**** y 1/2
Que aún queden directores personales, innovadores y sorprendentes como Yorgios Lanthimos es una excelente noticia. El realizador griego ya es autor de un filmografía tan fascinante como inquietante en sus temas que culmina de momento con la que es hasta la fecha actual su obra maestra, un inclasificable cuento fantástico con un inusualmente presentado mensaje de empoderamiento femenino y de rebelión personal y contra las injusticias que trata de despistar inteligentemente al espectador y sobre todo de hacerle partícipe de una historia inverosímil y extravagante que pese a todo termina atrayendo enormemente, gracias sobre todo a la curiosa atracción y carisma que ejerce su protagonista Bella Baxter, una antiheroína de manual en un primer análisis pero que esconde mucho más. Emma Stone, una estupenda actriz cada vez en mayor ascenso, da vida de manera magistral a esta joven victoriana pero fuera de cualquier contexto espaciotemporal en su bizarro proceso de maduración en la Europa y la América decimonónicas caricaturizadas en una suerte de anacronismos y recursos fantásticos varios.
Hay que tener en cuenta que ante todo Poor Things es un filme enmarcado dentro del género fantástico pero con una historia que aspira a ser realista con eso si su poso simbólico. Lanthimos, en un inteligente ejercicio de metaficción, no se ha andado con remilgos en esta cinta a la hora de mostrar abiertamente (y a veces de forma descarada) referencias cinematográficas y literarias varias: el H.G Wells de La Isla del Dr. Moreau, el Julio Verne más imaginativo, el Frankenstein de Mary Shelley, Metropolis de Fritz Lang, el comic francobelga (Tintín, Blake et Mortimer, Adele Blanc-Sec), la novela gótica, el steampunk...y todo perfectamente dispuesto e hilvanado para mostrar una historia que pese a todo resulta cien por cien original. Bella es el nombre que el Dr. Godwin Baxter (Willem Dafoe) un científico con el rostro desfigurado y extraños problemas físicos que tienen su (extravagante) explicación, ha dado a su “creación”, una anónima joven suicida revivida a la que el doctor ha trasplantado el cerebro del bebé que llevaba en su vientre, teniendo que educar desde el principio a la adulta como si de una niña se tratase. Para tal cometido cuenta con la colaboración del joven estudiante de medicina Max McCandles (Ramy Youssef) quien no tardará de quedarse prendado de Bella pese a que la muchacha, debido a su curiosa génesis, es impredecible, tosca y le cuesta distinguir entre lo que esta bien y lo que está mal. La entrada en escena de Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo), un rico y pedante abogado, hace que Bella se decante por este para desesperación de Max debido a que gracias a él la joven puede conocer el mundo y la vida visitando diferentes países.
Plagada de detalles y guiños de todo tipo en sus imágenes -la fotografía tanto en blanco y negro como en color de Robbie Ryan es espectacular- que rinden homenaje tanto al expresionismo alemán como al Art Decó o la ilustración victoriana, la película no solo resulta una experiencia visual asombrosa, sino que la historia pese a su aparente simplicidad también llega a seducir al espectador gracias a sus curiosos diálogos, su teatralidad intencionadamente maniquea y en definitiva su condición de inteligente fábula grandguiñolesca. Detalles turbadores como los inquietantes, bastos e imposibles híbridos animales que prueban la mansión del Dr. Baxter o sorprendentes como los matices que Watson otorga a Bella- un personaje fascinante- y su evolución/maduración son otros pluses que la película presenta y que la alzan como uno de los mejores estrenos de los últimos meses.
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