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Hay países en donde para muchos la esperanza existe con cuentagotas o apenas existe. Eso se puede comprobar de diversas maneras y medios, siendo el cine uno de ellos, y en ese sentido el valor del séptimo arte como mostrador de todo tipo de realidades sigue siendo enorme. Una cinematografía como la iraní ya ha mostrado en no pocas ocasiones las contradicciones flagrantes de su sociedad y lejos de cesar en su empeño por lo contraproducente que para sus cineastas y autores esto resulta (varios han sufrido prisión por sus denuncias vertidas en los filmes) y sorteando todo tipo de impedimentos y trabas el cine persa aún sigue ofreciendo más que interesantes obras cargadas de denuncia y con un estimable valor cinematográfico que ha conseguido la admiración internacional de la crítica. Esta Hijos del Sol dirigida por Majid Majidi no se trata de ninguna obra maestra pero alcanza el doble propósito de ofrecer una buena película con mensaje. Centrada en los penosos avatares de la situación de numerosos niños en Irán que tiene que trabajar a edad temprana la película es una parábola sobre el fin de la inocencia y la manera devastadora con la que en el país de Oriente Medio esto suele suceder. La búsqueda de un supuesto fabuloso tesoro que un grupo de chavales con diferentes problemas tiene que llevar a cargo por encargo de unos adultos que les prometen parte del botín supone una extraña epopeya existencial para los chavales, que tendrán que encarar diferentes situaciones desagradables que terminarán afectándoles.
Ali (Roohollah Zamani), el chico de 12 años protagonista, y sus amigos, todos ellos trabajadores de un taller de reparación de automóviles, tienen que hacer las excavaciones necesarias para hallar el tesoro bajo una escuela de primaria llamada Hijos del Sol en la que deberán de matricularse para realizar cómodamente su propósito. Allí se darán de bruces con una nueva realidad, la académica, que no resulta ana fácil ni para los alumnos ni para los profesores ni el director del centro ya que el colegio se encuentra al borde del cierre y todos los problemas económicos y sociales que vive Irán repercuten claramente en el. La búsqueda de un sueño es lo que mueve desesperadamente e los pequeños protagonistas del filme y sobre todo la huída de la pobreza, algo que el cine iraní sabe retratar excepcionalmente. No obstante, el tomo de fábula mediante el cual se cuenta la historia a veces no consigue ser efectivo y por ello la película muchas veces carece de intensidad. Nada es reprochable al elenco de jóvenes intérpretes que consiguen muchas veces momentos desgarradores. Los crueles instantes finales del filme ilustran la esencia una historia que por desgracia sucede muy a menudo en muchos países.
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