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Es clara la intencionalidad de este filme de mostrar el
amor al cine, concretamente el que profesa su ínclito director y actor protagonista
Nanni Moretti, uno de los cineastas italianos más reconocidos
internacionalmente a nivel popular; pero no es este en realidad el propósito principal
de El Sol del Futuro sino el de
mostrar la dificultad de la búsqueda de la perfección intentando (o no) adaptarse a los cambios y los nuevos retos de
la vida. Moretti se desdobla en esta película en Giovanni, un veterano director de cine dedicado
en cuerpo y alma en la película que está rodando, un drama histórico ambientado
en la Italia de 1956 en donde los
miembros de la sección de un barrio romano del Partido Comunista Italiano tratan
de ayudar a la troupe de un circo húngaro que actúa en roma mientras su país,
descontento con el régimen comunista, es invadido por la Unión Soviética. Giovanni
pese a las dificultades (y su cabezonería) va sacando al empresa adelante sin
darse cuenta que su matrimonio con Paola (Margherita Buy) productora cinematográfica
esta haciendo aguas y que todo esta afectando a su vida personal y familiar. El
cineasta, por medio de su película, empezará a ser consciente de la necesidad
de modificar posturas y actitudes y retroalimentándose con la ficción y sin
perder en vista la realidad hará un pequeño examen de su vida hasta el momento donde
una vez el cine, unido con la música, jugará un papel importante.
En esta película se apuesta por la comedia en la historia “real” de Giovanni y se recurre al tono crítico e irónico habitual de Nanni Moretti que tanto debe a Woody Allen (aunque sin obviar momentos más bien “irreales”), mientras que en la historia de la película que rueda (que es la que da título a este filme) y cuyas escenas vemos la mayor parte de las veces ya “rodadas” es un drama cuyas coordenadas van cambiando en determinados momentos conforme evoluciona el personaje de su director. Decir que este ejercicio de metaficción, que en ocasiones resulta muy difícil en su plano narrativo esta magistralmente resuelto y sin que nada en absoluto chirríe, sin faltar homenajes a la música popular italiana del siglo XX y a cineastas como Fellini o De Sica, todo perfectamente insertado. La historia de los años 50 tiene además personalidad propia resaltándose allí el valor de la solidaridad y la colaboración al tiempo que trata de plasmar el papel crucial que tuvo el PCI en la sociedad italiana de los años 50 y 60 (mal que les pese a algunos), algo que Moretti homenajea sin ambages y sin tampoco posicionarse panfletariamente. Bien rodada, magistralmente guionizada y con interpretaciones a la altura de las circunstancias, Il Sol Dell’ Avenire es una película esforzada y eficaz y de esas que pueden entusiasmar a públicos variopintos.
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