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Sin ser una gran película, Till es un filme histórico que cumple su propósito (retratar adecuadamente
un suceso decisivo en la historia contemporánea de EEUU) y logra ser un buen
drama. No se había hecho ningún filme de ficción hasta el momento sobre el
desgraciado caso de Emmet Till, un adolescente negro de 14 años que en 1955 fue torturado hasta la muerte por dos
blancos en Mississippi por motivos de odio racial habiendo supuestamente
cortejado a la esposa de uno de los sujetos, y por ello es bienvenida en la
pantalla grande esta historia, contada principalmente desde la perspectiva de
Mamie (Danielle Deadwyler), la madre de “Bo” Till (Jalyn Hall), y en donde la crónica inteligentemente
dramática y psicológica prevalece sobre lo sensacionalista
y lo lacrimógeno fácil. Aquí la emoción está tratada
de manera directa, cruda y sin tontería poniendo un nudo en la garganta. Tampoco
se abusa del tópico y aburrido del cine de juicios (el de los culpables del
secuestro y asesinato del chaval no ocupa demasiado metraje y en el aparece lo
justo y necesario) y pese a que la película mucha veces no pueda dar más de si
por su autolimitación de mostrar solo los hechos durante un periodo que apenas
llega a un año resulta en todo momento efectiva y recomendable.
La exposición de una época en la que los ciudadanos afroamericanos aún tenían recortados sus derechos y en los estados del sur como Missisipi recibían un tratamiento totalmente discriminatorio y vejatorio esta perfectamente conseguida con una ambientación casi perfecta y una caracterización de los personajes que trata de huir de los tópicos. Es notorio que desde el primer momento la película quiere que sintamos empatía y nos encariñemos con Mamie y con el joven Bo y su relación de amor maternofilial; se consigue,si, aunque con trampillas sentimentales de telefilme, pero nos prepara para la catarsis emocional que viene después. Emmet Till, un niño que en Chicago vivió todo lo cómodamente que un adolescente negro puede vivir en los USA de los 50 se encontró en sus vacaciones visitando a unos parientes en el Sur una realidad de total odio hacia le gente de su raza que culminó con su secuestro y posterior asesinato, algo que en su inocencia el no pudo preveer. Su madre, tras su muerte, pretenderá por encima de todo que la muerte de su hijo no haya sido en vano y se convertirá en una llamada de atención de la verdadera situación de los afroamericanos a mediados del siglo XX; precisamente esta parte de la historia aparece más desdibujada -que no minimizada su importancia ni mucho menos- dado que lo que se trata de resaltar es el drama familiar y humano, un acierto por otra parte aunque tal vez falte la intensidad de un gran drama. El trabajo directorial de la realizadora Chinonye Chuwku es más que correcto y la interpretación de Danielle Deadwyler es sentida y de enorme fuerza: muy, muy bien. Una película para tener presentes pasajes históricos con peligro de caer en el olvido.
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