****
Con
Quien a hierro mata, Paco Plaza ha
firmado su mejor película aunque se trate de un encargo en lugar de un proyecto
personal con guión del propio realizador tal y como ocurrió en su última- y hasta
la aparición de esta, mejor película- Verónica
(2017). Un soberbio libreto de Juan Galiñanes y el inefable Jorge Gerricaechevarria
consigue un thriller intenso pero asequible en donde el elemento psicológico
(centrado en el protagonista) es el pivote en torno al cual gira la historia
pero en modo alguno se trata del único ingrediente de una historia intrincada y
solapada en varios elementos pero de ningún modo extremadamente compleja. Con
este primer alejamiento del género fantástico y terrorífico en 20 años de
carrera Plaza ya puede presumir de tener sus primeros galones de excelente director de películas serias aunque este thriller en
realidad debe al cine de horror clásico más de lo que aparenta: el espíritu de
Dario Argento o de Stephen King planean en una historia realista de mafias y
venganza donde también hallamos trazas de Scorsese, Coppola, Peckimpah y por supuesto
de Hitchcock dentro de los tensos momentos de suspense de la película.
La
premisa argumental es una muestra de cómo la creación de ficción española ha
encontrado un inagotable filón en el mundo del narcotráfico gallego y todo su
oscuro entramado. Porque este filme rodado y ambientado en Galicia y cofinanciado
por la Xunta pretende
dar sin ambages ni dobles falsas morales una visión atroz de cómo el mundo del
tráfico de drogas en dicho territorio entre otros muchos efectos negativos hizo
tambalear los cimientos morales de muchas personas durante un largo tiempo, y
esto es precisamente en lo se basa el filme, más que en retratar el mundo
mafioso en si: el drama moral de una persona corriente, Mario (inconmensurable
como siempre Luis Tosar) jefe de enfermeros en una residencia de mayores que
inesperadamente se reencuentra con el más horrible drama de su pasado cuando un
viejo y enfermo capo narco, Antonio Padín (Xoan Cejudo, un tardío
descubrimiento) llega a la residencia directo de la cárcel. Mario se convertirá
en una persona diferente a la que él y todos sus allegado creían que era
mostrando un nuevo rostro dentro de una pesadilla que proveniente del sórdido mundo
del narcotráfico ha tomado control de su existencia, ilustrada por la relación
con su nuevo y siniestro paciente. Amenazas, oscuros planes, chantajes, violencia
y en definitiva el mal más absoluto se dan cita en una historia que muestra que
como desde un contexto apacible y en apariencia funciona todo puede tornarse en
un auténtico infierno (la evolución psicológica del protagonista está muy bien
conseguida). Es reseñable el empleo de la violencia explícita en este filme y
de diversas caras del crimen y del odio, por lo que esta cinta no se antoja para
espectadores sensibles. La película además no da tregua al espectador con sus momentos
de angustia máxima más sacados del cine de terror, como hemos dicho antes, que
del cine negro. Estamos ante una de las mejores películas españolas del año.
No hay comentarios:
Publicar un comentario