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Últimamente están llegando a las pantallas bastantes filmes ambientados en el mundo escolar y desde el punto de vista docente, tal y como era el caso de la alemana Sala de Profesores; el hecho de que la mayoría de estas películas lleguen desde Europa reflejando realidades no muy diferentes a la del Estado español constituye un punto de interés añadido tanto para los amantes del cine realista y social como para todos aquellos que dedicados a las labores de enseñanza o con hijos en edad escolar sientan interés por este tipo de cine y esta producción francesa sin ser nada del otro jueves cumple con creces todos estos aspectos. La finalidad de Los Buenos Profesores es la de acercarse a las dificultades de los maestros y maestras de secundaria en el empeño de su profesión muchas veces ocasionados por trabas burocráticas y del sistema en general así como, ya en el aspecto más intimista, mostrar las contradicciones internas de varios de ellos. Buenos propósitos y bien tratados y expuestos pero tal vez de una manera demasiado esquemática y previsible, lo que no impide que esta sea una película creíble, veraz e interesante y degustable por un público amplio.
El hábil director y guionista Thomas Liti (Un médico en la campiña) sabe lo que se hace y otorga a su filme unas buenas cualidades de drama coral costumbrista con algún inserto de comedia echando mano sobre todo de su excelente capacidad como director de actores, con un numeroso reparto entre los que se encuentran algunos de los nombres más interesantes de la escena francesa actual con lógicamente extraordinarias actuaciones : Adèle Exarchopoulos, William Lebghil, Louise Bourgoin, Mustapha Abourachud, Bouli Lanners, el veterano y actor fectiche de Liti François Cluzet y el joven valor en Valentin Lacoste, quien interpreta a Benjamin, el joven nuevo profesor que desencadenará toda la trama. Benjamin, un veinteañero doctorando en ciencias, inteligente pero inseguro y condicionado por las exigencias de triunfo de su familia, acepta a regañadientes el puesto de profesor de matemáticas en un instituto, cargo que pese a todo su empeño parece superarle y que a partir del encontronazo con un conflictivo alumno se encontrará ante un grave problema que además afectará a sus compañeros profesores, solidarios con el pero limitados y desorientados de un modo u otro y además cada uno con sus problemas personales. La manera en lo que las circunstancias de cada uno de los profesores afectan tanto a su labor docente como a su percepción de diferentes aspectos es un item central en esta historia que el guión sabe lidiar muy bien pero tal vez sin demasiado profundidad. Es más interesante como se plantean las diferentes contradicciones de cada uno de ellos, algunas realmente desconcertantes, algo que se logra gracias a unas muy buenas interpretaciones -es impresionante como Exarchopoulos está madurando como actriz desde La vida de Adèle -y con momentos a veces turbadores como el protagonizado por la profesora de biología (Louise Bourgoin) en los últimos compases de la película. ¿Estamos ante la irrupción de un nuevo subgénero cinematográfico? Puede. Pero por el momento, es grato que existan películas con esta temática que recordemos retratan una parte importante en la vida de las personas: la educación reglada.
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