** y 1/2
La industria del cine se metió hace años en el infinito
bucle de los reboots (especialmente de las llamadas franquicias), señal inequívoca
de una falta de creatividad que esta convirtiendo al cine comercial en un
artefacto previsible y por que no soporífero. El caso de la creación de cómic
de Batman es un caso paradigmático y la Warner y su semi filial DC Films,
división cinematográfica de la famosa editorial DC Comics, siguen explotando la
rentabilidad del personaje del atribulado superhéroe nocturno cada cierto
tiempo relanzando desde cero cada cierto tiempo sus aventuras cinematográficas
para básicamente contarnos lo mismo una y otra vez con, eso si, algún elemento
más o menos novedoso que bien explotado puede ser objeto de interés. Esto es lo
que ocurre con este nuevo Batman, que aprovechando el acierto a todos los
niveles que supuso The Joker (2019)
trata de ofrecer un enfoque adulto similar al de aquella película (con la que, ojo,
no guarda relación ninguna en cuanto a universo compartido) pero no solo no
alcanza su nivel sino que se pierde en terrenos un tanto pretenciosos que
terminan por oscurecer una historia y enfoque del personaje que, por que no negarlo,
resulta estimulante y a ratos inspirada.
The Batman se sustenta en una premisa más propia del cine negro y
de la trama detectivesca que del cine de acción o de héroes superdotados, algo
que poseía el personaje de viñetas en sus inicios en los años 40. También hay
elementos del relato de mafias y corrupción pero de una manera más bien esquemática,
así como una crítica a la corrupción política, el principal elemento en el que
se sustenta la historia, que también peca
de previsible y repetitiva. El director y coguionista Matt Reeves trata de tomarse
en serio lo que cuenta y que el espectador así lo considere, pero decididamente
al filme le falta algo. Robert Pattinson con todo es un Bruce Wayne/Batman muy
creíble y con buenos momentos, así como el Batman que se nos presenta en su
lucha interna por no caer en el mal defendiendo el bien es de los mejores que
hemos visto en la pantalla sin que en este caso tampoco sea un dechado de
profundidad. Y es que el supuesto tono filosófico de la cinta se queda a medias
y no consigue destacar dentro de un conjunto en donde la intriga -muy bien planteada-
prevalece y la acción, que surge menos frecuentemente que en otros filmes del género,
a veces peca de ramplona y repetitiva pese a que la película pretenda plantearla
aparentemente de otra forma.
La confrontación de Batman en un Gotham postelectoral decadente y dominado por el crimen organizado con el misterioso Enigma (Paul Dano) un sujeto que trata de poner en jaque al héroe, a la policía y a toda la población de la ciudad mediante un juego de pistas con el que demuestra la conexión de gente aparentemente respetable con los más peligrosos villanos de Gotham (el capo mafioso Carmine Falcone (John Turturro) o el siniestro Oswald “Pingüino” (un irreconocible Colin Farrrell)) es puro cine neo noir con elementos de historias de serial killers que no funciona nada mal en no pocos momentos gracias a la inquietante ambientación de la película y su curioso realismo para un filme de este tipo, pero su farragoso desarrollo perjudicado además por su larga duración echan al traste lo que podía haber sido una buena película. Tampoco se aporta nada nuevo a los personajes del mayordomo Alfred Pennyworth (Andy Serkis) o al de Selina Kyle / Catwoman (Zoë Kravitz), esta última de nuevo apartándose de villana en el sentido estricto y aliándose con Batman. Los reboots en realidad es que rara vez aportan nada nuevo.