Año tras año son muchas las especies animales que se extinguen. En los primeros tiempos de la historia, las causas eran principalmente cambios en el ecosistema, inadaptaciones evolutivas o ataques de predadores. Poco a poco la acción del hombre fue convirtiéndose en la causa principal de la extinción de no pocas especies animales, ya bien sea directa o indirectamente.
Hasta hoy día se dispone de un vastísimo listado de animales extinguidos de los que en no pocos casos se conservan huesos sueltos osamentas e incluso ejemplares disecados. La mayoría de las especies extinguidas identificadas fueron desapareciendo a partir del siglo XVI, el comienzo de la época de la expansión comercial y el colonialismo europeo por territorios inexplorados de otros continentes. La rapiña humana fue la causante de muchas extinciones de animales, en varios casos poco evolucionados o con falta de aptitudes comunes en otros de su clase. Pero en la actualidad aún siguen desapareciendo animales bien dotados y que en otras épocas gozaron de una amplia presencia en la naturaleza: ahí están los casos de peligro de extinción en especies como el lince ibérico, cuya sentencia de muerte parece irremediable. El hombre tiene gran parte de culpa. En la historia de la extinción animal existen tres casos paradigmáticos, ampliamente documentados por la literatura zoológica y por el mundo de la biología: el Lobo Marsupial o Lobo de Tasmania,
La inepta ave de Isla Mauricio: la leyenda del Dodo
Si a alguien se le pide que cite una especia animal extinguida hay un alto porcentaje de probabilidades que responda el dodo. De esta ave, desaparecida en el siglo XVII, se ha escrito lo indecible desde el siglo XVIII y no solo desde el punto de vista científico, ya que la peculiar figura de este no muy vistoso pajarraco ha estimulado la imaginación de escritores, artistas, cineastas. Ejemplo vivo del animal extinguido (vaya paradoja), el dodo, desaparecido por la acción del hombre, no dejará nunca de ser “el ave que ya no existe” por excelencia.
El dodo (Raphus Cucullatus) vivió hasta el siglo XVII únicamente en Isla Mauricio, pequeña isla africana cerca de Madagascar en el en el Océano Índico, y que en la actualidad es un estado independiente. El dodo, según algunos estudios pertenecía al orden de los Culimbiformes, pero en si este pájaro no guarda parecido con palomas o tórtolas a excepción tal vez de disposición de su esqueleto y patas. En todo caso, parece probable que el dodo perteneciese a un orden de pájaros desaparecido, de origen muy primitivo, y que se encuentra en estrecha relación con los columbiformes, aves de las que al parecer serían antepasadas. Otra ave extinguida, el Solitario de Rodrigues, pertenecería al mismo orden que el dodo. Se dice que ambas aves posiblemente descendiesen de especies prehistóricas de las que también provendrían las columbiformes, aunque no hay nada probado al respecto. El dodo, junto con el solitario de Rodríguez, se ha encuadrado en una familia (aun sin hubicación en ningún orden), llamada Rafínidos o Didínidos
El dodo era un ave relativamente grande y maciza, de un metro de alto y unos
Muchos dodos fueron llevados a Europa como exótica atracción zoológica en el siglo XVII, el primero a la corte del emperador Rodolfo II de Bohemia en 1599. No obstante, el destino del dodo estaba ya sentenciado, y con una disminución paulatina de su población en la isla, a finales de la década de 1690 el dodo ya no existía. El pobre dodo ha tenido un final trágico incluso después de muerto; el único ejemplar disecado que quedó tras su extinción, expuesto en el Ashmolean Museum de Oxford (y que fue traído vivo a Europa en 1600), se deterioró a mediados del siglo XVIII, y en 1755 terminó en el vertedero, salvo el pico y una pata, las cuales se conservan aún en el Museo de Historia Natural de Oxford. En dicho museo y en el Museo de Hstoria Natural de Dublín existen sendas osamentas completas de dodo, aunque con huesos pertenecientes a ejemplares diferentes. Estos restos óseos han sido durante siglos los únicos que se conservaban del dodo, pero entre 2005 y 2007 una serie de expediciones naturales a Isla Mauricio han encontrado los restos óseos de dodo más completos de los que se tiene constancia.
A partir del siglo XIX, el dodo, extinguido desde hace mas de un siglo vuelve se convierte en el pájaro de moda no solo entre científicos sino entre artistas y escritores (Lewis Carroll); su carácter mítico de especie extinguida resulta enormemente atrayente. Y hasta hoy día, la sombra del dodo sigue siendo universal.
La tragedia de
A mediados del siglo XIX fue cuando la gran alca (Pinguinus Inpennis) desapareció del reino animal. Esta ave pertenecía al género Alca, cuyo pariente actual es el Alca Común. Estos pájaros pertenecen al orden de los caradriformes y dentro de él a la familia de los álcidos. Los álcidos son unas aves marinas de pies palmeados que guardan cierta similitud a primera vista con los pingüinos, de hecho el plumaje blanco y negro de las alcas no deja de ser sorprendentemente similar al del pingüino. La gran alca poseía un nombre científico que señalaba la confusión existente entre ambas especies de aves en la zoología antigua.
