Emitida en el Reino Unido a principios de 1977 y en España hacia 1980-81, Children of the Stones (conocida en España como Los chicos de Stone), es una de las series británicas juveniles mas recordadas de la historia de la televisión, como dan fe las numerosas páginas de Internet que la citan y el enorme interés que obtuvo el lanzamiento del serial completo en DVD hace pocos años. Constada de siete capítulos, Children of the Stones mezclaba elementos de Ciencia-Ficción, ocultismo, drama, acción y aventuras adolescentes en un marco inequívocamente inglés, un inquietante pueblecito del sur de Inglaterra donde sus habitantes parecían dominados por el influjo sobrenatural de un anillo de cromlenchs neolíticos que rodeaban la localidad. Aunque dirigido al público infantil y adolescente, Children of the Stones ha sido mucho mas que una serie juvenil: todo un objeto de culto entre los amantes del género fantástico en el Reino Unido y un claro ejemplo de cómo se puede hacer una buena historia de terror para niños y adolescentes que llegue a inquietar también a los adultos. Los Chicos de Stone esta al mismo nivel de culto -tal vez en un lugar superior- que otras series juveniles británicas míticas de los 70 y 80 como Choky o Dentro del Laberinto (esta última de sus mismos creadores).
Eran principios de los 80. No me acuerdo si fue en 1980 o en 1981, pero lo cierto es que fue en alguno de esos dos años, a finales de uno o a principios de otro. En la única cadena de televisión que existía entonces, Televisión Española, en su primera cadena, a eso de las siete de la tarde, en horario infantil y precedida de programas como Barrio Sésamo o dibujos de Hanna-Barbera, se emitía una teleserie inconfundiblemente inglesa en donde un padre y su hijo de unos 13 años se las veían con los extraños acontecimientos que se sucedían en un pueblo inglés provocados por una energía misteriosa emanada de unas inquietantes rocas megalíticas que se erguían en la campiña local, asunto en el que tenía que ver un misterioso personaje ricachón que vivía en una mansión como un auténtico señor feudal. Un crío de 6 años como era yo entonces con poco podía quedarse de un trama mas bien rocambolesca, pero lo suficiente como para darse cuenta del esquema básico de la historia, la atmósfera enormemente inquietante y desasosegante, e imágenes alucinantes de esas que se quedan clavadas en la memoria. Tal vez por lo inusualmente aterrador de su factura para tratarse de una serie teóricamente infantil, fue una serie que me llamó poderosamente la atención, como supongo que a muchos otros coetáneos míos, preparándonos para otras series anglosajonas infantiles posteriores de temática fantástico-suspense como Dentro del Laberinto, Bajo el volcán, o Choky. Sin ninguna noticia posterior sobre esta serie durante más de 20 años, por obra y gracia de internet (y sin recordar su nombre) me volví a topar con ella. Por lo visto, no he sido el único que ha considerado al programa como un objeto de culto personal. Y es que Children of The Stones se ha convertido en todo un hito televisivo en cuanto a series se refiere.
El profesor Brake (G. Thomas) y su hijo Matt (P. Demin) investigan la energía irradiada por los monolitos
Creadores de lujo
Children of The Stones, producida por la cadena regional británica HTV West fue rodada en verano de 1976 y emitida en entre el 10 de Enero y el 21 de Febrero de 1977 en siete capítulos semanales en la misma cadena, que al parecer emitía para todo el país aunque su sede se encontraba en el suroeste de Inglaterra. En los 70, dicha cadena pública se distinguía por producir series de ficción de enorme interés y calidad, superando en muchos casos a la BBC o a la productora Thames.
El director y productor de la serie, Peter Graham Scott, era precisamente un evadido de la BBC que trabajó por vez primera para otra cadena en esta serie. Scott, aceptó la oferta de dirigir una serie para el público adolescente e infantil que le propuso Patrick Dromgoole, productor ejecutivo de HTV. Ambos profesionales iban a ser los productores de Children of The Stones, con la dirección de Scott. Dromgoole, a parte de producir otras series para esa cadena, fue posteriormente el productor de otra serie infantil fantástica mítica, Into the Labyrinth (Dentro del Laberinto), también dirigida por Scott y que contenía la misma atmósfera inquietante de esta serie, y de Robin of Sherwood. El guión fue escrito por Jeremy Burnham y Trevor Ray, quienes tenían una trayectoria contrastada en la televisión.
