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El mundo de las redes sociales poco a poco se va convirtiendo
en surtidor temático de la gran pantalla y tal y como se muestra en este hábil
filme francés permite algunas innovaciones estilísticas y narrativas que añaden
interés a la película en cuestión, aunque lo cierto es que el argumento de Arthur Rambo (inspirado en un hecho
real) ya de por sí e incluso sin su contexto sociotemporal resulta sugerente
como una cruda historia de ascenso, error y caída. De todas formas resulta
inevitable el asociar el momento actual plagado de temas tan variados como el
auge de la cultura de la cancelación, el poder de las redes, el ascenso de la
intolerancia derechista en Europa y la cultura del éxito con el hilo argumental
del nuevo filme de Laurent Cantet (Recursos
Humanos, La Clase, El Taller de escritura) que sin ser una
obra maestra demuestra que el cineasta es un maestro a la hora de retratar las
miserias del tiempo actual además de ser uno de los mejores directores franceses
del momento.
Con escasa duración y en un marco temporal de poco más
de 24 horas, el filme muestra la repentina angustiosa situación del escritor
Karim D (Rabah Nait Oufella) un joven de origen argelino que acaba de triunfar
en el mundo literario con una novela que cuenta la historia de su madre, una inmigrante
que pasó penurias en su viaje y llegada a Francia; pero justo en la noche de
una fiesta en su editorial para celebrar el éxito de su obra recién publicada
en diferentes redes de de Internet salen a la luz unos mensajes y tweets homófonos,
machistas, xenófobos y antisemitas que él mismo escribió tiempo atrás con el
pseudónimo de Arthur Rambo. En pocas horas las noticias llegan a su entorno (editorial,
representante, pareja, familia, amigos) y se pide su cabeza en toda Francia
pasando a ser de héroe y espejo de una nueva generación de jóvenes franceses a
un ser despreciado y odiado. Una parábola de la velocidad con la que todo
ocurre en el mundo actual por obra y gracias de Internet pero que además abre otros
muchos debates como la sinceridad de lo que se dice en las redes sociales, la
fabricación de nuevos mitos o la cultura del odio. El filme no obstante no trata
de establecer ninguna conclusión sobre el provenir de Karim ni tampoco concluye
sobre la real motivación del joven en su pasado como agitador en redes sociales
dejando todo en un limbo en teoría suponible por el espectador, un recurso tal
vez hábil y oportuno, algo que no se puede decir de la falta de concreción de
la historia en algunos momentos y de lo poco convincentes que resultan los
encuentros que deberían de ser los más significativos, como los del
protagonista con su madre y su hermano.
Puede que ahora mismo Arthur Rambo sea un filme que pase desapercibido en las pantallas de fuera de Francia, pero posiblemente se convierte en una película de miniculto. Es posible también que algunos esperasen algo más de Laurent Cantet, pero no hay que obviar que tiene mucho mérito un trabajo en donde los mensajes electrónicos tienen un amplio protagonismo narrativo (mostrándose casi continuamente en pantalla) y en el reducido marco temporal obliga a un afinamiento de la presentación de las situaciones y de los diálogos: solo por eso la película ya merece bastantes elogios.
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