La gran alca, no obstante, pertenecería a un género de especie diferente del alca común actual, debido a algunas diferencias morfológicas, principalmente en lo relativo al tamaño, ya mientras el alca mide
En la primera mitad del siglo XIX, la rapiña por los huevos de gran alca se disparó y las ejecuciones de estos pájaros fueron masivas. En al década de 1830, ya solo quedaban unas cuantas colonias dispersas de ejemplares que iban menguando. En 1840 un energúmeno mató en Escocia a la ultima gran alca de las islas británicas porque creía que “era una bruja” (sic) y cuatro años mas tarde dos sujetos no tuvieron mejor idea que acabar a golpes y patadas con la que fue la última pareja de gran alcas de Islandia. Aunque en 1852 se avistaron las últimas colonias de estas aves, en pocos años ya no quedó ni rastro de estas aves, cuyo salvaje y despiadado final es una muestra de a lo que puede llegar el salvajismo, la ignorancia y la codicia humana y su nefasto efecto en la con seriación de las especies animales.
Actualmente se conservan varios ejemplares de gran alca disecados en museos, concretamente 81, además de 24 esqueletos completos y varios huevos. Sin llegar a los extremos del dodo, la gran alca tras su desaparición se convirtió en un animal mítico, al que se dedicó novelas (La última Gran Alca, de Allen Eckert) y multitud de referencias en libros y películas. Demasiado tarde para hacerla justicia.
El Lobo Marsupial: el fiero depredador derrotado
La extinción del Lobo Marsupial o Lobo de Tasmania, acaecida a principios del siglo XX, es tal vez el caso de extinción de una especie mamífera más espectacular, dada la condición de carnívoro depredador del animal y sus siempre exóticas características marsupiales. El Lobo Marsupial (Thylacinus cynocephalus) era un mamífero de la subclase marsupial que como la mayoría de las especies marsupiales habitaba en el continente de Oceanía. Aunque habitó en Australia durante largo tiempo, cuando fue descubierto por los europeos en el siglo XVII solo habitaba en la isla de Tasmania, como otras especies, incluido su primo el Diablo de Tasmania, que ahora se encuentra precisamente en peligro de extinción.
El Lobo Marsupial, como muchos animales de su subclase, era el resultado de la evolución convergente entre placentarios y marsupiales, los cuales en no pocas especies tienen sus equivalentes en ambos grupos: así, el lobo marsupial tenía características de los placentarios del orden de los carnívoros, concretamente de los cánidos; de ahí su similitud con el lobo, el perro y el coyote especialmente en lo concerniente a su dentadura canina. El Lobo Marsupial (también llamado en ocasiones Tigre Marsupial) medía entre 100 y
El primer encuentro de los europeos con el Lobo Marsupial se produjo hacia 1642 en Tasmania, hábitat en el que siendo su único hogar ya era escaso. No obstante, hubo que esperar hasta 1808 para que se registrase la primera descripción detallada del animal (durante los siglos XVII y XVIII solo se hicieron vagas menciones a su existencia): hay que decir que el descubrimiento de este animal fue decisivo para establecer la historia natural y las características de los mamíferos marsupiales.
En realidad se conoce muy poco de la vida en libertad y los hábitos del lobo de tasmania, ya que casi siempre se estudiaron sus ejemplares en cautividad. Al parecer vivían en bosques de eucalipto en Australia y ya en Tasmania tendían a los bosques y las zonas costeras. Se sabe que eran cazadores crepusculares y nocturnos de enorme fiereza, en cuya dieta incluían canguros, wallabies y wombats. Las razones de su desaparición del continente australiano antes de la llegada de los europeos se debió tal vez a la cacería por parte de indígenas y a otros animales carnívoros, dingos posiblemente. A mediados del siglo XIX, en tasmania, único lugar donde vivía el mamífero, se denunciaron numerosos ataques de lobos marsupiales a los animales de los granjeros asentados en la isla. El lobo marsupial se convirtió desde ese momento en un animal proscrito: en 1830
A finales de los años 20 del siglo XX ya quedaban poquísimos ejemplares y el lobo marsupial se encontraba al borde de la extinción. Aunque hubo desde principios de siglo esfuerzos por fundar reservas, no se obtuvo éxito. En 1930 fue abatido de un disparo el que se creía último lobo marsupial en libertad. No obstante, tres años después se descubre un último lobo marsupial que fue enviado al Zoo Hobart en Australia, en el que moriría en 1936 víctima de una negligencia en sus cuidados: desaparecía así el último lobo marsupial. Paradójicamente, algo más de un mes después, el Gobierno de Tasmania declaró al lobo marsupial como especie protegida. A buenas horas, mangas verdes.
En años posteriores, muchos han sostenido que aún existen lobos marsupiales vivos, en los años 60 se recogieron varios testimonios de avistamientos y se localizaron unas posibles huellas, pero no hubo más pruebas. En 1986, 50 años después de la muerte del último lobo marsupial,
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