**** y 1/2
Esta película constituye la mejor plasmación en ficción hasta el momento de la increíble y alucinante historia de Aurora Rodríguez Carballeira (1879-1955) y su hija Hildegart Rodríguez (1914-1933), una historia no lo suficientemente conocida incluso en España pero de la que una vez terminado el Franquismo ha habido sobre y basados en ella bastantes estudios, novelas, artículos e incluso algún filme como Mi hija Hildegart (1977) de Fernando Fernán Gómez. Tenía que ser una directora hábil, arriesgada y desde luego con mucha capacidad como Paula Ortíz la que haya llevado como es debido y con la intensidad merecida un relato en donde se cruzan el ansia de conocimiento, el papel de la intelectualidad en las primeras décadas del siglo XX, el afán de superación de la mujer en una época aún oscura, el delirio por lograr el ser humano perfecto, la posesividad de una madre al borde de la locura, la construcción de una hija hecha a medida, la incandescente situación política de la España de la II República...La Vigen Roja, apelativo por la que se llegó a conocer a la propia Hildegart termina siendo una película envolvente y fascinante donde más allá de la mera crónica histórica recursos poéticos y alegóricos y florituras narrativas propias de orfebre de la imagen y la narración culminan una obra que dista muy poco de ser una obra maestra. Concebida (por un pade que se mantuvo en el anonimato y resultó ser un sacerdote) y educada por su culta progenitora según teorías eugenéticas, niña prodigio que a los dos años sabía leer, hablante de varios idioma en su infancia, licenciada en Derecho a los 16 años, cono conocimientos de filosofía, medicina y sexualidad y militante de izquierdas inicialmente afiliada al PSOE partido en el que trato de influir sobre todo en lo concerniente al papel de las mujeres en la política y en la sociedad, Hildegart Rodríguez Carballeira fue diseñada por su obsesiva madre para ser la mujer del futuro pero siendo para Aurora poco más que su obra, una especie de “estatua de carne” tal y como ella la definió,la relación entre ambas mujeres, entre la creadora y la creación fue tensa, inquietante y tumultuosa con un trágico final. Se requería para esta historia dos actrices capaces de mostrar esa desasosegante interacción entre la rivalidad, la rebeldía filial, el delirio perfeccionista y la sombra imposible de la perfección humana y Najwa Nimri como Aurora- sencillamente sensacional- y Alba Planas como Hildegart- un descubrimiento que dota al insólito personaje de losmatices requeridos- cumplen más que de sobra.
El filme, con un magistral guion de Eduard Sola y Clara Roquet, se centra más en el personaje de Aurora como un Pigmalión feminista, intelectual y progresista del siglo XX que termina perdiendo el control de su creación ya que la adolescente Hildegart se rebela no solo contra el estricto control materno sino contra ciertos aspectos del pensamiento liberal de su madre que ella matiza, contra la mediocridad de lae ctividad política y se atreve incluso ir más allá que su madre en la lucha por los derechos de los mujeres, todo ello bajo una visión de una joven que pese a que lucha por llevar a la práctica todos su conocimientos sobre sexo (aunque paradójicamente nunca lo practicó), política y organización social, no se siente como una muchacha de su edad y lucha por ser aceptada y por encontrar el amor -en la película, en la figura del oven militante socialista Abel Velilla (Patrick Criado)- tratando de acabar con el yugo intelectual más que emocional que supone su madre. En el plano más psicológico y filosófico de la historia la película atina y triunfa gracias a imaginativos recursos como las imágenes símbolo (la estatua de mármol que se va desgajando), la hipérbole escénica (una desfile y celebración de la proclamación de la República rodado como un grand guiñol, una de las mejores escenas del filme), el inteligente apunte anacrónico (la fiesta a la que acuden Hildegart y Abel, más propia de bares y discos de finales del XX o principios del XXI) o apuntes más liricistas como el improbable vestido rojo que lució Hildegart en su no documentada escapada nocturna con su supuesto amado. Todo funciona como un reloj en esta película, muy bien ambientada en los años 30 pese a las comentadas licencias y que cuenta con una puesta en escena cuidada y meticulosa y sabe muy bien contextualizar el trasfondo social, político e intelectual de la España de la época pero sobre todo triunfa como un relato oscuro, desesperado (pero para nada sórdido) y fascinante. Poco importa a estas alturas el hecho evidente de que muchos pasajes que se nos muestran sean conjeturas o creaciones del propio guión o que la verdadera Hildegart apenas se parezca físicamente a la encantadora Alba Planas. El trabajo de Najwa Nimri como la madre desquiciada y ambiciosa pero sumamente inteligente es, insistimos, sensacional y ya apunta al Goya. Una de las mejores películas españolas del año que merece ser vista cuanto antes.
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