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Hacer un remake de un clásico de Hollywood no es
precisamente sinónimo de originalidad pero si que resulta en todos los sentidos
todo un riesgo, como en el que se ha embarcado un veterano de aureola cuasi
legendaria como es Steven Spielberg al llevar a cabo una nueva adaptación de West Side Story, la célebre obra musical
de Leonard Bernstein (música), Stephen Sondheim (letras), Arthur Laurents (libreto)
y Jerome Robbins (coreografía). Aquella historia de amor imposible inspirada en
Romeo y Julieta enmarcada en los conflictivos barrios
marginales de la Nueva York de finales de los 50 con las luchas de bandas
juveniles de fondo la verdad es que ha envejecido muy bien con su por entonces
innovador trasfondo social (más allá de la edulcorada historia de amor) y
aunque sus canciones -la mayoría se han convertidos en auténticos standards
atemporales en el mundo de la música- puede
que hoy en día suenen algo pastelosas: Spielberg, sin en realidad ofrecer
innovaciones de calado, ha conseguido una nueva versión de la obra de 1957 que
conecta perfectamente con la sensibilidad actual y que consigue superar el
concepto de remake ya que toma lo menos posible como referencia a la mítica
versión cinematográfica de 1961 dirigida por Robert Wise y el propio Jerome
Robbins y consigue dotar a la cinta de su impronta de gran cineasta con un
vistoso y cuidado espectáculo en donde se consigue un perfecto equilibrio entre
la historia, la música, las canciones, los bailes, la puesta en escena y las
interpretaciones. ¿Es superior a la versión clásica? Puede que no, pero eso no
resta los méritos de un filme con bastantes excelencias. Spielberg por cierto
ha hecho su debut en el musical en medio siglo de carrera.
El reparto como puede deducirse está lleno de caras jóvenes
y casi desconocidas pero llenas de talento en un filme donde se precisa en casi
todos los intérpretes actuar, cantar y hasta bailar. Por supuesto, se han
corregido errores pretéritos: se ha contado en esta ocasión con actores de
origen hispano auténticos en lugar de maquillar de oscuro a caucásicos tal y
como se hizo en el filme de 1961 y sus dos actores principales Ansel Egort
(Tony) y la debutante Rachel Zegler (María) cantan con sus voces al contrario
que hicieron Richard Beymer y Natalie Wood, los cuales fueron doblados en sus canciones.
Y la historia de rivalidad entre la banda de los jets blancos por un lado y los
sharks puertorriqueños por otro con los dos miembros de sus comunidades Tony
(cofundador de los jets tratando de reformarse) y María (hermana de Bernardo, jefe de los
sharks) locamente enamorados sin resultar en absoluto manida ni viejuna florece
gracias a un estilo narrativo que trata de alejarse esta vez de los
convencionalismos teatrales (incluso los del cine musical) para ofrecer una
historia más bien escorada al drama social (la eterna lucha interétnica y las
dificultades por salir de la marginalidad) y por que no al thriller. En ese
sentido, la adaptación del libreto original por parte de Tony Kushner es
excelente.
Además de las estupendas intervenciones de Egort y Zegler, cabe destacar dentro del extenso reparto a Ariana DeBose como Anita en una interpretación llena de fuerza latinoamericana en diferentes registros y a David Álvarez como un Bernardo más perfilado que en otras versiones; por el contrario Mike Faist, el nuevo Riff, sólo llega a convencer parcialmente. Que no se nos olvide que aquí se encuentra también la incombustible Rita Moreno, la Anita de la película de Wise, que a sus increíbles 90 años da vida a un personaje nuevo, Valentina, una anciana que simboliza la voz de la sensatez para todos los personajes en sus situaciones y que además entona la emblemática Somewhere. Tampoco debe pasarse por alto un cuidado y logrado doblaje al castellano con actores caribeños doblando a los shraks y demás hispanos. Puede que algunas revisiones resulten un tanto forzadas -sobre todo en lo concerniente a determinados personajes- y que la sucesión de números musicales no sea del gusto de todo el público, pero este nuevo West Side Story es de lo mejor estrenado en los últimos meses. De nuevo, medallita para el gran Steven Spielberg.
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