El propósito de los productores era hacer una serie juvenil que combinase Ciencia-Ficción, brujería y parapsicología. El rodaje tuvo lugar en la pequeña localidad de Avenbury, Condado de Wiltshire, que requería de la condición principal para convertirse en escenario de rodaje de la serie: estar rodeada de un círculo de cromlench megalíticos, que en esta localidad datan del neolítico y son su principal y más conocido reclamo turístico. Avenbury en Los Chicos de Stone se iba a convertir en Milbury, un pueblo donde suceden cosas muy extrañas.
Sinopsis
Adam Brake (Gareth Thomas), un profesor de astrofísica viudo, llega la aldea de Milbury junto con su hijo de 13 años Matthew (Peter Demin) para estudiar el círculo megalítico que rodea el pueblo. Bracke, tiene intención de pasar allí tres meses y por ello inscribirá a Mattthew en el pequeño colegio local. Su llegada Milbury será accidentada, ya que el coche donde viajan padre e hijo esta a punto de chocar con una roca que aparece en el medio de la carretera y que desaparece una vez el coche logra esquivarla. En su lugar esta el ama de llaves de la casa donde vivirán los próximos meses, la señora Cabtree (Ruth Denning).
El pueblo en apariencia es tranquilo y bucólico, lleno de gente sencilla y amable, y los Brake pronto trabarán amistad con algunos de sus habitantes, como el Doctor Lyle (Richard Mathews) y su hijo Kevin (Darren Hatch) y especialmente con la que va a se la ayudante del profesor Brake en su investigación, la conservadora del museo municipal Margaret Smythe (Veronica Strong) y su hija Sandra (Katherine Levy), de la misma edad que Matthew. Matthew, un chaval curioso, se da cuenta de que las familias de Milbury sin padre o madre tienen hijos del mismos sexo que el o la cabeza de familia (como en su caso) y advierte del extraño comportamiento de algunos, quienes pese a aparentar que viven felices en la aldea y no tienen ninguna preocupación actúan casi como zombies, mientras se saludan “Feliz día”.
Las Smythe, Margaret (V. Strong) y Sandra (K. Levy) con los Brake y el Dr. Lyle
Los Brake conocen también al lord de las tierras, el carismático Raphael Hendrik (Iain Cuthbertson), un hombre rico de enorme influencia en todo el pueblo y que vive en una mansión en el centro del mismo. Por otra parte, Dai (Freddie Jones), un mendigo en apariencia desequilibrado, advierte a los recién llegados de un gran mal que reside en la aldea. Matthew enseña a sus nuevos vecinos un inquietante cuadro que el mismo ha traído y que muestra a 53 personas bailando en corro alrededor de un círculo de piedra idéntico al de Milbury. En el centro del hueco del corro emerge una especie de haz de luz que se pierde hasta el cielo, en donde aparece una enorme serpiente. El cuadro inquieta a los habitantes de Milbury, pero Hendrik muestra un extraño interés en el.
Estudiando los monolitos, Adam descubre que bajo el suelo del pueblo hay un enorme disco de piedra rodeado por las piedras. Al tocar una de ellas percibe una especie de energía que casi le deja sin sentido. Matt, también empieza experimentar sensaciones extrasensoriales, que llevan a los Brake la conclusión de que el círculo de piedras emana una energía psíquica que se expande en todo el círculo que forma el pueblo rodeado por los monolitos. 53 es el número de habitantes que con los recién llegados tiene ahora Milbury, el número de personas que aparecen en el cuadro y el número de megalitos que rodean el pueblo. En la escuela, Matt advierte que un grupo de alumnos, los más brillantes, son inmunes al dolor, superdotados en matemáticas y se comportan de manera compulsiva y fría, saludando con el “feliz día” que ya había oído antes. Matthew sospecha que la energía de las piedras puede estar influyendo en el comportamiento de estos habitantes “felices”, que se van multiplicando inquietantemente y cada vez son mas los que van adquiriendo ese estado de de semi zombies sin voluntad propia.
Una noche, Matt descubre a los lugareños bailando en corro en el jardín de la mansión de Hendrick, que se encuentra en el centro de Millbury, y profiriendo extraños cánticos, en una escena idéntica a la del cuadro. Dai, el mendigo, le detiene cuando trata de aproximarse, cayendo luego frente a una piedra. A la manaña siguiente, Matt no puede recordar si se trataba de un sueño. En el colegio, Matthew, Sandra y Kevin descubren que son los únicos alumnos que no se han convertido en “los felices”. Por otra parte, Rafael Hendrik comunica a Adam uno de los grandes secretos del pueblo: los monolitos están alineados con una supernova en el espacio, que el mismo descubrió como astrónomo aficionado.
