**** y 1/2
El cine francés no se pone cortapisas de carácter comercial a él mismo y se atreve con clásicos literarios como este clásico del realismo del siglo XIX obra de Honoré Balzac, y con muy buenos resultados. Con una ambientación impecable y un guión adaptado que sin perder la esencia decimonónica y el espíritu del texto original se acerca con éxito a los cánones narrativos audiovisuales actuales, este es un filme elegante y perfectamente trazado que gracias a la intemporalidad de su temática (la corrupción y los las luchas por el poder aún en ámbitos espacialmente reducidos) y a su también transtemporal mensaje de la lucha por la incorruptibilidad y la integridad personal llevada por unos ideales y aspiraciones. El héroe de la historia, el joven poeta Lucién de Rubempré (Benjamin Voisin, espléndido y prometedor) al principio idealista y dispuesto a abandonar su anodina vida de provincias en busca de convertirse en un importante literato y tras serle retirado el apoyo de su mecenas y fallida amante la baronesa Bargeton (Cécile de France) termina sucumbiendo -una vez instalado en París y reconvertido en periodista de un diario semi satírico- ante los placeres de la vida bohemia en la capital y la propia inercia corrupta y mercantilista de la misma donde la creación artística queda prostituida y malvendida en pos del éxito fácil y con la complacencia y ayuda de turbios personajes que sirven a grupos de poder enfrentados. Una fábula que por desgracia sigue vigente y que la película trata de modo elegante y narrativamente impecable plasmando los múltiples aspectos de la obra original: la crítica sociopolítica, la sátira, el romance, la historia de maduración, el relato psicológico, la enseñanza moral. En resumidas cuentas, una adaptación más que digna de un clásico literario universal.
El filme apuesta por una puesta de escena y una ambientación prácticamente perfectas en donde nos trasladamos al París de principios del XIX con una atmósfera perfectamente creíble que solo los directores superdotados pueden conseguir. En ese sentido, Xavier Gianolli hace un trabajo encomiable. El largo reparto por su parte está también exquisito destacando la joven Salomé Dewaels como Coralie, la esposa actriz y Lucién y primera gran víctima del joven periodista, Xavier Dolan como Nathan d’Anastazio, némesis del protagonista y un recuperado Gerard Depardieu como el peculiar editor Dauriat. Excelentes diálogos, momentos memorables, y sobre todo una declaración de amor del cine a la gran literatura. Ni su larga duración resta un ápice de interés a una película elegante y recomendable que pone de manifiesto que no todo el cine es entretenimiento fácil.
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