lunes, noviembre 24, 2008

El aparatito de Lumiere - LA BUENA NUEVA


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Resulta reconfortante que pequeñas producciones españolas consigan ser productos de calidad, mucho mejores que producciones hispanas más pretenciosas. Est es el casod el nuevo filme de la directora Navarra Helena Taberna (Yoyes, 1999) que pese a no ser como cineasta anda del otro jueves si se postula como una narradora interesante y excepcional cronista de acontecimientos reales, como ya demostró en su biopic sobre la legendaria militante etarra reinsertada. En esta ocasión, Taberna cuanta la historia de su tío, un sacerdote llamado Don Miguel que durante la Guerra Civil fue párroco de una aldea del norte de Navarra en donde triunfó el alzamiento nacional en medio de un ambiente (el del pueblo), no muy clerical que digamos. Por la sencilla razón de que Miguel pretende seguir los preceptos de moral cristiana y del evangelio, pronto su ideario chocará con la imposición fascista instaurada cuando los falangistas toman el pueblo a pocos días de la llegada del joven cura.


La película es la crónica del enfrentamiento entre los ideales amor y respeto al prójimo y la barbarie de odio y muerte de los señores de la guerra. La película, aunque centrada en la figura del cura Miguel, encarando de manera brillante por un valor en alza como Unax Ugalde, trata de ser coral y presenta a los diversos habitantes del pueblo y su posicionamiento ante al contienda y la nueva realidad del lugar: de ser una localidad roja pasa a ser un municipio fascista por la fuerza y la imposición. Requetés arribistas y chupatintas, valientes viudas de republicanos, los hijos de estas sin bautizar jóvenes falangistas de encefalograma plano, temibles capitanes falangistas, familias católicas contrarias al alzamiento de derechas, seminaristas dispuestos a empuñar las armas, nacionalistas vascos, el médico socialista… No obstante, ningún personaje ni situación esta demasiado perfilado, ya que el conjunto de la película es tan lineal y pasa todo tan rápido y sin demasiadas explicaciones que es imposible que los (interesantes) personajes den más de sí. Las interpretaciones son de recibo y eso que el reparto, formado en su inmensa mayoría por actores vascos, no es de intérpretes conocidos fuera del ámbito de Euskadi y Navarra, a excepción claro está de Ugalde, de Bárbara Goenaga, que interpreta a Margari, la viuda del médico con la que Miguel vivirá un amago de romance, y del madrileño Guillermo Toledo, que encarna precisamente al doctor del pueblo. El personaje de Margari, la maestra local, esta muy mal aprovechado, pese a los esfuerzas de la joven y prometedora Bárbara Goenaga. Como curiosidad, decir que también interviene José María Sanz Loquillo en un curioso cameo como comandante falangista.


Aunque no ha habido mucho presupuesto en esta peli, los esfuerzos en ambientación y vestuario son elogiables. La película responde a las expectativas y cumple su función, que es la de recordar una vez más un hecho infausto de la historia española en su vertiente más humana, y el posicionamiento que una parte de la iglesia católica española tuvo ante un ideario que pese a jactarse de cristiano y de “deseado por Dios”, iba en contra de los preceptos mismos del cristianismo. Ideal para que la chavalería se empape de unos acontecimientos que nunca deberán volver a repetirse.

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