Matt, a causa de la energía emanada por los monolitos, puede ver lo que le ocurre a personas que no se encuentran presentes por el mero contacto con pertenencias suyas, de ese modo se da cuenta que el Dr. Lyle y su hijo han sido poseídos por la energía de las piedras al intentar salir del pueblo rebasando sin éxito el perímetro que marcan. Dai aparece muerto, pero posteriormente no logran dar con su cuerpo. Dai vivía en un refugio excavado en una roca, “el santuario”, que según el era inmune al mal del pueblo, del que el se protegía con un amuleto que Matt y Sandra encontrarán roto una vez desaparecido Dai. Ese amuleto es una serpiente idéntica a la del cuadro de Matthew.
Hendrik invita a Margaret y Sandra a cenar en su mansión. En un momento de la velada, Hendrik invoca un extraño rito y un haz de luz emerge de la mesa hasta las alturas convirtiendo a las dos mujeres en “felices”, mientras Hedrik se transforma durante unos momentos en un venerable druida. Hendrik, a excepción de los Brake, tiene a todos los habitantes de Milbury ahora bajo su influencia y los ha convertido en sus esclavos. Los recién llegados se dan cuenta que no pueden huir del pueblo ya que los monolitos que lo rodean se lo impiden. Deben de resolver el misterio y devolver a los habitantes de Milbury a la normalidad.
Los Brake descubren que el pueblo se encuentra en una especie de paréntesis temporal en donde en realidad el tiempo no transcurre normalmente, sino en una especie de ciclo temporal donde por algún motivo se van repitiendo hechos que tuvieron lugar originariamente en la época que los celtas erigieron los megalitos. Manipulando los relojes de la mansión hacen creer a Hendrik que el haz de luz que él invoca y que aparentemente fluye al espacio hasta la Supernova Hendrik les ha conseguido convertir en otros seres sin voluntad. No es así, y cuando se unen a los otros lugareños en la danza del corro ritual se rompe el círculo psíquico, transformando el haz de luz que emerge en el centro del corro a Hendrik en su apariencia de druida con barba blanca. Los habitantes se han convertido en piedras y los Brake han logrado huir al santuario de Dai. A la mañana siguiente, todos los habitantes han vuelto a la normalidad, Dai esta vivo y no hay ni rastro de Hendrik: no ha existido.
Técnicamente perfecta
Gareth Thomas, el actor que interpretaba al profesor Brake es en la actualidad un actor secundario muy prolífico en el RU. Es recordado por los teleadictos como el protagonista de Blake´s Seven (los Siete de Blake), una serie de ciencia ficción británica de principios de los 80, algo así como un “Star Treck” british, bastante curioso. Iain Cuthbertson, actor de carácter que interpretaba al villano Raphael Hendrik, vive en la actualidad y atesora una larga carrera esencialmente centrada en la televisión. En general, la crítica actual sigue alabando el trabajo de todo el reparto de la serie, también el de sus actores más jóvenes, en especial Peter Demin. El nombre mas conocido del reparto para el público internacional es sin duda Freddie Jones, legendario actor secundario británico que ha intervenido en El hombre elefante, Firefox, Dune y otras muchas producciones.
Gareth Thomas Iain Cuthbertson
Freddie Jones
COTS como muchas otras producciones británicas de la época fue rodada en vídeo para las escenas de interior y en 16mm para las de exterior. Sin embargo, al contrario que en otras series británicas del mismo tipo de filmación, aquí predominaban los exteriores frente a los interiores de estudio, pudiéndose admirar unos bellos paisajes del sur de Inglaterra. Las crónicas actuales alaban lo bien que ha envejecido y lo cuidado de su producción. Su elemento misterioso y terrorífico estaba perfectamente conseguido, adecuándolo a la audiencia infantil y adolescente, pero con elementos de interés para los adultos. Era suspense y terror puramente británicos, en un paisaje genuinamente inglés y con elementos ancestrales de la historia de las islas británicas, como los monumentos megalíticos erigidos en el neolítico y que para los celtas se suponían que eran observatorios astronómicos (Stonehenge; por ejemplo). La teleserie contó con un asesor técnico para este tipo de temas.
