad
(intencionadamente) impostada de las obras musicales, cuyos códigos la película
asume entre lo irónico y lo respetuoso: un excelente trabajo de su director
Dexter Fletcher- precisamente director sin acreditar de la mayor parte del metraje
de Bohemian- que anuncia que este ex actor británico
antigua estrella juvenil puede reconvertirse en un gran director. Pero para
grandeza la que alcanza su actor
protagonista, Taron Egerton, quien da vida con total solvencia y desgarro a un
personaje en realidad tan contradictorio e inseguro como Elton, un chaval de
barrio londinense que para triunfar en el mundo de la música no le parecía
suficiente su genialidad y tuvo que reinventarse en otra persona (de Reg Dwight
a Elton John) para sentirse a gusto consigo mismo y asumir su éxito, algo que
no siempre consiguió. Egerton muestra a la perfección todas las caras y la
evolución personal del personaje (tímido al comienzo, traumatizado por la falta
de cariño de sus padres, ambicioso, multitoxicómano, homosexual al principio
reprimido y luego más tarde liberalizado, irascible, tierno) y realiza un tour
de force esfuerzo interpretativo que incluye cantar la mayor parte de las
canciones de Elton que oímos en el filme y además no lo hace nada mal. Y por
supuesto la inmersión en el papel ha sido total.
Oír temas tan inmortales como Goodbay Yellow Brick Road, Border
Song, The Bitch is Back, Tiny Dancer, Bennie and the Jets o Your
Song narrando además con propiedad la historia es una auténtica gozada a la
que contribuyen la mayor parte de los intérpretes del filme que además de
John-Egerton tienen su líneas cantada, incluyendo los dos intérpretes
infantiles del cantante, Matthew Illsey y Ktt Connor, quienes realizan un
estupendo trabajo musical y actoral como unos Elton John de 7 y 12 años. En el
resto del reparto nos encontramos con Jamie Bell como el no menos grande y
genio a la sombra de Elton, el letrista Bernie Taupin, el gran amigo del cantante,
a Bryce Dallas Howard y Steven Mackintosh como los padres de Elton, con los que
tuvo una deficiente relación o a Steve Madden como John Reid el manager y
primer amor de Elton con el que tuvo una trayectoria tormentosa. Es cierto que
la película, que se desarrolla desde 1953 hasta 1990 cronológicamente es
inexacta (una vez más) y que las canciones suenan en orden anacrónico, pero Rocketman es un enorme espectáculo
musical y cinematográfico que muestra una contradictoria historia de superación
de miedos e inseguridades dentro de un contexto de triunfo y que desde luego
debe ser vista para sacar conclusiones sobre eso tan frágil que es la
existencia humana.
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