Es especialmente mencionable la magnifica banda sonora de Sydney Sager, que posteriormente volvería a trabajar con Droomgole y Scott en Into the Labyrinth. Disponibles varios fragmentos descargables en la red, la música era de lo mas escalofriante de toda la serie, un tema de instrumentación minimalista, casi inexistente, donde predominaban las voces, interpretando una serie de gemidos, susurros y gritos hasta el paroxismo, que incluso hoy día pone los pelos de punta si se recuerdan algunas escenas en donde se podía oír, como la de la danza nocturna de los habitantes, de la que luego hablaremos. Sager haría posteriormente un trabajo similar en Dentro del Laberinto.
Guión enigmático
Uno de los principales atractivos según los amantes de la serie era su guión, tal vez un tanto simple, pero esto es solo en apariencia, ya que cuenta con bastante intríngulis. Es cierto que muchas cosas no se explican, como corresponde a una buena historia de terror a la inglesa, pero cavilando un poco (algo que los críos que veían la serie no podrían hacer), se pueden extraer varias conclusiones sobre el devenir de la historia del círculo de piedra de Milbury. En la página de Imdb, aparecen una serie de claves para entender todo el alcance de la historia, repleta de explicaciones ocultistas, que realmente parecen ser la aclaración de todo lo que se contaba en la serie.
El final de la historia, además, incluía una espectacular sorpresa final tras el Happy End de rigor, aclarando además algunos de los enigmas planteados y que explicarían todo el devenir de la narración, aunque al principio dicho fianl resulte completamente enigmático. Esa sensacional coda, engrandece aún más las virtudes de esta fenomenal y apasionante historia fantástica, intrincada y enrevesada hasta el final.
Una valoración personal
Ya no se hacen series ni películas para críos así. Ni para quinceañeros. El terror adolescente actual parece reducirse a los sustos fáciles, los asesinos en serie, y los chavales cayendo uno detrás de otro, víctimas del anterior. COTS ofrecía mucho más, terror psicológico de primera magnitud, adaptado también ala mentalidad infantil, en un entorno tan sencillo como un pueblecito donde pasaban cosas realmente inexplicables, teniendo a preadolecentes como testigos. Aquí los televidentes más jóvenes eran tratado como personas inteligentes
Aunque es una serie de culto en el Reino Unido, especialmente entre los amantes de lo fantástico- su lanzamiento en DVD fue todo un acontecimiento- en España esta serie no es tan recordada como otras similares que ya hemos citado. Una situación tanto injusta y que hace mas necesaria la reivindicación de este serial como inspirador de una generación que ido conociendo diferentes encarnaciones del género fantástico
Al igual que muchos otros que vieron la serie de niños, mis no demasiado concretos recuerdos sobre ellas son que, efectivamente, era una serie muy atrayente, tanto en el aspecto visual como el de la historia (lo que mi corta edad me permitía comprender), y en donde habían no pocas cosas que a un crío le resultaban aterradoras: esa pintura en tonos oscuros y nocturnos con aquellas tétricas figuras danzando en corro ante una especie de cilindro de luz que se elevaba hasta el cielo, con una especie de serpiente contemplando la escena desde las alturas. Que mal rollo. Por no hablar de la escena en al que Matt descubre a los habitantes del pueblo danzando en plena noche al aire libre de la misma manera que aparecía en aquel cuadro, todo filmado con cámara nocturna en tonos azulados, con los primeros planos de los rostros inexpresivos de los lugareños, acompañado todo con aquella música tan siniestra (esta escena, en flashbacks, se repitió en varios capítulos). Todo el rollo de la energía y los poderes de Matthew, era verdaderamente inquietante. Decir que gracias a esta serie conocí la existencia de los monumentos megalíticos.
Una serie genial. A ver si alguna cadena de estas local, que tanto son dadas a reponer algún que otro oldie televisivo se anima y repone Los Chicos de Stone (sigo sin entender porque le pusieron este desconcertante título en España, ¿qué porras es Stone?), o quien sabe, podría editarse aquí el DVD. En todo caso, Children of The Stones, ha resultado ser un referente del fantástico británico contemporáneo y un hito televisivo infantil y juvenil. Si las series de TV actuales dirigidas a este público se hiciesen así, otro gallo le cantaría a la paupérrima ficción televisiva de hoy.
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